Según la Real Academia, un estereotipo es una imagen estructurada y aceptada por un grupo amplio de personas, es decir, es un pensamiento inalterable que es compartido por la mayoría de individuos. Este se puede presentar en distintos ámbitos tales como el social, cultural, racial y religioso. Sin embargo, que sea compartido por un colectivo vasto no determina que sea realmente verdadero, pues es una percepción generalizada. Lo cierto es que vivimos en un mundo inundado de estereotipos, donde muchos de estos están desapareciendo ya que la mentalidad de las sociedades está cambiando, a pesar de que aún se mantienen muy presentes en el día a día.

Por ejemplo, es muy común escuchar que la madre debe cumplir los quehaceres de la casa, es decir encargarse de los hijos, trabajar menos y limpiar la misma, mientras que el esposo debe ser el que sirva de sustento para la familia. Si bien este tipo de pensamiento ha ido evolucionando, la mujer percibe únicamente el 69,7% del salario del hombre, estadística que no solo demuestra la desigualdad de género sino que no ayuda a cambiar la mentalidad de las sociedades, las cuales posiblemente consideran más conveniente que el varón esté empleado a tiempo completo cuando se empieza a tener hijos, pues este aporta económicamente más que su contraparte femenina, cuando en realidad deberían poder brindar a su descendencia los mismos beneficios económicos.

Estereotipos 2

Por otro lado, existen los estereotipos asociados a la religión musulmana debido a que se vincula el terrorismo con este grupo religioso, ya que en la televisión solo se habla de atentados en los que miembros de esta comunidad están involucrados, lo cual no se debería generalizar, pues existen musulmanes que practican formas de vida espiritual donde los pilares son amor, paz y tolerancia como el sufismo, lo opuesto a los extremistas que se enfocan en venganza, violencia y destrucción. En pocas palabras, al sesgar al televidente con imágenes terribles, se van creando afirmaciones universales que son incorrectas.

Por último, los estereotipos relacionados a conceptos médicos que creemos saber, pero que terminamos asociando erróneamente. Por ejemplo, el caso de la anemia. Muchas personas, creen que si eres delgado puedes tener anemia, mientras que si tienes un peso “ideal” o por encima del promedio, no deberías tenerlo o es más difícil poseerlo. Cuando en realidad, esta se produce por la falta de producción de glóbulos rojos, la cual está relacionada con la alimentación deficiente en ciertos nutrientes, situación en la que cualquier persona podría verse envuelto.

Podría nombrar muchísimos casos para seguir ejemplificando la cantidad de estereotipos que se escuchan y comentan, pero lo importante es que no nos quedemos estáticos ante comentarios “comúnmente aceptados”, pues no necesariamente son verdaderos. Es necesario indagar para no repetir lo que uno no sabe ciertamente, y así poder ir destruyendo los estereotipos que tanto queremos alejar de nuestra sociedad.