Ya van 2 semanas en las que nuestro país está pasando por una situación crítica debido a huaicos e inundaciones que han afectado seriamente 11 regiones de las zonas de Tumbes, Piura, Lambayeque, Trujillo, Ica y Lima, dejando a muchos sin hogar, sin comida y sin acceso a agua. Y una pregunta que ha estado rondando este ambiente de desgracia con luces de solidaridad ha sido ¿Quién es el culpable?

Es fácil buscar culpables y criticarlos por la tv o por las redes sociales, pero luego pasa el tiempo y ahí queda. Nadie dice nada a la hora de buscar soluciones y entonces, el problema sigue y sigue.

De acuerdo al último reporte del Centro de Operaciones de Emergencias Nacional  (COEN), 75 personas fallecieron y 100 mil familias resultaron damnificadas; y eso que aún no hay fecha para que los huaicos paren. Pero, ¿Por qué recién preocuparnos por estas personas cuando hay más de 8 millones de peruanos que no tienen agua potable? Hay zonas del país en donde la escasez obliga a beber aguas contaminadas con consecuencias fatales para la salud y nadie dice nada. ¿Qué raro, no? #DobleMoral. Es ahí donde los políticos salen con sus promesas, pero al final es como si se las hubiera llevado el huaico, literalmente.

Ahora, por un lado, nos unimos para apoyar y ofrecer donativos para las familias afectadas, pero ¿luego? Si no hay un plan consciente de la realidad que se enfoque en subsanar los daños pasados y prevenir los daños a futuro, de aquí a 2 o 10 años nuevamente habrá pérdidas humanas y de infraestructura. Entonces, si la solución suena tan simple, ¿Cuál es el problema?

El GRAN problema en el Perú es que todos los partidos políticos que han entrado a gobernar sólo han hecho obras con fines políticos y muy poco con fines objetivos; es decir, se han enfocado en buscar una solución rápida pero que a largo plazo no va a durar. Es como ponerle cinta scotch a un puente que está a punto de caerse.

Un buen ejemplo es nuestro querido alcalde, Luis Castañeda Lossio, quien se dedica a hacer obras, puentes, bypasses y roba. Ah sí, ¡pero hace obras! Ese, mis queridos amigos, es el pensamiento de muchos peruanos. Somos buenos criticando, pero a la hora de la hora, no nos damos cuenta de que también somos culpables de la realidad de nuestro país.

Hoy en día se habla mucho de corrupción, sin embargo, este problema se viene arrastrando hace muchos años y lo que vemos ahora es la consecuencia a tanta cabida que se ha dado al Estado a lo largo de estos años. Ahora cabe la pregunta ¿En qué momento se jodió el Perú? o ¿Qué tan jodidos estamos?

A la hora de tomar una decisión, los agentes económicos cometen el error de ser miopes y no tienen una visión de largo plazo. Desde el punto de vista financiero, para administrar recursos (ya sea ahorros, sistema de pensiones o simplemente empresas) siempre se debe considerar un horizonte a largo plazo.

El tema aquí es que un político que entra al poder, sabe que solo va a durar 5 años y pensar en el largo plazo, no sería rentable. Sí, señor. Ellos también necesitan ganarse el pan de cada día. ¿Qué cosa? Se supone que esto no debe pasar; dirigir el Estado debería ser un honor. En fin, ese ya es otro tema.

Entonces, es lógico que prefieran invertir en proyectos cortoplacistas para que la sociedad vea los resultados lo más rápido posible y así ganarse el amor del pueblo, como por ejemplo la foto de Fujimori caminando en el huaico. El que lo vea dirá que es un héroe; sin embargo, ahora sabemos que sólo es un político alineando sus incentivos.

Uno de los temas importantes en nuestro país es que se destina muy poco presupuesto para educación, salud e infraestructura, teniendo en cuenta que según informes de la OCDE, el gasto público anual en el Perú por alumno es de US$1.100, mientras que el promedio mundial es de US$8.000. ¿Qué está sucediendo? Ahí es donde volvemos al mismo lugar. Tenemos una sociedad pobre en educación y salud; sin embargo, nadie dice nada. Los políticos se aprovechan de la ignorancia de las personas que hasta los compran con tapers, frazadas, canastas o 20 soles.

“Es momento de que se erradique la corrupción de nuestro país. Es como una enfermedad, una peste que contagia a todos, y si el país sigue así no se logrará un crecimiento sólido ni sostenible a largo plazo”

Es inaudito que el presidente no pueda dar alerta máxima de emergencia por miedo a que los políticos se aprovechen y empiecen a robar, aunque perfectamente comprensible dada la triste realidad de nuestras regiones invadidas por la corrupción. ¡Cómo me dueles Perú!

Para que el Estado invierta bien en cosas importantes, como prevención de desastres naturales, se debe dejar de lado ese pensamiento miope y dejar de actuar con fines políticos. Sí, Luchito, deja de pintar todo de color amarillo. No es chévere.

Al final, la visión cortoplacista hace que los esfuerzos más denodados no salgan del ámbito táctico y caigan en inconexiones que anulan la visión de conjunto del Perú y los peruanos. Es decir, no nos esmeremos solo en mirar el árbol, veamos también el bosque.

cp (3)

Fuentes:

  • COEN (2017) Módulo de Monitoreo y Análisis – Reporte
  • OCDE (2017) Panorama de la educación en el mundo – Indicadores