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El último fin de semana, llegó a su fin “El Valor de la Verdad”. El programa que ganó en rating los sábados por las noches durante casi cuatro años consecutivos emitió su último capítulo este domingo. Fiel a su estilo, su conductor, Beto Ortiz, escribió una controversial columna dedicada al final de su programa y en Voz Actual decidimos analizarla y contarles un poco más sobre lo bueno (?), lo malo y lo feo de #EVDLV.

EVDLV fue lo más visto del Perú en uno de los horarios más competitivos de la televisión. Los invitados de lujo, respondiendo a las preguntas de Beto Ortiz, llegaron a superar los 34 puntos de rating. Todo un fenómeno. La sintonía llamaba a muchos otros programas y periódicos a estar atentos a las respuestas para tener las noticias “calientitas” al día siguiente. Por esto, Beto Ortiz afirma que:

(…) todos los programas del canal en que trabajo –y también los de otros canales– comieron bien rico de nosotros y sobrevivieron durante meses repitiendo, o mejor dicho; canibalizando secuencias íntegras de El Valor de la Verdad.

Porque esas son las noticias que necesitamos

Porque esas son las noticias que necesitamos (?)

Cierto. Solo hace falta recordar las interminables peleas de Milena Zárate y su hermana en todos los noticieros matutinos o las innumerables portadas de Tilsa Lozano tras su doble aparición en el programa. La jerarquía del programa fue tanta que llenó páginas enteras de El Tromercio Comercio, el periódico más “serio” de nuestro país. Así, los más importantes medios de información daban a conocer a todo el Perú que Susy Díaz tuvo relaciones sexuales en un chifa y que Xoana González se acostó con más de 40 hombres. Gracias, Perú. Entre la simpleza del formato, la tensión de las respuestas y la intimidad de las preguntas que mantenían a miles de peruanos pegados al televisor los sábados por la noche, para Beto fue motivo de orgullo:

Sostener la atención del público, entrevistando, durante dos horas, a la misma persona en el horario más competitivo de la televisión nacional. Sin bailarinas, perros amaestrados ni polichinelas. Sentarme en un sillón negro a conversar con una persona sentada en un sillón rojo. Más naiki”.

Una vez más, cierto. A diferencia de su competencia, El Gran Show, no necesitaba de mega espectáculos ni ostentosas inversiones en utilería para llamar al televidente. EVDLV encontró una fórmula casi perfecta para liderar el rating sin necesidad de una súper producción:

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Porque, lamentablemente, sí, eso es lo que gusta en el Perú, personas ventilando su vida privada por dinero. ¡Que viva la cultura del chisme!

Pero EVDLV fue tan visto como criticado. Fue un programa que entretenía con las respuestas de César Acuña que parecían ser de una verdadera raza distinta (?), y que tampoco tenía escrúpulos para preguntarle a Melissa Klug (ex esposa de la Foquita) si alguna vez había abortado. No existían límites para las preguntas, los invitados respondían lo que era necesario para llevarse unos miles de soles. Pero, ¿a cambio de qué? Para muchos, días en portadas de periódicos. Para otros, ser la burla de varios noticieros (sin necesidad de haber ido al programa, como Yahaira Plascencia). Y para Ruth Thalía, la primera invitada, la muerte. Porque dar a conocer al país entero tus secretos más íntimos trae consecuencias y un programa que se dedica a ventilar la vida íntima de sus invitados no puede ser positivo. Por eso, cuando Beto Ortiz menciona que volverá al periodismo serio cuando “vuelva a abrirse espacio para hacerlo”, es triste. Para muchos, el mejor periodista del país se convirtió, según sus palabras, en una puta, que conducía un programa basura porque no existe un programa serio por conducir, y si existe, probablemente, no llegue ni a 10 puntos de rating en su mejor día.

Lamentablemente, la televisión es un negocio y, como en cualquier otro, se vende lo que se compra. En el Perú, es más importante conocer a Sheyla Rojas que a César Vallejo. Es más entretenido ver a Mayimbú que salir a correr. Esta es la demanda que nosotros creamos y que los medios saben exprimir al máximo. El hecho de que un programa basado en los secretos más morbosos que las personas admiten por dinero se lleve el rating más alto a nivel nacional, describe a un país desinformado, que no conoce su historia y que cambia votos por tapers (?). Espero que el fin de EVDLV no abra paso a otro programa igual, o peor, de basura. Ojalá abra paso a un programa que sume en vez de restar y que nosotros, los televidentes, sepamos aceptarlo y aprovecharlo de la mejor manera.

PD: Columna de Beto Ortiz: La Puta Contrita – http://peru21.pe/opinion/beto-ortiz-puta-contrita-2259848