Seguramente alguna vez has consolado a un amigo porque le fueron infiel si es que el engañado no fuiste tú y durante el drama te has preguntado (como cualquier corazón roto lo haría), ¿Cómo impactaría la infidelidad en la economía?, ¿Qué condiciones se tienen que dar para que alguien tenga incentivos a desviarse o no de la relación?, ¿Es posible que se cumpla el teorema de “felices los cuatro”? Para responder estas cuestiones la economía nos brinda muchas herramientas.

Primero, debemos pensar en la medida que empleamos para saber si estamos bien o mal anímicamente. Pensemos en que las cosas nos dan utilidad, como la comida, el ocio o ir de juerga; ahora en las que brindan desutilidad, como estudiar mucho, la bica, el fallecimiento de alguien cercano, etc.  Segundo, debemos determinar la situación de Pareto óptimo, un momento en la economía en el que todos estamos bien y alguien podría estar mejor solo si empeora la situación de otra persona. Es un punto deseable en la economía.

Tercero, asumiremos que “sacarle la vuelta” a tu pareja da utilidad a la “trampa” y a ti, mientras que disminuye la del “cornudo”. Por lo tanto, si aumentamos nuestra utilidad siendo infieles, perjudicaríamos a nuestra pareja únicamente si se entera. Evidentemente, este no es un Pareto óptimo puesto que para estar mejor hemos tenido que hacerle daño a alguien. No obstante, en caso no exista información perfecta; es decir, que no se sepa todo lo que hace el otro, se puede lograr el engaño y por lo tanto aumentar el bienestar de la economía sin afectar a nadie.

Información Imperfecta

Información Imperfecta

Entonces, si asumimos que ser “tramposo” y saber ocultarlo mejora la situación ¿por qué las personas no están buscando mejorar sus habilidades para mentir y ser felices los cuatro?

Es posible que algunas personas valoren más una relación monógama que la soltería loca o a lo mejor, una vez comprometidos, no deseen ser infieles. Para entender esto, vamos a considerar una relación como un compromiso que rinde frutos; además se generarán dos restricciones, una para empezar un vínculo amoroso, y la otra para no desviarse.

La mano invisible te ve...

La mano invisible te ve…

La primera de estas recibe el nombre de condición de participación. Nos indica que para acceder al compromiso, la utilidad que recibimos de este debe ser mayor a la utilidad de reserva, que es lo que obtenemos si rechazamos la propuesta. En cristiano, esto significa que la felicidad que nos genera estar en una relación con una persona en específico debe ser mayor a la de ser solteros. Esto descarta totalmente la idea de “cambiar al otro”, si “te da bola” pero igual se va de juerga en juerga buscando su próxima presa no vas a conseguir que cambie de vida. Aunque te prometa mil cosas, si es que la condición no se cumple, nunca te va a firmar.

La otra restricción es la de compatibilidad de incentivos. Una vez aceptado el compromiso, la utilidad de mantenerse en este y cumplir con lo acordado debe ser mayor que la de desviarse. En nuestro análisis, esto refiere que al entrar en una relación se acuerda, entre muchas cosas, ser fiel; mientras que desviarse implica “sacarle la vuelta” a nuestra pareja; Este es el típico caso de las parejas que empiezan bien (se cumple la condición de participación) pero con el tiempo las cosas se enfrían y la utilidad de mantenerse fiel cae, por lo que la opción de desviarse se vuelve cada vez más atractiva.

Ya sabes..

Ya sabes..

Considerando estas condiciones podemos entender por qué no todos están buscando relaciones abiertas o aventuras de una noche. Las personas que son más honestas no necesitarían de la restricción de compatibilidad de incentivos, debido a que el hecho de ser fiel ya les brinda utilidad y el desvío es percibido como algo negativo. Este es un resultado interesante pues si un individuo no pensara la infidelidad como algo malo para uno mismo, entonces existe una condición tal que, junto con la probabilidad de ser atrapados, nos llevarían a una aventura que huela a peligro.

Aún queda un último escenario por analizar. Hemos pensado en términos de un “cornudo” y un engañador; sin embargo, se puede dar el caso donde ambos miembros de la pareja busquen su beneficio individual (como le gustaría a Adam Smith). En este caso, se daría un juego con las dos estrategias que ya hemos visto: “Ser fiel” y “Ser infiel”.

"No es ser infiel... Es una estrategia"

“No es ser infiel… Es una estrategia”

Entonces se tienen tres escenarios. El primero es uno en el cual ambos son fieles, digamos, para efectos didácticos, que cada uno obtiene una utilidad de 10. Otro es el caso contrario, donde ambos son infieles y a pesar de tener una desutilidad por ser engañados también ganan por vengarse, por lo que cada uno recibe 8 de utilidad. El último caso es el ya descrito donde uno es fiel y otro el infiel. Digamos que el primero se queda con una paga de 0 y el segundo, feliz por su travesura, tiene 20.

Si procedemos a resolver el juego, nos daremos cuenta de que si mi pareja es infiel, me conviene vengarme y si es fiel, también me veo en una mejor situación poniendo los cachos. Por lo tanto, el teorema de “felices los cuatros” del economista Maluma se cumpliría en un ambiente competitivo.