En muchos países, personas se ven privadas de las necesidades más básicas, yendo a dormir con hambre noche tras noche, por la corrupción, mientras poderosos y corruptos disfrutan de sus ostentosos estilos de vida con impunidad.

José Ugaz, Presidente de Transparencia Internacional.

 

¿Qué tan institucionalizada está la corrupción, no solo a nivel del aparato estatal, sino dentro de la cosmovisión de los civiles peruanos? ¿Estamos biológicamente predeterminados para ser corruptos, como dijo Enrique Peña Nieto sobre los mexicanos? ¿Es la corrupción un acto exclusivo de las esferas más altas del poder, o es que los ciudadanos promedio podemos también calificar como corruptos?

Los últimos días han constituido un sismo para la elite política peruana de los últimos 17 años, aunque todos sabemos que la peor parte se la está llevando Toledo (con justa razón, cabe mencionar). ¿Cómo le explicaremos a las generaciones venideras que en el 2017 llegamos a un punto en el que cuatro ex presidentes consecutivos elegidos por el pueblo o bien estaban en la cárcel o bien estaban afrontando investigaciones e incluso requisitorias por el delito de corrupción y enriquecimiento ilícito? ¿Cómo explicaremos que el primer periodo democrático ininterrumpido luego de los fatídicos noventas está ahora tan plagado de manchas de los pasos de funcionarios públicos corruptos, infiltrados en las instituciones gubernamentales?

Empecemos por la evidencia histórica reciente sobre la percepción que los peruanos tenemos sobre la corrupción. En los últimos 10 años, el Perú se ha encontrado en las posiciones de la mitad inferior del Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), elaborado por Transparencia Internacional. El 2016, la encuesta elaborada por esta organización, respecto a qué tan corruptos creemos los peruanos que es nuestro aparato estatal, evidenció que nos encontramos en el puesto 103 de 176 países encuestados, con un puntaje de 35 sobre 100, donde 0 es lo más corrupto posible y 100, nada corrupto.

Sin embargo, si bien este estudio busca revelar la opinión de los ciudadanos respecto a este preocupante problema ¿Qué acciones concretas vemos que se toman en nuestra sociedad como demostración del repudio a la corrupción? Solo por hacer un paralelo, dentro del marco del problema de la corrupción y utilizando un hecho reciente en otra parte del mundo, recordemos que a inicios de este mes, las calles de Rumanía se llenaron no durante uno ni dos, sino durante seis días seguidos, en múltiples ciudades, con rumanos protestando indignados tras un peculiar decreto presidencial que otorgaba impunidad a delitos de corrupción. Si bien el gobierno no dimitió, como pedían los protestantes, dicho decreto fue dado de baja.

Protestas en Rumania. El 4 de febrero se registro el número pico de protestantes en dicho país, alcanzando la increíble suma de 400 mil asistentes, 170 mil de ellos en Bucarest.

 

Por otro lado, aquí en Perú, tras ser de conocimiento público que precisamente el ex presidente Alejandro Toledo, uno de los emblemas de la lucha contra la corrupción y protagonista de la recordada Marcha de los Cuatro Suyos, es uno de los principales implicados en los sobornos recibidos por altos funcionarios peruanos para avalar los sobrecostos de las principales obras ejecutadas por la constructora brasilera Odebrecht, con más de $20 millones confirmados hasta el momento, la respuesta de la ciudadanía, entre marchas sin casi ningún adepto, han sido…

M e m e s.

¿Es imposible escapar de las garras de la corrupción? No, al menos así lo demostró Hong Kong. En 1974, el país asiático creó la Comisión Independiente Contra la Corrupción. Desde entonces, y con solo una oficina para dicho fin, los índices de corrupción en dicho país han disminuido hasta lograr pertenecer al top 20 de los países menos corruptos del mundo, llegando a ocupar el puesto 15 en el IPC. Pero claro, este importante trabajo no compete solo a una oficina anti corrupción…

La corrupción, al igual que otros tipos de conductas deshonestas, es adquirida por ejercicio y ejemplo. ¿Alguno de los que lee este artículo se considera 100% inocente de haber cometido algún acto de corrupción en su vida? Una luz roja que nos pasamos, un examen en el que copiamos, un libro bamba que compramos… Todos hemos practicado corrupción en algún momento de nuestras vidas. Y en algún momento hemos visto a nuestros padres hacerlo, así como nuestros hijos nos vieron. ¿Si nosotros no respetamos las leyes y normas, cómo esperar que aquellos en quienes depositamos la confianza y el poder de administrar nuestro Estado las respeten?

En este sentido, es necesario resaltar el papel fundamental de la educación en la lucha contra la corrupción. Tanto en alguno de los colegios más humildes del altiplano peruano, como en alguno de los más exclusivos de ciudades como Lima, Arequipa o Piura, en este preciso momento, se encuentra matriculado algún futuro congresista, ministro y, cómo no, presidente de nuestro país. Como dijo Samuel Gleiser, ex director de la Cámara de Comercio al recibir la condecoración de la Orden Gran Sol este año, es fundamental que nuestro país retome una firme política de educación cívica y en valores:

Que se implemente desde la educación primaria, de tal manera que los peruanos podamos erradicar la corrupción que actualmente se ha diseminado, con base en una cultura de integridad y transparencia“

Y para finalizar, como se plantea líneas arriba en el presente artículo, un corrupto no nace. Se hace. ¿Y si trabajamos en evitar que sigan haciéndose más corruptos?