Está claro que para todos, la guerra es un infierno. Pero muchos estadounidenses realmente no creen esta premisa, especialmente cuando la guerra en cuestión es la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, para los hombres que tuvieron que soportar los horrores del combate, la guerra fue terrible, pero la gran mayoría de los estadounidenses nunca experimentó el combate directamente. Ello era algo que acontecía en ultramar, y los censores del gobierno mantuvieron los informes de sus brutales realidades lejos del público.

Para muchos estadounidenses, en aquella época y desde entonces, la Segunda Guerra Mundial parecía ser una cosa buena, principalmente porque, la guerra sacó a la economía de la depresión en la cual se encontraba empantanada por más de una década. Durante la Gran Depresión, mucha gente se encontraba desesperada acerca de si la economía volvería a operar otra vez satisfactoriamente. Entonces, la movilización para la guerra coincidió con lo que aparentaba ser un gran auge económico.

Para los economistas que habían abrazado recientemente las ideas de John Maynard Keynes, expresadas en su “Teoría General del Empleo, el Interés, y el Dinero”, la guerra parecía validar sus creencias. En la teoría de Keynes, en contraste con la visión previamente aceptada, una depresión económica podía continuar indefinidamente a menos que el gasto del gobierno, financiado por un déficit presupuestario, fuera suficientemente incrementado. El keynesianismo creía que los déficits federales de los años 30 habían sido demasiado pequeños para sacar a la economía de EE.UU a flote.

Teoría Keynesiana: Teoría General del Empleo

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Fuente: Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero – Keynes, J.M

Desde entonces, la mayoría de los economistas e historiadores han aceptado la conclusión keynesiana. Parece obvio que la guerra consiguió sacar a la economía de la depresión, que creó una condición comúnmente denominada “Prosperidad del tiempo de guerra”. ¿Cómo podría alguien sostener otra cosa? Nadie puede negar ciertamente que el déficit presupuestario de los tiempos de guerra fueron inmensos. Vale mencionar que estos añadieron alrededor de $2,2 billones a la deuda nacional estadounidense. Sin embargo, las apariencias pueden ser engañosas, y las correlaciones pueden ser espurias. La participación estadounidense en el acontecimiento más destructivo de todos los tiempos ¿Tuvo realmente consecuencias económicas positivas?

Cuando algo luce como contradiciendo a la intuición, nos ayuda a reexaminar los términos en los cuales se expresa el rompecabezas. Éste es ciertamente el caso de la prosperidad de los tiempos de guerra de la Segunda Guerra Mundial. Entonces, ¿En qué consistió esta condición?

Considere primero al mercado laboral. Aunque el desempleo virtualmente desapareció, la desaparición no se debió en nada a la política fiscal Keynesiana. En verdad, le debió todo al reclutamiento masivo. Entre 1940 y 1944, el número de personas desempleadas cayó en 4,62 millones, mientras que las fuerzas armadas se incrementaron en 10,87 millones. Por el período entero de la guerra, más de 10 millones de hombres fueron reclutados. El enorme reclutamiento forzoso redujo drásticamente el número de potenciales trabajadores y redujo las filas de los desocupados, y lo habría hecho con o sin el déficit presupuestario del gobierno. La correlación keynesiana es falsa. ¿Pero qué ocurre con el enorme incremento del rendimiento total de la economía?

Pues, resulta que esto no es nada más que un artilugio del sistema contable utilizado por el gobierno para llevar las cuentas del producto nacional. En el sistema oficial, el gasto en bienes y servicios militares es contabilizado como parte del valor del dólar del producto nacional, al igual que el gasto en bienes de consumo y en bienes de capital nuevos. Por lo tanto, cada dólar que el gobierno pagó por los servicios del personal militar o por la compra de acorazados, tanques, bombarderos, y otras municiones durante la guerra fue incluido en el PBN. En otras palabras, la deuda pública se duplicó en términos absolutos.

Deuda pública en relación al PNB de EE.UU – Periodo 1916 – 1945

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Fuente: Departamento de Comercio de EE.UU – Estadísticas históricas (Census Government)

Pero cuando examinamos el resto de PBN (la parte que consiste en el gasto en bienes de consumo civiles y en nuevos bienes de capital) encontramos que después de 1941, declinó durante dos años; y aunque se incrementó después de 1943, todavía se encontraba por debajo de su valor de 1941 cuando la guerra terminó. Por lo tanto, los años de guerra atestiguaron una reducción del producto real total destinado a los consumidores e inversores civiles. En conclusión: Un grito alejado de la prosperidad de las épocas de guerra.

