¿Alguna vez te has preguntado por qué cuando ves algo llamativo, lo primero que pasa por tu cabeza es tocarlo? ¿Has ignorado colosalmente cualquier tipo de aviso que dijera: “NO TOCAR”? Si la respuesta a estas preguntas es que sí, estás en el artículo correcto.

Cuando entras a un museo, exposición o inclusive a una tienda, tu sentido de la vista es el primero y gran artífice al momento de percibir la belleza; pues como suelen afirmar: “todo entra por los ojos”. Pero, ¿realmente la visión es la única forma capaz de lograr la apreciación del arte?

Fiona Candlin, en su libro “Art, Museums and Touch”, asegura que no. La profesora de museología en Birkbeck College en Londres manifiesta que existe un impulso casi inevitable en las personas por aproximarse a un objeto que considera bello o interesante y sentirlo, pese a las prohibiciones que existan al respecto.

Creo que realmente no puedes aprender sobre las cosas a menos que las manejes.

Candlin explica que tocar una obra de arte no solo se limita al sentido per se, sino que despierta algo interno, algo más íntimo que te permite explorar el arte de una perspectiva distinta. Como asevera la profesora, es díficil aprender las cosas sin manejarlas. El aprendizaje o la motivación de aprender algo nuevo deviene de explorar cada centímetro, cada color y cada textura de una obra.

Tocar el arte es parte importante del proceso de su apreciación, debido a que cuando nos limitamos a ver las cosas adquirimos un conocimiento superficial; en cambio, cuando nos atrevemos a tener una experiencia empírica es cuando realmente alcanzas una percepción mucho más detallada del objeto que te llamó la atención en primer lugar.

En línea con lo anterior, Candlin hace alusión a que si involucramos nuestro sentido del tacto al momento de apreciar visualmente una obra, podemos trasladarnos a un plano de conexión con nuestro pasado. En otras palabras, la facultad de visualizar y sentir una obra de arte hace que nazca en nosotros la intriga de saber que historia acarrea dicha obra.

Simon Hayhoe concuerda con esta afirmación. Como profesor de educación artística y discapacidad de la Universidad de Bath señala que cada vez más personas recurren al sentido del tacto cuando visitan museos, galerías o exposiciones, puesto que buscan interactuar con los objetos alrededor.

Esta búsqueda de interacción viene desde el Renacimiento[1]. Se preguntarán: ¿qué tiene que ver el Renacimiento con mi placer culpable de tocar lo que está prohibido? Pues bien, Hayhoe tiene una teoría bastante interesante sobre esto.

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En la época del Renacimiento, la gran mayoría (por no decir todas) las obras de arte eran colocadas dentro de iglesias con una glosa tácita bastante parecida a un “esto es sagrado, no puede estar al alcance del pueblo”. Es así como los propios artistas creaban una sensación de lejanía a sus espectadores, lo cual, según Hayhoe, no ayudaba mucho en generar un ambiente íntimo con la obra. A medida que pasaron los años, esta percepción de que el arte era un poder inalcanzable se fue disipando y revistiendo de humanidad.

El arte busca la conexión entre los presentes y la obra, pero sobre todo con el personaje detrás de ella: el artista. Imagina si pudieras tocar La Gioconda (popularmente conocida como “La Mona Lisa”), sentir el lienzo que el mismísimo Da Vinci tocó al momento de retratar detalladamente a su musa. O por qué no tocar el pulido de la representación de la diosa del amor y la belleza, la escultura de Venus de Milo.

Es verdad que sentir el arte nos ayuda a vincularnos realmente y querer descubrir la historia detrás de él; sin embargo, no siempre este tipo de prácticas pueden realizarse. Lamentablemente, muchas personas irresponsables a su propio modo, han producido aversión en los dueños de estas obras de arte, quienes han prohibido cualquier tipo de experiencia no visual en sus establecimientos.

Esta prohibición es comprensible en vista de que no todo el mundo tiene el criterio suficiente para procurar no deteriorar la herencia cultural de posteriores generaciones. No obstante, esperemos que un futuro próximo las exposiciones artísticas inviten a las personas a sentir el arte en todos los aspectos.

Edición: Daniela Cáceres

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[1]Definición según la RAE: “Movimiento artístico europeo, que comienza a mediados del siglo XV, caracterizado por un vivo entusiasmo por el estudio de la Antigüedad clásicagriega y latina.”