Imagínate como buen peruano que eres despertarte un día hablando como argentino. Aunque al principio te parezca gracioso tener un acento distinto, te vas dando cuenta de que no lo puedes cambiar ni controlar. El “vos” y el “che” ya son parte de ti. Eres un peruano, más peruano que la papa, que nunca ha tocado Argentina pero hablas como si hubieras vivido toda tu vida en Buenos Aires. No hay cura, no hay tratamiento. Eres tú, pero no hablas como tú.

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Algo similar le pasó a Michelle Myers, una mujer de Arizona. Una noche, Myers  se fue a dormir con un leve dolor de cabeza. Al día siguiente, se despertó hablando inglés con un acento británico. Dos años después, seguía hablando como británica, aunque ella nunca hubiese ido al Reino Unido. No lo podía cambiar, el acento ya era parte de ella. No era la primera vez que le sucedía. Hace unos años había comenzado a hablar como australiana y en otra ocasión, como irlandesa; pero en esos casos, luego de unas semanas, el acento había desaparecido por sí solo.

A Myers la diagnosticaron con Síndrome de Acento Extranjero (FAS en inglés). Este desorden se da usualmente luego de algún trauma neurológico. El lenguaje se mantiene entendible; pero, la entonación, la melodía, el ritmo y la ubicación de la lengua al hablar están alterados.

Esta condición fue documentada por primera vez en 1907, cuando el neurólogo francés Pierre Marie tuvo en su consultorio a un hombre de París que había sufrido un derrame cerebral y posteriormente, desarrollado un acento francés- alemán. En el siguiente siglo, según el National Institute of Health se han reportado alrededor de 60 casos en la literatura médica.

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El caso más prominente de esta condición se dio en la ciudad de Oslo durante la Segunda Guerra Mundial. G.H. Monrah- Khohn, neurólogo noruego, atendió a una mujer que había sufrido un golpe en la cabeza debido a un bombardeo en 1941. La paciente desarrolló un acento alemán en un país que en el pasado había sido invadido por Alemania, por lo que la confundían por alemana y fue discriminada y rechazada en la sociedad, al punto de que en las tiendas no le querían vender víveres.

El síndrome del Acento Extranjero es una condición que todavía no tiene cura ni tratamiento y aunque sea una condición extremadamente rara, esta abre la oportunidad de expandir el campo de investigación científico- neurológico para continuar descubriendo y estudiando el fascinante mundo de “enfermedades raras” que una alteración en nuestro cerebro puede causar.