Es una era de cambios, en todo el mundo ya nos damos cuenta de ello. Sin embargo, el caso del yuan versus el dólar es especial porque rompe con algo que ya se tenía como natural en los mercados internacionales: la denominación en dólares de los commodities (y de todo lo que tenga un ápice de importancia en la economía mundial). Ahora bien, hay varias aristas por las cuales abordar este tema, pero el punto de vista ruso/chino es el que ha cobrado más importancia en los últimos años, por cuanto significa un cambio considerable de perspectiva en la economía mundial. Veamos, entonces, cómo y de dónde salió este particular debate.

Comencemos  por la razón por la cual estos dos países optaron por iniciar esta cruzada. Vemos que tanto China como Rusia tienen múltiples (en serio, múltiples) razones para justificar justamente su sensibilidad hacia la política monetaria americana. Tan solo basta con recordar que China es el segundo mayor importador de petróleo – luego de EE. UU. – y que Rusia es uno de los mayores exportadores de commodities en el mundo – solo por detrás de la Unión Europea. Fácil es notar, entonces, que ambos sí están muy al pendiente de lo que en la FED se diga y explica claramente por qué se busca tanto romper con esta hegemonía. No obstante, algo que también se tiene muy claro es que esta es tanto una movida económica como política, pues moverle el piso al dólar como moneda hegemónica se traduciría como un duro golpe a la muy vapuleada supremacía gringa. Y como todos sabemos, en cuanto a relaciones internacionales, la imagen cuenta, y mucho.

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Pensemos que la estrategia sino-rusa tuviese el éxito previsto. ¿Cómo cambiaría el mundo? En primer lugar, se tendrían, por lo menos, dos currencies que lucharían por ver cuál es la más efectiva. Habría, entonces, que tomar varios puntos – que van desde los niveles de liquidez, la capacidad de manejo de los bancos centrales, la presencia que tendrían en los mercados financieros globales, etc. – para elegir una, ver cuál nos conviene y analizar cuál nos brindaría una rentabilidad mayor.

Pero, y aquí se abre la discusión, lo que muchos auguran es que al final solo una de ellas será la que quede en pie y se hará con el título de ser la moneda más usada en todo el mundo. Entonces, ¿cuál de las dos sobresaldrá?

En una esquina, tenemos al dólar, presente en todo el mundo y usado casi para cualquier transacción. Es tan común que incluso es utilizado como la moneda nacional de otros países. Y son sus mismas fortalezas las que a veces juegan en su contra. Por ejemplo, dado que por los dólares se mueve el sistema financiero mundial, en caso de una crisis generalizada (o concentrada en EE.UU.) o movimientos drásticos de devaluación, el uso del dólar está sumamente expuesto, sobre todo si es que tus activos, tu hipoteca o tus ahorros están en esa moneda. Algo así es lo que sintió China cuando sopesó si es que valía la pena seguirle el juego a la FED siempre que decidía salvar al Banco de Juan Perez de la bancarrota. Es decir, en pocas palabras, China se cansó de depender de las decisiones de la FED, que siempre corresponden a una agenda no muy favorable para las economías más competentes que no sean Estados Unidos o sus aliados.

Choose your fighter

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Por otro lado está el retador, el yuan, que también tiene sus puntos fuertes, cimentados por la ridícula gran cantidad de activos que ostenta este país, siendo el mayor acreedor de la nación con la que compite tanto (o sea, EE. UU.), y lo que demuestra la solidez que tendría esta moneda. También tenemos un nuevo sistema de pagos (PVP, googléalo) organizado por el Banco Popular Chino que permite, facilita y promueve los pagos en rublos rusos y yuanes chinos entre ambos países. Todo esto, y otras muchas iniciativas, son parte del intento de China para crear una nueva Silk Road que buscaría amalgamar a las más grandes potencias comerciales de Asia, Europa del Este y África. ¿Demasiado interesante para dejarlo pasar, no?

Ya sabiendo estos puntos, ¿cuál sería para ti la moneda más fuerte, la más sólida y rentable? ¿cuál sobreviviría? Veremos que esto termina siendo, por lo menos, debatible y que ambas tienen sus pros y contras, pero lo que sí es indiscutible es que al dólar ya le ha salido competencia. Un problema más para agregar a la lista.