La llegada de la COVID-19 ha expuesto numerosas debilidades en las economías del mundo. Entre ellas, se encuentran las cadenas de suministro globales. A inicios del 2020, numerosos países experimentaron los efectos de la escasez de equipamientos médicos cuando un gran porcentaje de fábricas en China paralizaron su producción, seguidas por algunas de la India y América Latina. Como resultado, muchos países han empezado a plantearse si es sostenible mantener cadenas de suministro en el extranjero para componentes claves que se elaboran localmente.

Como respuesta a lo anterior, la estrategia del reshoring ha adquirido mayor visibilidad y práctica. Pero ¿en qué consiste específicamente? De acuerdo con Ocicka (2016), esta estrategia se define como la decisión de ciertas compañías de devolver sus actividades de producción a sus países o regiones. A diferencia del paradigma clásico de globalización, el reshoring permite que las empresas optimicen sus beneficios considerando no solo la minimización de costos, sino también variables como la calidad de los insumos y procesos, o la satisfacción de los consumidores.

Para comprender por qué el fenómeno del reshoring ha adquirido importancia desde el inicio de la pandemia, conviene conocer cuáles son sus ventajas respecto a la práctica común de los países. Estos últimos, de hecho, suelen subcontratar determinados procesos o insumos en países alejados como China o India, con el objetivo de reducir sus costos de producción.

La primera ventaja del reshoring es la elaboración de productos más seguros y confiables. Cuando las empresas producen localmente sus insumos y bienes finales, la calidad de estos es potencialmente más alta. Esto se debe a que, ahora, tienen la capacidad de implementar procesos y evaluaciones más rigurosas. Ello, sin el reshoring, es una responsabilidad delegada al subcontratista. Esta ventaja resulta relevante para industrias que necesitan de un proceso productivo de alta calidad como, por ejemplo, la farmacéutica, que requiere componentes y procesos de cuidado.

La segunda ventaja es la eliminación de los riesgos de bloqueo de la cadena de suministro. Al inicio de la pandemia, países como Canadá experimentaron la escasez de equipo de protección personal (EPP) tras el cierre de fábricas en China. Dado el contexto de pandemia, esto representa un riesgo para la salud pública y los trabajadores del sector. Afortunadamente, la estrategia de reshoring ha sido aplicada en el país, con lo cual se ha reducido la amenaza de escasez de estos bienes de primera necesidad. Muestra de ello es que, mientras en marzo del 2020, Canadá produjo menos del 1% de su EPP, a finales de octubre logró elaborar el 70% del mismo.

Además de este tipo de riesgos, la guerra comercial entre Estados Unidos y China es muestra de que los conflictos geopolíticos podrían resultar también en el bloqueo de la cadena de suministro. Esto último tiene un efecto negativo no solo en las importaciones de productos e insumos médicos, sino también en la producción en otras industrias, como la automovilística o la tecnológica.

La tercera ventaja del reshoring es la proximidad de las compañías con sus consumidores finales. A diferencia del offshoring, que es la subcontratación de empresas en países con ventajas en costos, la fabricación local de insumos y productos brinda a las organizaciones una serie de ventajas. Entre ellas, se encuentran la capacidad de modificar con rapidez su producción según las tendencias y preferencias del consumidor, y el lograr una respuesta con mayor agilidad a sus sugerencias.

Como ejemplo, consideremos la elaboración de computadoras en Estados Unidos, que requiere la importación de microchips, los cuales, a su vez, se fabrican con componentes procedentes de distintos países. En caso la empresa productora de laptops identificara fallas en un lanzamiento reciente, debería esperar como mínimo un mes para ajustar el proceso productivo, además que debería lidiar con las pérdidas de la producción fallida. A partir de este ejemplo, se puede inferir que el reshoring es beneficioso para aquellas compañías cuyo bien pueda requerir cambios rápidos en el proceso productivo.

La cuarta ventaja del reshoring es la protección de la propiedad intelectual. Cuando una empresa local subcontrata a un fabricante internacional para la producción de determinados bienes o insumos, existe un incentivo mutuo para mantener una relación cordial y respetar la propiedad intelectual. Sin embargo, cuando culmina el contrato, la compañía local queda expuesta a la infracción de estos derechos; es decir, el ex subcontratista podría fabricar productos de imitación y a menor precio. El reshoring elimina este riesgo, pues el conocimiento se mantiene dentro del país o región.

Entonces, ¿es el reshoring la mejor alternativa de producción para los países con cadenas de suministro globales? Como diría un buen economista, depende. A pesar de sus ventajas, esta opción es bastante costosa, ya que requiere de grandes inversiones en maquinaria, infraestructura y mano de obra. En consecuencia, subcontratar a fabricantes en países como China permite aprovechar sus economías de escala y, por ende, afrontar menores costos de producción. Además de ello, en muchos casos, se podría recibir ventajas fiscales por el traslado de determinada actividad económica a los países que suelen ser subcontratados.

En conclusión, si bien el reshoring está siendo aplicado con mayor intensidad desde que inicio la pandemia, podría no resultar la estrategia óptima para determinadas empresas. Como se expuso, se deben considerar variables como los costos, la necesidad de flexibilidad en los procesos, y el requerimiento de contar con insumos o procesos de alta calidad.

Edición: Claudia Barraza