De seguro escuchamos que el COVID-19 viene del pangolín o del murciélago. También hemos escuchado a nuestro perro estornudar, lo que nos da la idea de que los animales se resfrían. Ahora, los amantes de las plantas saben que estas también se enferman (incluso el primer virus estudiado fue el del mosaico del tabaco). Pero ¿qué hay del resto de organismos? ¿Ahora también tengo que usar tapaboca para no contagiar a mis suculentas?

Un breve repaso. El virus es un “agente” que necesita de células para reproducirse. Es decir, controla la maquinaria celular para que traduzca sus proteínas y forme más copias de él mismo, hasta que estas células dejen de funcionar. Para dejarlo en claro, si algo tiene células puede ser infectado por un virus. Incluso un virus puede ser infectado por otro virus. Aunque los virus infectados funcionan más como transportadores que como generadores de nuevos virus.

LIFE (o en este caso life like) FINDS A WAY

Como todavía no nos extinguimos, debe de haber algo que nos ayude a eliminarlos. Entra en escena: EL SISTEMA INMUNE (Inmunología = Inmunitas = protegido). Hay dos formas de sistema inmune: innato y adquirido.

El innato se activa una vez que el agente infeccioso ha pasado nuestra primera línea de defensa: piel, exoesqueleto, cáscaras, membranas celulares, paredes celulares, etc. Se nombra agente infeccioso a todo lo que no pertenece al cuerpo o que no es reconocido como propio. Todos los organismos tienen la capacidad de diferenciar entre ellos y no-ellos.

El reconocimiento de cuerpos extraños es a través de las proteínas en las membranas celulares. El hospedero tiene receptores que reconocen entre propio y ajeno, si se identifica como posible infección se da la señal de alarma que genera una respuesta genérica de producción de metabolitos de protección y muerte celular.

En el caso de las bacterias, su sistema innato puede ser resumido en que mientras más cambien sus receptores, menos posibilidades de ser invadidas por un virus, ya que este no encuentra su vía de acceso conocida. Una estrategia simple pero efectiva.

Un caso curioso es el de las plantas y los hongos, ya que no tienen células que se encargan de su inmunidad, como los animales, sino que todas las células tienen capacidades de responder. Por un lado, la respuesta de los hongos es mandar la muerte celular programada. Esta se puede dar por la llegada de vacuolas con enzimas degradantes que se liberan al citoplasma de las células (es como pinchar un globo lleno de ácido dentro de la misma) o señales para que la célula sea comida por otras. Luego se da la producción de metabolitos secundarios que se encargan de dar señales a sus vecinas para que la pared celular de las células más cercanas se haga más gruesa.

Por otro lado, la respuesta de las plantas es cambiar de modo crecimiento a modo defensa, y solo pueden estar en un estado a la vez. Las reacciones son las mismas que los hongos, con el agregado de generar proteínas antimicrobianas (con función de degradar las paredes de los agentes extraños formadas de proteínas o carbohidratos). Asimismo, una particularidad de las plantas es que los cloroplastos participan en la generación oxidantes que eliminan amenazas. También, participan en la síntesis de hormonas de defensa: ácido salicílico (Hey, esto se usa para fabricar aspirina), ácido jazmónico y etileno. Algo importante es que los últimos dos funcionan en la señalización de ataques por herbívoros (porque además de ser atacados por microorganismos, las plantas usan su sistema inmune para defenderse de quien quiera comérselas, denles un respiro por favor). Los metabolitos defensivos se producen en respuesta a daños físicos, afectan la alimentación, el crecimiento y tienen efectos tóxicos. Otra forma de defensa bastante interesante es la liberación de compuestos que atraen a los enemigos de los insectos herbívoros que las están atacando.

En el caso de los invertebrados, estos sí tienen sistema circulatorio, lo que permite que tengan células inmunes que recorren su cuerpo. Estas viajan por la hemolinfa. Esta última sustancia es comparable con la sangre de los vertebrados, pero no siempre sirve para transportar oxígeno, sino sales y nutrientes. Así, la hemolinfa transporta hemocitos (se comparan con los leucocitos de los vertebrados) y estos tienen la función de fagocitar, encapsular y formar nódulos. Es decir, realizan las funciones de atrapar y recubrir patógenos para que no se muevan o hagan lo que los patógenos hacen. También hay una respuesta que a través de oxidantes como la que ya mencionamos antes, pero no son hechos por cloroplastos sino por mitocondrias y señalan la alerta de liberar enzimas digestivas y de lisis y proteínas antimicrobianas.

Tiene sentido que los grupos mencionados no hayan desarrollado inmunidad adquirida (la que le da a un cuerpo memoria para las siguientes infecciones). En el caso de las plantas, el no tener sistema circulatorio evitaría que las células del sistema inmune viajen hasta el lugar de la nueva infección, por lo que es más fácil cortar el problema de raíz al eliminar células infectadas que buscar como tratarlo. En el caso de invertebrados, su tiempo de vida a veces es de solo una temporada, por lo que no tienen que preocuparse de mantener una memoria para invasiones futuras que no van a suceder.

No necesitas recordar como sobrevivir a enfermedades si no vas a estar vivo

¿Y los otros animales? Pues los vertebrados aparte del sistema innato tienen el llamado adaptativo que se basa en anticuerpos. El sistema inmune de las bacterias también tiene memoria y nos deja crear bebes frankeinstein. Si quieres saber cómo hacer tu propio mutante en casa y como las vacunas funcionan, no te pierdas la próxima parte del reportaje de sistemas inmunes.