En estos momentos, la mayoría de los peruanos se preguntan si fue buena idea que el Gobierno termine con la cuarentena (total). Si bien es cierto, nuestro país fue uno de los primeros en decretar el Estado de Emergencia Nacional, este ocurrió cuando solo teníamos 71 casos confirmados, una cifra que hasta ahora ha ido creciendo exponencialmente hasta convertirnos en el séptimo país con más contagios en el mundo, y segundo a nivel regional #TopCountry. Entonces, nos hacemos la pregunta, ¿en qué fallamos? Si fuimos uno de los primeros en establecer el aislamiento obligatorio, ¿por qué somos de los que encabezan la lista en el mundo? Acá en Juris te explicamos uno de los “por qué” de esta tragedia.

Para poder entender mejor el panorama es necesario considerar ambos extremos de las medidas de prevención del COVID-19 en el mundo, es decir, países que fueron muy rigurosos y los que fueron más flexibles. En el caso de los primeros, un claro ejemplo es China que, en la actualidad, es tomado como uno de los países que mejor han sabido llevar esta pandemia [1]. Sus principales medidas fueron la restricción estricta de movimientos en Wuhan (lugar del epicentro del brote), el cierre de fábricas, la reanudación ordenada de la producción y la construcción de hospitales especializados en la lucha contra el COVID-19.

Ahora, en los flexibles, un ejemplo puede ser Brasil, país que, como sabemos, tuvo un brote tardío, pero en estos momentos se encuentra puntero en Latinoamérica. Sus acciones consistieron en una especie de cuarentena muy relajada, ya que se quiso moderación para no ocasionar un grave perjuicio económico #UnResfriadinho. Esta relajación llegó al colmo extremo cuando su propio presidente empezó a hacer caso omiso a las reglas del distanciamiento social, participando e incluso alentando las aglomeraciones en la capital federal. El presidente, el cual ha dado positivo por tercera vez al COVID-19, ha dejado frases como la siguiente:

“En mi caso particular, debido a mi historia como atleta, si estuviera infectado por el virus, no tendría que preocuparme, no sentiría nada o sería, a lo sumo, una gripecita o un resfriado”

u otras como las siguientes: #WTF

Estos dos ejemplos nos hacen pensar en lo siguiente: si nuestras medidas han sido similares a las de China para evitar la propagación del virus, ¿en dónde se encuentra la diferencia? Pues no hay una sola respuesta. Mejor dicho: cada país tiene una realidad distinta, así como cada persona está inmersa en un contexto distinto, con necesidades distintas, con limitaciones distintas. ¿Es acaso posible -o, incluso, justo- exigirle a una persona en extrema pobreza, cuyo único ingreso proviene de vender fruta en un mercado, que no salga a trabajar durante más de cien (100) días?  Muy fácil es estigmatizar desde tu casa y haciendo home office en pijama. Sin duda, hay muchos ángulos desde los cuales podemos hallar el porqué de esta estrepitosa alza de contagios: el sistema de salud, desatendido por décadas; la ineficiencia e ineptitud en la gestión pública; la informalidad, que reina en todos los estratos sociales; la educación, palabra que debería darle vergüenza de pronunciar a muchos gobernantes nuestros, y un largo (muy largo) etc.

Y, claro está, también encontramos a la famosa criollada. Porque tan mortal es la escasez de oxígeno, como la enfermera que pide un “sencillo” para atenderte a tiempo; la falta de presupuesto en las localidades lejanas, como el pata que pide que le “des una mano” porque trabajas en un ministerio; el cobrador que llena a más no poder su combi, como tú (sí, tú), cuando vas a Asia y haces tus reus “tranqui, chiqui nomás” porque “hasta allá no llega el virus”; la absoluta ausencia de internet en muchas zonas del país, como el colegio que te pide la pensión “sin demora” o sino tu hijo se queda fuera. Nosotros creemos que la cultura de Pepe “El Vivo” es una de las grandes respuestas al por qué.

Aterrizando en el plano nacional, nuestra situación es muy parecida a la de Brasil. Esto, debido a que los peruanos tienen (tenemos) una mentalidad de rebeldía frente a la norma, siempre buscando una salida fácil o un vacío legal para así poder manifestar su voluntad o, en otras palabras, hacer lo que quieran (queramos). ¿O es entendible que en la reapertura del KFC vayan todos y se amontonen en la puerta? [2] ¿Ahora vamos a negar todas esas historias en Instagram de gente que hace sus “reus tranqui”, desde que se levantó la cuarentena? [3] ¿Cuántos dedos necesitarían nuestras manos para contar las veces que hemos visto a personas con la mascarilla por debajo de la nariz? [4] Hay que aceptarlo. Esta idiosincrasia no es algo nuevo; está arraigado a nuestra cultura desde tiempos inmemorables. Y es muy común que nosotros los peruanos creamos que “no pasa nada”. Pero nuestras acciones tienen consecuencias y todo está conectado #DARK.

Pero como hemos dicho, no podemos tildar de irresponsables o inconscientes a todos por el solo hecho de verlos en las calles, porque son estas el espacio de trabajo para muchos. El señor o la señora que vende emolientes, dulces, churros, frutas o periódicos son algunos de los invisibles que simplemente no pueden trabajar desde su casa. Ya decían los antiguos romanos que nadie está obligado a lo imposible, y quizás en la actual coyuntura dicho postulado jurídico mantenga plena vigencia. La norma es abstracta y fría; pero el hambre, tangible y amargo. Por ello, hay que distinguir entre la paja y el trigo, entre Pepe “El Vivo” y a quienes lo único que les queda es salir a las calles a chambear.

Las acciones del Gobierno, y especialmente los lineamientos propuestos por el Ministerio de Salud, han sido efectivos y razonables hasta cierto punto, pero tienen criterios muy generales y poco realistas para un país como el nuestro, con tanta precariedad económica, informalidad y criollada. Por esto, el Ejecutivo debería ser más riguroso en sus políticas, considerando todas las realidades, posibilidades y limitaciones del país, sin creer que estamos en Suiza, pero tampoco en el rancio “dejar hacer, dejar pasar”. Y nosotros, los de a pie, tenemos que entender que nuestras “juntas” o reuniones familiares pueden esperar; pero salir a ganarse el día a día, no.

Editado por Raisa Escudero y Diana Decurt


Referencias:

[1]  https://coronavirus.jhu.edu/map.html

[2] https://elcomercio.pe/videos/pais/coronavirus-en-peru-largas-colas-por-recojo-de-comida-rapida-en-sjl-nnav-coronavirus-en-peru-comida-rapida-kfc-sjl-noticia/

[3] https://larepublica.pe/sociedad/2020/07/05/arman-fiesta-en-trujillo-y-gritan-que-viva-la-covid-lrnd/

[4] https://elcomercio.pe/deporte-total/futbol-peruano/ver-jean-deza-fue-captado-en-la-via-publica-sin-guantes-y-con-la-mascarilla-mal-puesta-foto-noticia/