Los alemanes poseen la palabra Schadenfreude para designar al “placer obtenido de la miseria ajena”. Esta proviene de las palabras Schade, que es lástima, y Freude, que es alegría. Esta es la explicación para todo video de FAIL que circula el internet. Podemos encontrar este fenómeno en incluso el más benévolo de nosotros, pero esta alteración positiva del humor suele estar acompañada de la empatía, lo que no nos permite entregarnos de vuelco al Schadenfreude. Esto prueba ser algo positivo porque, sin esta oposición, no habría nada que nos mantuviese en equilibrio; perseguiríamos al placer egoísta del dolor ajeno. No quiero decir con esto que comprendamos al Schadenfreude como algo necesariamente malo, ya que, como mencioné, esto es algo en todos nosotros.

Los artistas siempre han tenido un sentido del humor extraño

En primer lugar, debemos separar este concepto de otros similares, ya que el Schadenfreude solo se refiere al placer obtenido de la miseria ajena.

La envidia, por más similar que parezca, es semióticamente opuesta: el desplacer por la felicidad ajena. No es placentera y por eso se busca evitar. Por otro lado, la compasión, o el desplacer por la infelicidad ajena, sí conlleva valores positivos, aunque, al igual que la envidia, no es una emoción placentera. Por esta diferencia del placer, ni la vida de los billonarios más ostentosos del mundo ni las de aquellos con vidas más precarias constituyen “entretenimiento” de por sí.

Tampoco debemos confundirlo con el sadismo, que implica un placer personal por “infligir” dolor o miseria en alguien más. El Schadenfreude tan solo requiere el conocimiento de la miseria para derivar placer.

Entonces, ¿qué es lo opuesto al Schadenfreude? La respuesta la encontramos en el tercero de los cuatro Brahmaviharas (actitudes nobles del budismo), la práctica de la mudita: el placer derivado de la felicidad ajena. A diferencia del orgullo, como podría ser el de un padre, el placer de la mudita no piensa en los propios beneficios de la situación o repercusiones secundarias; es un reflejo de placer empático.

¿De qué o, mejor dicho, de quién se estarán riendo?

Ahora, ¿qué es más placentero? ¿Meter un gol o ver a alguien fallar un penal? Un estudio en Alemania (1) examinó las reacciones electromagnéticas del cerebro y gestos faciales frente a diferentes clips de fútbol. Estos videos consistían en goles del equipo nacional alemán y derrotas o fallos del equipo danés, su mayor rival. El estudio buscaba definir si existía una diferencia entre nuestras reacciones de alegría y Schadenfreude con un notable hallazgo: nos sorprenderíamos de cuánta más emoción les dedicamos a los errores ajenos que a los éxitos propios. Y esto no es exclusivo del fútbol.

Como ya mencionamos, es un fenómeno humano y, a pesar de que todos contamos con diferentes grados de susceptibilidad a este humor, provienen de las mismas raíces. Psicólogos de la Universidad de Milano-Bicoccia han podido identificar una constante entre los individuos más propensos al Schadenfreude: la baja autoestima (2). Esto es así ya que quienes se sienten inferiores pueden adquirir confianza al ver a alguien fallar, lo cual de facto mejora su posición. De la misma manera, aquel con una autoestima alta no lo disfruta de la misma manera, ya que su posición no se hallaba en peligro (3). Asimismo, esto supone una “victoria” sobre un oponente, que en algunos casos puede ser un rival personal o una conducta comprendida como inmoral; por ello, incluso este placer entendido como malicioso proviene de una protección de nuestra propia identidad (4).

Nuestros ancestros descubrieron el potencial de la ventana para burlarse anónimamente de sus vecinos.

¿Esto quiere decir que el Schadenfreude es algo bueno o malo? Quizás esta sea la interrogante más compleja. En la actualidad, el término alemán ha ganado una fuerte popularidad (a pesar de que Aristóteles propuso el mismo concepto siglos atrás con el nombre poco marketero de “epicaricacia”), pero colectivamente no llegamos a un consenso sobre su valor. Hay quienes comprenden cualquier humor de corte Schadenfreude como cruel, pero eso no ha detenido el auge del humor negro, los memes savage, los videos de fail, el humor cringe, el kayfabe, el humor camp, el sarcasmo, el humor autocrítico (o self-deprecating en inglés), entre otros.

Esa contraposición de ideas es resultado de muchas filosofías en contraste hoy en día. Primero, desde la cosmovisión cristiana que prima en nuestra cultura, la Biblia dice lo siguiente: “No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo.” Esto no solo cataloga al Schadenfreude como “definitivamente malo”, sino que plantea un castigo por gozar de su placer y propone reprimir la emoción. Arthur Schopenhauer, un filósofo existencialista, quien también era cristiano, decía que “sentir envidia es humano, gozar de la desgracia de otros, demoníaco”, ya que, para él, el Schadenfreude ocupa el lugar que debería ocupar la piedad o misericordia.

Nos hace pensar si realmente toda risa es buena y bonita, ¿cierto?

Por otro lado, contamos con una cultura que revuelve alrededor del Schadenfreude: los reality shows de televisión, las audiciones fallidas de canto, la prensa amarillista, las mascotas torpes, varias campañas publicitarias y, recientemente, el ámbito político. La anonimia que proporciona el internet y la lejanía que ofrecen los audiovisuales permiten deleitarnos con el humor que nos plazca sin las consecuencias de reírnos en la cara de la persona miserable en cuestión. A propósito de esto, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche dijo que “el humor es tan solo Schadenfreude con una conciencia limpia”, lo cual se alinea perfectamente con las ideologías que postulan la libertad de expresión en la comedia. Entre ellas se encuentran el reparto de Monty Python o la escuela de Ricky Gervais, cuya regla magna postula que, en comedia, “solo importa la intención”.

En conclusión, aún no sabemos si reírnos o no. Definitivamente, es racional pensar que practicar la mudita probablemente nos lleve a una sociedad más próspera que aceptando el Schadenfreude como humor válido en todos sus aspectos. Por otro lado, la lógica nietzscheana nos pide reconciliar la relación entre la naturaleza de placer de nuestro humor y el dolor ajeno. Entonces, lector, ¿usted que opina? ¿Es siempre inmoral disfrutar la miseria ajena? ¿Le hacemos daño al otro al reírnos de su desgracia? ¿Estamos de acuerdo con Schopenhauer o con Nietzsche? ¿Existe realmente comedia sin Schadenfreude?

Al menos, reírnos es bueno para la salud.

Edición: Paolo Pró

Referencias:

  1. Boecker L, Likowski KU, Pauli P, Weyers P. The face of schadenfreude: Differentiation of joy and schadenfreude by electromyography. Cogn Emot. 2015;29(6):1117-1125. doi:10.1080/02699931.2014.966063
  • Brambilla, M., and Riva, P. (2017) Self‐image and schadenfreude: Pleasure at others’ misfortune enhances satisfaction of basic human needs. Eur. J. Soc. Psychol., 47: 399– 411. doi: 10.1002/ejsp.2229.
  • Leach CW, Spears R. “A vengefulness of the impotent”: the pain of in-group inferiority and schadenfreude toward successful out-groups. J Pers Soc Psychol. 2008;95(6):1383-1396. doi:10.1037/a0012629
  • Cikara, M., & Fiske, S. T. (2013). Their pain, our pleasure: stereotype content and schadenfreude. Annals of the New York Academy of Sciences, 1299, 52–59. https://doi.org/10.1111/nyas.12179