Son las dos potencias emergentes más grandes del mundo. Ajustadas por Paridad de Poder Adquisitivo, el PBI de una ya superó al de los Estados Unidos y se proyecta que la otra lo logrará en solo tres décadas. Se trata de la República Popular de China y la República de la India. Para ser dos países que comparten una frontera, no se estudia mucho las relaciones que hay entre estos;, pero mas la reciente política exterior agresiva china hará necesaria su comprensión.

Para nadie es un misterio el hecho de que el gobierno chino sea altamente autoritario y turbio. Basta con saber del Gran Firewall para tener una idea de los mecanismos de control que hay en un país que tiene un poder político cada vez mayor. Lo que menos personas saben es que actualmente el primer ministro de la India también tiene tendencias autoritarias. Para quienes no lo conocen, es Narendra Modi, conocido por algunos como el Donald Trump indio. Ambos eran originalmente magnates que apostaron por entrar al gobierno de sus países con una retórica crítica del control de la clase política. Además de ello, acusan como principal responsable de los problemas de su país a una nación vecina, ya sea México o Pakistán. ¿Será que, además de ello, comparten la oposición hacia la influencia china?

Haremos un muro con Pakistán, será muy grande y los pakistaníes pagarán por él

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En primer lugar, es necesario reconocer que -especialmente desde la elección de Trump- China ha estado particularmente agresiva en el exterior, pues el gobierno ha decidido llenar el vacío dejado por Estados Unidos en varias naciones en desarrollo. Ha sido particularmente con Pakistán -nación que ha estado enfrentada con India desde su partición- que China se mostró cooperativa, dado que le ha ofrecido grandes proyectos de infraestructura. Para un líder como Modi, la influencia china no puede eclipsar a India, y es menester afrontar la situación que esta presenta. Ya el año pasado hubo una movilización masiva de tropas en el Himalaya cerca de un territorio disputado por ambas naciones. Claramente, se está armando un conflicto geopolítico.

La principal ventaja que tiene China, contra lo que podríamos pensar, parece ser no su mayor tamaño, sino cómo son las influencias que lo rodean. Analicemos los países en juego:
• Bangladés: Podríamos decir que se encuentra ambivalente. Ha mantenido relaciones habituales con ambos países, pero el antiislamismo de Modi puede jugarle en contra acá.
• Bután: Este es el único de la región que se encuentra aliado con India, pues representa su principal socio comercial y de desarrollo, motivo por el cual se opuso a China durante la movilización de tropas en el Himalaya.
• Maldivas: Aunque históricamente ha sido un aliado indio, los recientes eventos en el archipiélago causaron la retirada del apoyo proveniente de dicha nación hacia el nuevo gobierno autoritario, el cual ahora recibe cada vez más apoyo chino.
• Myanmar: Aunque China fue el principal defensor de la junta militar birmana, India también ha apoyado a su vecino oriental. Acá puede entrar el hecho de que los Rohingyas sean musulmanes, lo cual le daría una ligera ventaja a India.
• Nepal: Un aliado de China. Es una alianza asegurada debido a los conflictos limítrofes con India.
• Pakistán: Definitivamente está del lado chino. No solamente ha tenido fuertes conflictos con India, sino que China se ha marcado al lado de Pakistán, pues su primer uso del derecho a veto en el Consejo de Seguridad fue para defenderlo en la disputa limítrofe.
• Sri Lanka: China e India han competido por la influencia en esta isla por décadas, pero el gobierno actual parece haberse decidido cuando apoyó a China en la disputa del mar del sur.

Fuente: Paint

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Como podemos ver, India se encuentra en una encrucijada. Este análisis ha tomado en cuenta las muestras de apoyo, lo cual en realidad muestra sobreestimada la influencia india. Los capitales chinos están expandiéndose rápidamente por Asia; por ende, significa que China cuenta con un poder y presencia comercial mucho mayores que de los que India pueda soñar. Por más que Modi intente, se tendrá que contentar con minimizar la presencia china dentro del país. En tanto a su influencia internacional, hay un ganador certero.

Lo que esto significa es que verdaderamente nos encontramos frente al retorno de la Pax Sinica. La victoria de Donald Trump ha llegó en el momento más oportuno para esta nación dictatorial. Si las naciones en desarrollo no pueden recurrir a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés) para resolver sus problemas, necesitarán al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Para todas las críticas que le ha hecho Trump, China puede resultar el principal beneficiado del último resultado electoral estadounidense. Mientras tanto, las naciones en desarrollo que correctamente tengan reparos sobre la corrupción que se mueve en China deberán aceptarla como un hecho de la vida. China es lo que hay y a quien no le guste tendrá pocas alternativas para avanzar hacia el desarrollo.