Como parte de sus bromas de fin de año su agenda de trabajo, los congresistas de Acción Popular (AP) presentaron a inicios de Diciembre un proyecto de ley que busca bloquear y prohibir por completo el contenido pornográfico en el servicio de Internet. Esta iniciativa ha sido defendida a capa y espada por el congresista Yonhy Lescano, uno de los voceros de AP y propulsor de la ley, quien públicamente ha declarado que “una generación sin porno, se va a dedicar más al deporte y al estudio”. Esto ha encendido el espíritu cívico de varios peruanos amantes del porno que ante tal “amenaza” han advertido que llegarán incluso a marchar al congreso bajo el eslogan #ConMiPornoNoTeMetas (?).

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La ira de los peruanos despues de la ley de Lescano. Gracias a MEMES del Perú por su valioso aporte gráfico.

Y si bien el proyecto de ley aún debe ser revisado por comisiones antes de ser aprobado por el Pleno del Congreso, es preocupante que el Congresista Lescano, en su afán por mirar la paja en el ojo ajeno, continúe con el común denominador de la política en el Perú: presentar una ley que carece de cualquier sustento académico o rigor científico y que parece obviar aspectos relevantes de la realidad peruana. Es por eso que en este artículo, pongo sobre el tapete dos ideas clave que pueden contribuir al debate sobre el reciente proyecto de ley del congresista Yonhy Lescano.

La primera idea tiene que ver con los mecanismos que ya existen para proteger a las nuevas generaciones de los peligrosos y tenebrosos daños de la pornografía. El Perú ya cuenta con un aparato legal bastante extenso sobre la protección de menores a contenidos sexuales inapropiados. De hecho, en el mismo proyecto del congresista Lescano se citan todas las leyes que se aplican para impedir que niños y jóvenes estén expuestos a imágenes o vídeos de corte pornográfico en lugares como cabinas públicas de Internet. Sin embargo, para los representantes de AP estas leyes no son suficientes, pues “cada vez son más los hogares que cuentan con el acceso a Internet (…)”. Bueno, si se trata de proteger a los niños y jóvenes en el calor hogareño, los congresistas caen nuevamente en la ignorancia total de que actualmente existen paquetes de seguridad en línea que ofrecen la opción de control paterno sobre el contenido al cual todos los miembros de la familia pueden acceder. ¿Quién no ha sufrido la restricción de tener un filtro de Internet en la casa, colegio o trabajo? Ejemplos hay de sobra: ESET Smart Security, McAfee, e incluso el mismo sistema operativo de Windows son herramientas útiles que funcionan incluso en dispositivos móviles como tablets o smartphones para que los padres de familia puedan filtrar y decidir el contenido al que quieren exponer a los más pequeños de la casa. ¿Tiene lógica, entonces, que el Estado intervenga un medio de comunicación cuando son los padres mismos quienes pueden decidir lo que sus hijos pueden ver? La respuesta se la dejo a usted, estimado lector.

La segunda idea está relacionada con el descabellado y peligroso pensamiento que ronda por la cabeza de Yonhy Lescano, según el cual una expansión en el acceso a los servicios de Internet por parte de los niños y jóvenes del Perú desembocará en una generación de violadores y enfermos mentales (?). Su lógica es que el mayor acceso a Internet será mal aprovechado para la difusión de páginas web con contenido pornográfico, las cuales pueden incentivar a que más jóvenes cometan delitos sexuales en perjuicio de niños y mujeres. Lamentablemente, todo este argumento se derrumba al observar que existen casos de violaciones u otras clases de delitos sexuales que ocurren en lugares donde el acceso a Internet es escaso o nulo (osea, donde no hay pornografía). Asimismo, muchas de las investigaciones científicas sobre los efectos de la pornografía en la sociedad señalan consecuencias que van en la dirección contraria al pensamiento Lescano. Sólo para poner un ejemplo: un estudio del 2004 realizado a hombres y mujeres universitarios publicado en el Journal of Psychology & Human Sexuality señalaba que aquellos jóvenes que consumían pornografía eran menos propensos a mostrar conductas negativas hacia personas del sexo femenino e incluso se encontraban más proclives a creer que las mujeres deben ser protegidas de cualquier daño (sexismo benevolente le llamaron los investigadores). ¿No debería mejor hacerse un estudio de este tipo para los jóvenes peruanos y comprobar el pensamiento Lescano? ¿No debería ser esa investigación la que sustente un proyecto de ley de esta magnitud? Nuevamente, la respuesta se la dejo a usted, estimado lector.

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Sólo hay una respuesta para todo en la vida de Lescano. Gracias Útero por el memaso.

Dado lo explicado líneas arriba, existen razones suficientes para pensar que esta iniciativa legislativa es innecesaria y, más bien, abre la posibilidad de que el Estado, a través del Poder Legislativo, comience a girar en un espiral conservador perverso que poco a poco limite y vulnere las libertades y derechos de los peruanos. Aparentemente, no se necesita una ley anti – porno para filtrar el contenido sexual de alto calibre en la web, ni mucho menos para promover así una “generación más dedicada al deporte y al estudio”. En vez de proponer iniciativas de este tipo, y si es que verdaderamente se preocupan por el futuro de las próximas generaciones, deberían comenzar por promover y promocionar mejores opciones dentro de los servicios en Internet que ofrece el Estado, como cursos virtuales para emprender negocios o convocatorias masivas para programas deportivos de alto nivel, por poner algunos ejemplos.

Por eso y mucho más, estimados congresistas de AP, con nuestra libertad en Internet no se metan.