Muchos aspectos del bienestar económico se deterioraron durante la guerra. Sin embargo; después de que la guerra concluyera a finales de 1945, un genuino milagro económico ocurrió durante los siguientes dos años. Más de 10 millones de hombres fueron liberados de las fuerzas armadas. La industria, la que había estado ocupada en gran parte en producir bienes para la guerra de 1942 a 1945, retornó a la producción de bienes civiles. El enorme déficit presupuestario del gobierno desapareció, y durante los ejercicios fiscales de 1947-1949, el presupuesto federal tenía realmente un pequeño superávit. Todavía, a pesar de los temores y de las advertencias de los economistas keynesianos de que tales acontecimientos hundirían a la economía nuevamente dentro de la depresión, la producción civil creció, aumentando en casi un 27% de 1945 a 1946, y la tasa de desempleo nunca excedió el 4% hasta la recesión de 1949. ¿Por qué la economía se comportó tan exitosamente durante la reconversión? Es un misterio económico al que algunos economistas, recientemente han comenzado a intentar comprenderlo mejor.

La corriente principal de pensamiento en la profesión de la economía nunca hizo frente a las contradicciones entre la teoría keynesiana y los acontecimientos de la reconversión. Según esta teoría, el enorme cambio total del presupuesto federal (de un déficit de 25% del PBN durante 1943-1945 a un superávit durante 1947-1949) debería haber llevado a la economía a un colapso. No lo hizo, lo cual refuta la teoría de Keynes. No haciendo caso a este hecho embarazoso, los keynesianos continuaron mencionando el auge de la guerra como una demostración definitiva de la efectividad de su teoría.

Una economía de comando puede mantener a todos ocupados fabricando municiones y empleándolas para demoler a los enemigos de la nación, pero la producción de municiones se encontraba lejos de ser gratuita. Exigía costos de oportunidad enormes, aun cuando parte de ella podía ser alcanzada simplemente empleando a los trabajadores y al capital que habían estado ociosos antes de la guerra.

La economía keynesiana descansa sobre la presunción de que el gasto del gobierno, ya sea para municiones o para otras mercancías, crea una adición a la demanda agregada de la economía, lo cual trae aparejado empleos y otros recursos que de otra forma seguirían permaneciendo ociosos. Es decir, según los keynesianos, la economía consigue no solamente la producción adicional ocasionada por el uso de esos recursos sino aún más producción vía un efecto multiplicador. Por lo tanto los keynesianos afirman que aún el gasto gubernamental para emplear a personas que caven fosas en la tierra para luego rellenarlas otra vez, tiene efectos beneficiosos; aunque los excavadores no crean nada de valor, el efecto multiplicador es puesto en movimiento a medida que ellos gasten su ingreso recientemente adquirido en los bienes de consumo recientemente producidos por otros.

Así pues, las políticas del gobierno crearon un alto desempleo sostenido, y los keynesianos culparon al mercado. Los keynesianos entonces le adjudicaron a los déficits gubernamentales de los tiempos de guerra el sacar a la economía fuera de la Gran Depresión y continuaron apoyando los gastos en defensa para prevenir otro colapso económico. De esta manera, la economía sana fue substituida por ideas económicas agradables a los políticos del despilfarro, a los contratistas de la defensa, a los sindicatos, y a los economistas de la izquierda-liberal.

Según Von Mises, la prosperidad de la guerra es como la prosperidad que proviene de un terremoto o de una plaga. La analogía era válida en la Primera Guerra Mundial, en la Segunda Guerra Mundial, y durante la Guerra Fría. ¿Seguirá siendo válida en la actualidad? ¿Ustedes que opinan?

Referencias

  • Keynes, J.M (1936) – Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero.
  • Departamento de Comercio de EE.UU (2017) – Estadísticas históricas (Census Government)
  • World Bank (2017) Estadísticas – Producto Nacional Bruto.
  • Embassy (2017) – La Gran Depresión y las políticas de gasto de gobierno.