En 20 años, el neoliberalismo cumplió con sus promesas; el republicanismo se apresta a cumplir doscientos y nos sigue fallando.

Alberto Vergara, politólogo peruano.

Ya llegó Julio y, una vez más, respiramos un aire a comida criolla festivo en nuestro Perú. Este año, cumplimos nada menos que 196 años de independencia. Y así como en Navidad reflexionamos sobre nuestra vida personal, aprovechando el mes de la peruanidad ¿a qué llegaríamos al reflexionar sobre nuestra querida patria?

Como referencia indispensable, quisiera empezar repasando el libro del reconocido politólogo peruano Alberto Vergara, titulado “Ciudadanos sin República”. Este interesante libro constituye una recopilación de ensayos que buscan entender a nuestra época, su carácter y contornos. El sentido de esta obra gira en torno a la paradoja del crecimiento infeliz descrita por Alfredo Torres. Esta paradoja hace alusión a dos promesas que calaron en forjar el Perú que conocemos: la republicana y la neoliberal. Si bien ambas constituyen una teoría y práctica, la primera es política mientras que la segunda es económica.

Es así que el asunto central de “Ciudadanos sin República” es el desencuentro entre ambas promesas, como lo dicta la cita con la que empieza el presente artículo.

  • Por un lado, tenemos a la promesa republicana, aquella plasmada solemnemente en nuestra constitución y enaltecida por nuestras referencias patrióticas más arraigadas tales como nuestro himno nacional. Pero ¿qué constituye la república? Teóricamente, es la libertad por la vía del autogobierno. Esto es que los ciudadanos son libres (políticamente hablando) en la medida que viven sin ser dependientes de algún ente superior a ellos.
Somos una República Independiente hace casi 197 años. Bueno, intentamos serlo.

Somos una República Independiente hace casi 197 años. Bueno, intentamos serlo.

  • Por otro lado, está la más reciente promesa: la promesa neoliberal o la libertad de mercado, el equivalente a que los individuos son libres en la medida en que el Estado no interfiere en el mercado. Sin embargo, su origen económico no circunscribió sus límites, puesto que se convirtió en un movimiento intelectual y político, llegando al Perú en los años 80.

Regresando a la cita con la que se abrió este artículo, ¿cómo es que en el Perú el neoliberalismo sí cumplió su promesa y el republicanismo no? La respuesta es sencilla, pero las implicancias no tanto.

Respuesta:

El neoliberalismo prometió mercados desregulados y crecimiento económico. Y lo cumplió. Los mercados desregulados disminuyeron las barreras de entrada y, por lo tanto, fomentaron mayor competencia, mayor innovación y mayor atracción a la inversión. Esto, a su vez, trajo mayor crecimiento económico al país. Personalmente, apreciar los cambios en la arquitectura e infraestructura de las ciudades, con el pasar de las décadas, es una interesante manera de evidenciar el crecimiento económico.

El desarrollo arquitectónico en la Costa Verde de las últimas décadas cambió la cara de Lima.

El desarrollo arquitectónico en la Costa Verde de las últimas décadas cambió la cara de Lima.

El republicanismo prometió un país más igualitario, más democrático, justo y con ciudadanos fortalecidos. ¿Somos acaso un país así? ¿Qué podemos decir de las fuertes diferencias entre la educación rural y la de las grandes ciudades? ¿sobre las diferencias entre los servicios privados (por ejemplo, clínicas, colegios, transporte) y los servicios públicos? ¿O sobre la corrupción y la impunidad? ¿Sobre la participación ciudadana más allá de las votaciones? ¿Sobre la aplicación de las normas y leyes? ¿Sobre nuestro Poder Judicial? Y la lista de interrogantes incómodas puede seguir y seguir.

Ellos también prometieron mucho y… ya sabemos como acabó la historia.

Ellos también prometieron mucho y… ya sabemos como acabó la historia.

Implicancias:

El ideal republicano ciertamente tiene un trasfondo mucho más ambicioso, puesto que implica la transformación de nuestra idiosincrasia, nuestras instituciones y nuestra política.

En este sentido, es quizás por esta importancia transcendental que su “promesa no cumplida” pesa más que la buenaventura del neoliberalismo. Esto se traduce, en palabras del propio Vergara, en una

confianza paupérrima de los peruanos hacia sus instituciones, sus leyes e incluso hacia ellos mismos”.

¿Son el neoliberalismo y la república mutuamente excluyentes? Si bien existen quienes defienden que a mayor neoliberalismo, mayor desigualdad y por lo tanto menos posibilidad de cumplir la promesa republicana, ¿cómo saber que existe la ecuación política – económica perfecta para convivir ambas promesas, y lograr el deseado cumplimiento armónico de las dos?

Quizás no se pueda responder con estrategias concretas a la última interrogante. Pero lo que no solo se puede, sino se debe pensar como mantra nacional es que, si bien el crecimiento económico no implica desarrollo económico ni más igualdad, saldar esta distancia entre la libertad económica y la libertad de vivir en una República de verdad, es de primordial importancia para el equilibrio de nuestra sociedad.