El estudio de la felicidad se viene dando desde que los humanos empezaron a filosofar. ¿Qué es? ¿Cómo se consigue? ¿Se puede ser feliz sin vulnerar la felicidad de otros?  #QueProfundo Los debates no han terminado y parece que nunca lo harán. Se puede decir que la felicidad es el objetivo final de muchas disciplinas científicas, académicas o artísticas. Por ejemplo, la medicina busca salud y bienestar; el derecho, justicia e igualdad; y la economía, la maximización de la utilidad o satisfacción a través de asignaciones óptimas de recursos limitados es el ejemplo perfecto. Queda claro que todos estamos en esta búsqueda constante por sentirnos más contentos con nuestras vidas.

¿Cómo somos felices? ¿Qué nos genera la felicidad? Esto intentó responder el psicólogo norteamericano Barry Schwartz cuando propuso la paradoja de la elección. Esta última tiene como eje principal el cuestionamiento de lo que él considera el dogma central de las sociedades occidentales: aumentar la libertad en las personas conlleva a un aumento de su bienestar (Schwartz, 2004). Para lograr esta libertad, se busca ampliar la cantidad de opciones que tenemos para generar un sentido de libre elección. Sin embargo, esta autonomía que en un principio debería generarnos felicidad termina por generar dos efectos contrarios:

  1. Parálisis: Con tantas opciones de por medio es muy complicado tomar una decisión debido al tremendo esfuerzo cognitivo que genera la evaluación de cada una de las alternativas.
  2. Menor bienestar: Si logramos tomar la decisión, terminamos menos satisfechos que en el caso de haber tenido menos alternativas. Esto ocurre por factores como:
    • Elecciones: Comparamos nuestra elección con el resto de las alternativas imaginarias y suponemos que existía una opción mejor. Esto nos lleva a lamentar nuestra decisión.
    • Costo de oportunidad: Comparamos lo que tenemos contra los beneficios de tener alguna de las otras alternativas, esto nos lleva a concentrarnos en la oportunidad que dejamos pasar y no en lo que obtuvimos, lo cual nos resta felicidad aún si nuestra elección fue buena.
    • Aumento de expectativas: Conforme aumentan nuestras opciones, las expectativas incrementan en la misma proporción. Con un universo enorme de opciones creemos que alguna de estas debe ser perfecta. Cuando nos damos con la realidad y vemos que ninguna lo es, nos sentimos decepcionados.
    • Responsabilidad: Cuando no tenemos opciones suficientes y tomamos una decisión que no nos satisface podemos fácilmente culpar a estas restricciones. Caso contrario, sabemos que la responsabilidad es completamente nuestra, lo cual genera sentimientos de culpa por nuestra falta de capacidad para analizar efectivamente la situación.

Por otro lado, se encuentra una corriente de pensamiento presentada por los filósofos ingleses Jeremy Bentham y John Stuart Mill: el utilitarismo. Esta expone que todos tomamos decisiones pensando en resultados que generen mayor bienestar. Por lo tanto, esto indica que la felicidad de las personas depende de cada aspecto de sus vidas: posesiones, condiciones de vida, ideales, personas que los rodean, etc. Siguiendo con esta corriente de pensamiento, diversos investigadores han tratado de averiguar qué es lo que más les importa a las personas. Shalom Schwartz, otro psicólogo norteamericano, estableció que todas las personas tienen sus propias prioridades y llamó “valores” a los aspectos que las personas apreciaban (Schwartz, 1992). Los valores de Schwartz nos sirven para conocer qué aprecia cada persona y cómo las preferencias complican la tarea de hacer que todos sean felices. Cabe resaltar que las prioridades de las personas van a estar alineadas con el contexto en el que viven y, por ello, resultan ser tan diferentes entre las distintas sociedades del mundo.

Asimismo, Shalom Schwartz expone la naturaleza de los valores universales más comunes entre culturas y cómo estos forman una estructura circular, los cuales crean interrelaciones y dejan notar y reflejar las motivaciones de cada uno de estos valores. Se mide la inclinación personal por cada parámetro mediante una encuesta de 57 declaraciones con las que se deben identificar. El hallazgo detrás de los múltiples cuestionarios es que, si bien las respuestas difieren entre las personas, los valores promedios entre sociedades siguen cierto patrón sobre lo que es más importante y qué no tanto, lo que nos muestra como la influencia de vivir en una sociedad puede cambiar tus prioridades.

Adicionalmente, surgió la idea de que ciertos valores son mejores que otros y, por lo tanto, si una persona prioriza a los que no son tan sanos es porque en realidad no posee suficiente bienestar o felicidad para poder cambiarlos por unos mejores. Universalismo, benevolencia, logro, estimulación y autodirección son conocidos como valores saludables, mientras que conformidad, seguridad, tradición y poder son los no saludables. Por ejemplo, si una persona prioriza la seguridad por sobre la benevolencia, es bastante probable que su entorno no le permita vivir con tranquilidad y deba estar preocupándose por su bienestar en lugar de pensar en los demás. Un estudio realizado en Perú muestra dos sociedades contrarias económica y socialmente dentro de un mismo país y cómo estas priorizan los valores de diferente manera. ¿Se nota la diferencia?

Proyecto Felicidad, pobreza y valores en los dos Perú, 2017

Finalmente, en el contexto peruano, la pandemia generó un cambio interesante en la teoría de la elección y la teoría de los valores. Por un lado, limitó nuestras alternativas eliminando la ansiedad de elección y el sentido de responsabilidad en caso de estar disconformes con nuestras decisiones, a pesar de que seguimos siendo responsables por ellas. ¿Vizcarra es el culpable? Asimismo, una vez empecemos a tener más libertad solo dependerá de nosotros elegir las mejores alternativas analizando todos los aspectos. ¿Seremos capaces? Por otro lado, la pandemia generó que todos los peruanos prioricemos cosas similares: encontrar la vacuna, la reducción de contagios, aunque algunos pedían que abran los malls, etc. Así, comenzamos a apreciar los valores más saludables ya que nos preocupamos por los demás y, al menos de una manera filosófica, la sociedad se une con un mismo objetivo para ser más felices. Solo queda preguntarnos si este sentimiento conjunto de sociedad y preocupación por la comunidad perdurará en el tiempo o simplemente está presente en momentos difíciles. Cuando todo pase, ¿volveremos a preocuparnos solo por lo que nos importa?

Edición: Claudia Barraza

Referencias:

Schwartz, B. (2004). The paradox of choice: Why more is less. New York: Ecco.

Schwartz, S. H. (1992). Universals in the content and structure of values: Theoretical advances and empirical tests in 20 countries. Advances in experimental social psychology, 25(1), 1-65.