Una de las noticias que más ha resonado en los medios de comunicación en estas últimas semanas, es el hecho de que Donald Trump decidió retirar a todos los militares que mantenía en la región del norte de Siria, zona que es conocida como un territorio kurdo. El hecho de que Trump haya sido quien lo haya realizado es un punto bastante importante, pues hay gente que se opone a sus acciones por el solo hecho de que es él quien las ejecuta, y no necesariamente por las consecuencias que estos actos pudiesen tener realmente.

Empecemos este artículo teniendo en cuenta que una de las promesas con las que Obama llegó a la presidencia fue sacar a las tropas estadounidenses del Medio Oriente, territorio que hasta la fecha se encuentra sumergido en conflictos políticos y violentos con los yihadistas (grupos radicales del islam político, como los miembros del Estado Islámico o del Frente Al-Nusra). En tal sentido, lo que está realizando Trump está en línea con los propósitos de Obama. No obstante, el Medio Oriente es uno de los puntos en los que Obama fracasó, debido en gran parte a la salida de las tropas americanas de Irak. Por lo tanto, esta salida de la región del norte de Siria podría ser tan mala o peor estrategia que la de retirarse de Irak.

Por otro lado, recordemos que cuando Estados Unidos invadió Irak  en el 2003 durante el gobierno de George Bush, muchos miembros de las Fuerzas Armadas de Saddam Hussein, presidente de Irak entre 1979 y 2003, se juntaron y formaron el grupo terrorista ISIS o Estado Islámico. Así, podemos ver cómo la intervención norteamericana ha desencadenado los mismos efectos que sigue enfrentando el día de hoy, es decir la manifestación violenta degrupos árabes radicales. Frente a esto, la solución sería que EE.UU. deje de intervenir en el territorio del Medio Oriente. Sin embargo, llevarla a cabo no es tan simple: El Medio Oriente es uno de los lugares más conflictivos del mundo y cualquier intervención extranjera puede cambiar un equilibrio frágil.

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En resumen, dejar de intervenir o intervenir solo ha causado problemas. Entonces,  ¿cuál es la decisión correcta? En este caso,       podemos pensar que Trump no está tomando una mala decisión con la retirada de las tropas americanas, necesariamente, pero las razones por las cuales lo está haciendo sí son preocupantes. Me explico a continuación.

Los kurdos son un grupo étnico que tiene un gobierno semiautónomo en el noroeste de Irak y reclama territorios al norte de Siria y el sur de Turquía. Además, son enemigos naturales del gobierno de Erdogan, presidente de Turquía. Por ese motivo, algunos de ellos formaron un partido político turco para enfrentarse al gobierno de Turquía. Más aún, una rama radical de este partido cometía actos terroristas, por lo que fue declarado como una organización ilegal. Esto fue algo bastante controversial ya que era uno de los partidos más representativos de los kurdos en Turquía.

Dejando de lado la relación de los kurdos en Turquía, los kurdos fueron los aliados más importantes de Estados Unidos en la lucha contra ISIS (¿ya ven cómo todo está conectado?) y para tener una alianza con este grupo, Estados Unidos les prometió protección y apoyo militar, especialmente en Siria, justo en la frontera con Turquía. Esto representaba un problema para Erdogan, quien busca eliminar a los kurdos, tanto por la oposición política como por el hecho de que considera que son una población bélica que fomenta el caos en Turquía. Así, Erdogan los quiere alejar de Turquía, pero jamás hubiese iniciado una campaña militar en Siria ya que había tropas norteamericanas justo al otro lado de sus fronteras y expulsar a los kurdos significaría expulsar a los norteamericanos también.

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                                                                                                                                                      El territorio kurdo

Ahora viene la habilidad de Erdogan de negociar con Trump. Uno de los miembros del equipo de gobierno de Trump confirmó que, en pocas palabras, Erdogan era su “lamebotas”. Esto quiere decir que lo halagaba con respecto a su riqueza y su poder, es decir, apelaba a su ego. Tan efectiva fue la influencia de estas tácticas de negociación, que Trump se opuso a sus consejeros militares del pentágono y decidió apartarse de su posición militar en el Medio Oriente.

En mi cabeza, surge una discusión filosófica: si es que una buena acción deja de ser buena si las intenciones del causante son malas. En mi opinión, las intervenciones extranjeras en el Medio Oriente solo han generado más caos en ese lugar. Desde la Primera Guerra Mundial, cuando se les prometió independencia y una Gran Arabia; hasta la intervención norteamericana en Afganistán en 1979, que entrenó a los líderes de Al Qaeda y cuyas ramificaciones vemos hasta ahora en ISIS. Sin embargo, abandonar la zona no es tan simple y EE. UU. está metido desde hace más de una década en el Medio Oriente. Por ello, ahora que le conviene salir, debe hacerlo responsablemente.

Edición: María Gracia García