“Los viejos tenemos el conocimiento. Los adultos tienen la seguridad. Los niños tienen la ilusión. Pero sois los jóvenes los que tenéis el poder para cambiar el mundo”, Laura Gallego

Los jóvenes cumplen un papel importante en sus países. Su optimismo, determinación y esperanza en un mejor mundo, los impulsan a defender sus ideales y buscar un cambio. Aunque sus anhelos puedan ser considerados utópicos por muchos, estos les permiten mantenerse a la vanguardia y seguir avanzando en la construcción de un mundo más justo y equitativo. Con sus éxitos, pero también desaciertos, contribuyen a moldear la historia de cada país. En el mundo actual, que avanza rápido, los jóvenes tienen mucho que aportar: su voz merece ser escuchada, pues representan el futuro.

Sin embargo, la voz de los jóvenes no siempre es bien comunicada ni comprendida. En las últimas elecciones en Gran Bretaña a raíz del Brexit, en Colombia para el acuerdo de paz con la FARC, o en las presidenciales de Estados Unidos, la opción preferida mayoritariamente por la juventud – con amplia diferencia –  resultó la perdedora. Si los jóvenes tienen el poder para cambiar el mundo, pareciese que esto no está ocurriendo; peor aún, el cambio se está dando en una dirección contraria a la buscada. Es importante ser críticos al respecto.

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En el Perú, la voz de los estudiantes debe ser escuchada

En el Perú enfrentamos desafíos donde los jóvenes cumplimos un papel clave. La reforma en la educación superior y un currículum nacional escolar que aborda decididamente el tema de equidad de género, son dos situaciones que están en el ojo de la tormenta. Los estudiantes han mostrado defender la ley universitaria porque son conscientes – en carne propia – de la fragilidad de diversas instituciones educativas y lo fácil que es engañar a la población a través de falsas promesas de educación superior de calidad. Asimismo, reconocemos que, para abordar los desafíos del siglo XXI, la educación básica debe considerar la equidad de género y la tolerancia como puntos fundamentales.

Es preocupante la campaña en contra de las reformas actuales en educación. Abunda información falsa y malintencionada. Se pide la cabeza de Saavedra sin respetar un debido proceso, e intereses particulares afectan la decisión. En ahora cuando los estudiantes necesitamos estar más unidos para alzar nuestra voz. Aunque busquen desacreditarnos o no nos tomen serio, mantengámonos animados: nuestra participación es clave y debe ser cada vez mejor.

Todos y todas construimos el Perú.

Todos y todas construimos nuestro Perú

Hace poco, tuve la suerte de participar en la organización de la marcha en contra del proceso de designación de directores del BCRP, una situación preocupante porque se trataba de un hecho que atentaba contra la meritocracia y la institucionalidad en el Perú, al premiar intereses particulares por encima de lo mejor para el país. Como imaginábamos cuando coordinamos con jóvenes de otras universidades, ahora el problema se repite con las reformas en educación, un tema sensible y crítico para el futuro.

Esta experiencia previa es un gran aprendizaje. La preparación y la unidad son importantes para que los jóvenes podamos ser más escuchados. La crítica no puede quedar en una simple polarización o enfrentamiento. Nuestra pasión por un mejor país no puede nublar nuestro juicio crítico ni nuestra capacidad de generar propuestas. Debemos ser constructivos, a pesar de que lo más fácil sea ser destructivos al limitarnos a atacar a la otra parte. Si se da una protesta pacífica, un derecho nuestro, que sea una oportunidad de expresas ideas y no odios, en ninguna dirección.

Que las manifestaciones que vengan a raíz de la educación sean eso: la ocasión de compartir la necesidad de las reformas en educación, y posicionar una propuesta consensuada sobre el camino que debe seguir la educación en el Perú, no sólo en este gobierno, sino en las próximas décadas. Si somos capaces de construir y defender este mensaje, la voz de los jóvenes será más escuchada y valorada. Apuntemos a ello.