Atrás se queda el mes más corto del año. Se va febrero y se lleva esta tradicional época limeña correspondiente al apogeo de la cultura del derroche: los carnavales. Esta fiesta (divertida para algunos y preocupante para otros) no solo muestra nuestra gran falta de concientización ambiental, sino también nuestra falta de empatía. ¿A costa de cuánta diversión estamos dispuestos a hacernos los ciegos ante el despilfarro de agua?

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Así se jugaban los carnavales en los 50’s. ¿Cómo es posible que una tradición tan derrochadora dure tanto?

Los carnavales suelen celebrarse cada domingo de febrero y su único y principal objetivo es empapar de agua a otra persona. Las actitudes, un tanto descontroladas, que se permiten en estas fechas han hecho que el agua se complemente con elementos como pinturas y talco. Lamentablemente, nuestro recurso de vital importancia sigue siendo el más utilizado en esta celebración.

En vista de ello, año tras año, Sedapal invoca la población a que se valore y se evite el desperdicio de agua potable. No obstante, así como su calidad institucional, la difusión de su mensaje es débil: no se expone lo suficiente. A fin de conseguir efectividad, el mensaje debe complementarse con medidas que influencien el comportamiento de la gente. Por ejemplo, colocar stickers que indiquen si alguna vivienda consume más que el promedio del vecindario. Esta comparación permitiría que dichas viviendas reduzcan su consumo y que las que no recibieron sticker se esfuercen por no desperdiciar el agua.

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Este experimento de “comparación de barrio” se ha realizado en la ciudad de Belén en Costa Rica. Por lo visto, es un buen consejo para los hacedores de política.

Según la Autoridad Nacional del Agua (ANA), en el Perú, se pierde el 37% del agua disponible anualmente. Además, se ha registrado que, solo en Lima Metropolitana, se pierde aproximadamente 120 millones de litros de agua potable durante el verano, especialmente en la temporada de carnavales. Una sola persona puede malgastar hasta 160 litros de agua en los cuatro domingos de carnavales.1 De esta manera, mientras que en el Perú 4.7 MM de personas (15% de población total)2 no cuentan con conexión a la red de agua potable, otra parte de la población es capaz de divertirse con el derroche de esta.

Asimismo, preocupa el uso indiscriminado de piscinas portátiles, ya que suelen llenarse con más agua potable. Y no solo eso, en algunos casos, se hace uso de los grifos, ¡que deberían ser exclusivamente contra incendios! Solo basta imaginar lo perjudicial que podría ser tal imprudencia ante un percance para determinar la magnitud del problema al cual se hace frente. Para hacernos una idea de la falta de agua que enfrentan los bomberos en época de carnavales: https://larepublica.pe/sociedad/1414872-comas-voraz-incendio-consumio-tienda-pinturas-bomberos

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Los hidrantes son manipulados para llenar las piscinas portátiles.

Con toda esta problemática, los personajes involucrados se pusieron las pilas. La Municipalidad del Callao (uno de los lugares en donde se registra un mayor desperdicio de agua3), por ejemplo, decomisa las piscinas y multa al propietario con el 100% de una UIT (S/ 4,200).  Asimismo, resalta la labor de algunos municipios que multan a las personas que jueguen carnavales en la vía pública o que agredan a otras personas con la excusa de celebrar. Este es el caso de Breña, Barranco, El Rímac, Jesús María, San Borja, El agustino, Miraflores, entre otros.

No obstante, el problema no puede ser enfrentado desde un solo lado. Sin desmerecer la labor de las autoridades, no solo basta con prohibiciones y multas que generen incentivos para una mejor conducta de la población. Nada garantiza que el alcance institucional sea el adecuado para el mejor resultado de estas medidas. La cultura del derroche se encuentra arraigada entre nosotros.

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El mayor cambio debe venir por el lado de los ciudadanos, que consumimos el agua día a día.

De este modo, no solo se necesita una mayor participación de la sociedad civil, sino también de su CONTRIBUCIÓN. Recordemos que Lima es una ciudad ubicada en medio de un desierto. Como tal, resulta complicado encontrar agua disponible para potabilizar. Con esta cierta escasez del recurso que encaramos, ¿realmente le estamos otorgando una valoración “aceptable” al agua de todos los días?

Mientras el agua siga disponible en todo momento, todo bien. ¿Pero qué va a pasar cuando esto no sea así? ¡Cómo sufrimos al ver: “Sedapal cortará servicio de agua en distritos…!” En ese momento, aceptamos el mensaje a regañadientes y nos quejamos de la ineficiencia de la entidad. Criticamos constantemente el servicio ofrecido por las EPS, mientras que somos nosotros quienes hemos instaurado una cultura del derroche en la sociedad. Así, la necesidad de algunos resulta ser el desperdicio de otros… por lo menos hasta que nos dure el agua.

Editado por Isabela García.

Referencias:

1 SEDAPAL (2018). Nota de prensa N° 14 – 2018. “El Agua es Vital, cuídala”.

2 INEI (2018). Perú: Formas de Acceso al Agua y Saneamiento Básico. https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/boletin_agua_y_saneamiento.pdf

3 Mediante sus notas de prensa, SEDAPAL hace un llamado a los lugares en donde es necesario fomentar la valoración del agua. Entre estos, se señala a La Victoria, Rímac, Surquillo, Lince, Breña, San Martín de Porres, Los Olivos, Cercado de Lima (Barrios Altos), La Punta, Bellavista, La Perla y el Callao