A inicios del mes se celebró el día internacional contra la corrupción, palabra muy conocida por nosotros los peruanos por haber estado inmersa en nuestra historia desde hace ya muchos años. El 2020, obviamente, no fue una excepción. En un momento de suma complicación por el Covid-19, hubo 653 insensibles casos de corrupción. Robos como los de la Policía Nacional del Perú, de Richard Swing, de gobernadores, alcaldes y hasta enfermeros han sorprendido por su falta de vergüenza y, más importante aún, miedo. ¿Por qué no tienen miedo?, ¿no les asusta ir a la cárcel?, ¿por qué cada vez son más? ¿¡Qué está pasando!?

La corrupción en el país antes se presentaba solo en cargos públicos de muy alto nivel (poder ejecutivo, legislativo, judicial, fuerzas armadas), pero ahora, peor que el Covid, se ha esparcido hasta llegar a todo tipo de trabajador público. Ahora nadie tiene miedo de ir a la cárcel, ya que el excesivo mal ejemplo ha hecho que los trabajadores públicos se cuestionen la efectividad del sistema legal para combatir este letal virus la corrupción. Entonces, ¿quién tiene la culpa? Bueno, todo esto no sería posible sin el Poder Judicial.

Foto: Poder Judicial

¿QUÉ ES EL PODER JUDICIAL?

El Poder Judicial, facilito nomás, es la institución pública encargada de administrar justicia. Este ente se encarga de proteger los derechos de los ciudadanos, exigir el cumplimiento estricto de la ley y “castigar” a sus infractores. Todo esto gracias a sus trabajadores, entre ellos, los más importantes: los jueces.

La definición es perfecta, ya que, si se siguiera al pie de la letra, seríamos potencia la corrupción se vería frenada considerablemente, lo que favorecería bastante al país. Desgraciadamente, esto no pasa. El Poder Judicial del Perú presenta una serie de defectos que, a la hora de relucir, dañan al país seriamente. ¿Cuáles son algunos de estos defectos?

MUCHOS CASOS PARA POCOS JUECES

¿Sabías que en el 2018 ingresaron más de un millón y medio de nuevos casos (expedientes) a este ente público? Para el bicentenario, los casos podrían pasar los 4 millones, es decir, a cada juez(a) le tocaría resolver más de 5000 casos cuando la capacidad para cada uno es de 500, ¿es esto humanamente posible? A ese paso, entonces, ¿cómo poder darle la importancia que merecen a los casos de corrupción?

Foto: Alonso Chero / El Comercio

¿FUNCIONARIOS O DISFUNCIONARIOS?

Los filtros, como la OCMA (Oficina de Control de la Magistratura), no depuran correctamente a los jueces y fiscales corruptos, ineficientes o flojos que terminan perjudicando más el funcionamiento de este ente autónomo.

PRESUPUESTO INSUFICIENTE

Finalmente, la gota que rebalsa el vaso, el presupuesto destinado al Poder Judicial no es suficiente, lo que limita la contratación necesaria de más profesionales, para poder darse a vasto con tantos casos, y evita la adquisición de mejores herramientas de trabajo y capacitación de funcionarios.

Entonces, si tenemos una mezcla de burocracia incapaz o corrupta, exceso de casos y bajo presupuesto, ¿qué genera esto?

Todo lo antes mencionado, además de la disfuncionalidad de las leyes penales, contribuye para hacer los procesos legales demasiado lentos (si no infinitos) e ineficientes, lo que le da cabida a los corruptos con dinero, contactos y abogados sicarios audaces, de burlarse de la ley y así seguir robando descaradamente. Con estos malos ejemplos, a medida que el miedo a robar ha ido disminuyendo, más personas han empezado a hacerlo. La pérdida de miedo por parte de los corruptos le viene generando pérdidas de más de 23 000 millones de soles al país (¡QUÉ BÁRBARO!). Este perjuicio abismal de dinero limita al país de poder invertir adecuadamente, trayendo consigo una educación paupérrima, un sistema de salud ineficiente, déficit infraestructural (de aproximadamente 159,500 millones de dórales), entre otros (mejor no continúo) problemas que le están pasando factura al país. Desgraciadamente, esta situación me lleva a las siguientes preguntas: ¿tendrá fin la corrupción?, ¿hacia dónde camina el Perú?, ¿qué nos espera? Las respuestas preocupan, pero todavía estamos a tiempo. Somos nosotros, los jóvenes, los llamados a cambiar esta situación. #ElPerúEsMasGrandeQueSusProblemas

Edición: Camila Villalobos