Durante los últimos años, el mundo ha sido espectador de la crisis política y económica que atraviesa Venezuela. La permanente decadencia del gobierno ha dejado estragos en el país tan profundos que, a la fecha, el pueblo venezolano sigue luchando por salir de aquel hoyo.

Sin embargo, Venezuela no siempre vivió en la decadencia, de hecho, tuvo una época en la cual su arquitectura fue aclamada por millones de personas alrededor del globo y fue paradigma de progreso y opulencia.

Un ejemplo de este apogeo arquitectónico fue El Helicoide (centro sur de Caracas), uno de los más grandes y modernos centros comerciales del mundo, pese a que hoy en día sirve como mazmorra de la dictadura de Maduro.

La construcción de El Helicoide comenzó en el régimen del dictador Marcos Pérez Jiménez en el año 1956 bajo la dirección de los arquitectos Pedro Neuberger, Dirk Bornhorst y Jorge Romero Gutiérrez. El complejo consistía en una estructura de 101.000 metros cuadrados aproximadamente, con siete pisos que albergarían miles de tiendas, exposiciones de industrias (como automovilística), un parque, un hotel, un club exclusivo para socios y un centro de espectáculos. Además, rampas de acceso vehicular ascendentes y descendentes que permitirían estacionar frente a las tiendas.

Esta joya arquitectónica fue alabada por grandes artistas del medio como el poeta Pablo Neruda. Inclusive, el mismísimo Salvador Dalí se sintió tentado a exponer sus pinturas en dicho centro.

No obstante, la construcción de El Helicoide quedó inconclusa debido a un factor que no es ajeno al Perú: la falta de recursos. La primera etapa (60.000 metros cuadrados) del mall fue terminada en 1961 al igual que el presupuesto destinado.

El cambio de una dictadura a una democracia paralizaron los planes que se estaban llevando a cabo. El presidente Rómulo Betancourt consideró que El Helicoide era un despilfarro del patrimonio del Estado y solo fue construido para satisfacer el capricho del antiguo gobernante. Debido a esto, el presidente decidió suspender los préstamos para la construcción de la obra. Esta circunstancia originó, entre otras consecuencias, el abandono definitivo de El Helicoide.

Otro de los elementos que generaron controversia respecto de El Helicoide fue que esta obra se encontraba en uno de los barrios más marginados de Caracas, San Agustín del Sur. Para dar paso a la construcción, muchas viviendas informales fueron arrasadas o dañadas, dejando a sus habitantes en condiciones de extrema pobreza.

La polémica desencadenó el malestar de muchos ciudadanos pues se tenía la impresión de que El Helicoide era una manifestación más de la arraigada desigualdad social que existía en Venezuela.

Catorce años después, lo que fue sinónimo de modernidad, pasó a manos del Estado, el cual lejos de incentivar el resurgimiento del centro comercial, le adjudicó un destino totalmente opuesto al que tenía inicialmente: En 1985, el gobierno de turno decidió localizar a su Inteligencia Policial en los niveles inferiores del complejo.

Actualmente, partes de El Helicoide sirven como cárceles, sobretodo de presos políticos.  Sin embargo, esta construcción puede que no funja únicamente de cárcel. Se ha hecho público que las celdas acondicionadas en el centro comercial también cumplen la función de cámaras de torturas, aunque el gobierno venezolano sigue negando estas afirmaciones.

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La pérdida del centro comercial El Helicoide es el resultado de riñas políticas entre dos partidos de gobierno y la falta de planificación presupuestaria de sus creadores; elementos que se pueden evidenciar en cualquier obra que se ejecuta en nuestro país.

Es lamentable saber que lo que se creía era el futuro de la arquitectura moderna en Venezuela ahora es utilizado para oprimir a los propios venezolanos que alguna vez soñaron con el progreso y que hoy solo anhelan libertad.

El mundo espera impaciente que Venezuela y El Helicoide resurjan de la desgracia y vuelvan a maravillarnos con su esplendor.

Editado por: Renato Hurtado