Hace algunos años, conocí a un estudiante extranjero que vino a Lima para realizar un intercambio en mi universidad. Ya llevaba algunos días aquí, se notaba algo temeroso e inseguro pues no conocía a nadie y apenas podía hablar español. Seis meses después, lo volví a ver y de manera muy espontánea se acercó a saludarme y me dio un abrazo. Para ese entonces, ya había viajado por casi todo el Perú, tenía muy buenos amigos con quienes disfrutaba los fines de semana y, sorprendentemente, podía mantener una conversación fluida. Todas esas vivencias lo convirtieron en la persona que es hoy.

Fueron tan positivos los cambios y tan grata mi sorpresa, que decidí escribir esto para que más personas se animen a vivir esa experiencia.

International multiethnic exchange of students, happy students presenting their countries with flags

Tomaste la decisión de irte de intercambio porque querías vivir una experiencia diferente: conocer un nuevo país y su cultura, aprender su idioma, estudiar en una universidad a miles de kilómetros o porque, simplemente, querías salir de tu rutina e ir en busca de una nueva. Definitivamente, estabas dispuesto/a a escapar de tu zona de confort y construir una vida lejos de tu ciudad natal. Y vaya que así sería…

Hace unos meses no imaginabas que una familia que no conocías iba a acogerte y a tratarte como un miembro más de ella. O que ibas a conocer a jóvenes de todo el mundo que, como tú, buscaban una experiencia inolvidable lejos de casa. Tampoco se te cruzaba por la cabeza que países como Sri Lanka o Bolivia serían los destinos de tus próximas vacaciones. O que compartir la comida típica de tu país se iba a convertir en la ocasión perfecta para dar a conocer tu cultura y para reunirte con muchos de tus nuevos amigos.

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Nunca antes perderte en una ciudad extraña había sido algo tan fascinante. Porque al final -y en medio de la incertidumbre y del miedo a lo desconocido- necesitaste un tiempo a solas para encontrarte a ti mismo. Para darte un respiro y reflexionar; pero, especialmente, para darte cuenta de lo que eres capaz de lograr poniendo a prueba tu instinto de supervivencia.

Era increíble pensar que te pasarías horas buscando vuelos y tours, haciendo match con tus días libres para organizar tu próximo trip, porque el tiempo pasaba volando y tenías ansias de visitar todas las ciudades posibles. Era de esperarse que sería complicado ponerte de acuerdo con tus amigos, así que decidiste viajar solo a algunos destinos pues el tiempo era solo tuyo y la buena disposición, también. Por suerte, no dudabas en preguntarle a un local por la dirección del hotel y, por qué no, sobre la historia y costumbres de la ciudad. Nunca antes habías aprendido tanto tras entablar una conversación con un extraño.

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Quién diría que la estación de tren y el aeropuerto se convertirían en los lugares más felices y tristes a la vez: el más feliz cuando llegabas a un nuevo destino y el más triste a la hora de despedirte de alguien. Y este último momento había llegado: el fin de tu intercambio. La frase <<no es un adiós, sino un “hasta luego”>> resonaba en tu cabeza. Lamentablemente, sabías que era no era del todo cierta ya que, probablemente, esa despedida sería un adiós para con algunos. Y gracias a los nuevos amigos que hiciste, el significado de las palabras familia y hogar ahora abarcaban más personas y lugares, si sabes a lo que me refiero.

Pero no todo fue perfecto. En ocasiones, te sentías diferente y no encajabas en algunos grupos pues tu forma de ser y de ver el mundo no era compartida por ellos, así que alejarte y tomar las riendas de tu tiempo y amistades. Aunque anduviste solo por momentos, al final del día, pudiste encontrar a esas personas con quienes tenías intereses en común y en quienes podías confiar ya que se mostraban auténticas y sabían aceptar las diferencias. Fueron pocas, pero hoy tienes la suerte de llamarlos amigos.

Finalmente, aprendiste a valorar y priorizar las experiencias sobre los bienes materiales. Después de tantos meses lejos de casa y luego de innumerables vivencias, tenías tantos amigos por visitar y países nuevos por conocer, que la mejor inversión que podías realizar –en la medida de tus posibilidades– era en esos tickets de avión que te llevarían a tu próximo destino: ¡viajar se había convertido en una de tus prioridades!

Luego de leer esto, ¿te animas a vivir la experiencia del intercambio?