Es 10 de abril de 1972 y las naciones del mundo se congregan en la sede principal de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, EE.UU. Los países del mundo han llegado a un acuerdo: prohibir la proliferación y mantención de armas biológicas de todo tipo. Sin embargo, más de cinco décadas después, una nueva tecnología pondría a las armas biológicas en la mira de la carrera armamentística de nuevo, la inteligencia artificial.

Reunión de las Naciones Unidas.

Afortunadamente, no existen países ni organizaciones (que sepamos) que abiertamente apoyen la investigación de armas bioquímicas, tampoco se trata de un científico supervillano que con ayuda de sus Minions quiera acabar con la civilización en su base secreta en la Luna. Sin embargo, el riesgo de este tipo de armas aparece como consecuencia de la proliferación de la inteligencia artificial para resolver problemas y es sumamente real.

En pleno 2022, toda persona tiene cierto conocimiento sobre lo que es una inteligencia artificial, mas un breve repaso nos ayudará a entender las repercusiones de esta tecnología. La inteligencia artificial (IA de ahora en adelante) es la capacidad de una máquina o programa para imitar algunas de las capacidades del cerebro humano. Por ejemplo, un programa que identifique tus gustos y preferencias en redes sociales y que decida mostrarte un asombroso artículo de Voz Actual para mantenerte atento a tu teléfono; o una IA que aprenda qué tan largo debe ser un anuncio en YouTube para que lo veas atento.

En la medicina, esa capacidad de discernimiento computacional se ha empezado a utilizar para descubrir medicamentos de forma mucho más eficiente que en el pasado. Esto se consigue (entre muchos métodos que existen) solicitando a la IA que modele un sinfín de combinaciones posibles para un fármaco y que escoja los que sirvan mejor para curar o tratar determinada aflicción. Lo que en el pasado habría tomado años, la IA puede hacerlo en pocos segundos.

Siguiendo el ejemplo del programa que prueba miles de combinaciones posibles para hallar una cura, es de esperar que deban aplicarse ciertos parámetros o filtros. El más evidente es el de la toxicidad: la IA no puede sugerir como cura del resfriado a un fármaco que quite la congestión, pero que a cambio provoque tuberculosis. Para solucionar este problema, los programadores introdujeron el parámetro LD50, donde “LD” es un diminutivo de Dosis Letal en inglés y “50” indica la cantidad de sustancia para matar a la mitad de la población. Por lo tanto, se podría decir que la LD50 es un indicador de toxicidad letal en la sustancia (el ántrax,  por ejemplo,  es una sustancia con alto LD50).  Naturalmente, los programadores le enseñan a la inteligencia artificial a primar aquellos fármacos que presenten un muy bajo nivel de LD50 y por lo tanto no presentan riesgos en el paciente y la población.

Manejo de sustancias bioquímicas

Sin embargo, seguramente estés preguntándote ¿Qué ocurriría si le enseñamos a IA a “buscar” a los fármacos con mayor nivel de toxicidad? Pues tendríamos un programa capaz de encontrar las armas biológicas más avanzadas.

Un estudio del Instituto Nacional de Educación e Investigación Farmacéutica de Ahmedabad (NIPER-A) en la India, realizó la prueba y sus descubrimientos fueron los siguientes:

En menos de 6 horas… Nuestro modelo generó 40 000 moléculas [nuevas]… En el proceso, la IA diseñó no solo VX (una de las sustancias más letales de las que se tiene registro), sino también muchos otros agentes de guerra química conocidos que identificamos mediante confirmación visual con estructuras en bases de datos químicas públicas. También se diseñaron muchas moléculas nuevas que parecían igualmente plausibles. Se predijo que estas nuevas moléculas serían más tóxicas, en base a los valores LD50 predichos, que los agentes de guerra química conocidos públicamente. Esto fue inesperado porque los conjuntos de datos que usamos para entrenar la IA no incluían estos agentes nerviosos.”

En otras palabras, la IA no solo redescubrió las armas bioquímicas conocidas hasta la fecha, sino que inventó nuevas que, de implementarse, superarían a las actuales. Todo esto en menos de 6 horas.

Es importante destacar que el haber descubierto estas toxinas no las pone inmediatamente al alcance de todos, aún existe un largo y dificultoso camino que es la sintetización de los químicos. La IA muestra el resultado final de cómo se ve el arma, pero aún es trabajo de los humanos encontrar la forma de hacerla realidad (tarea muy lejos de ser sencilla).

Es así como la IA abre nuevamente la puerta a las armas químicas, cuál botón nuclear que aparece súbitamente ante todas las naciones del mundo y espera a ser presionado. Aunque ya muchos han tildado a la inteligencia artificial como una tecnología inherente mala, este servidor considera que en el campo de la ciencia no existen valoraciones morales. Es el uso que hacemos de ella lo que determina su impacto en la sociedad. Depende de las naciones del mundo no presionar el botón rojo, por más tentador que parezca.

El botón rojo