Escrito por Santiago Paz y Alesandra Reto 

Mientras a un grupo de jóvenes peruanos de clase alta y apellido extranjero le dedican un artículo de revista como solteros codiciados, en otra parte del país agreden a una mujer vigía en un evidente caso de racismo. Indignación en ambos casos. ¿Por qué?

En el primer caso nos referimos al artículo publicado por la revista Cosas a inicios de mes titulado El gran partido: los 14 solteros y solteras más codiciados de Lima, el cual ha sido tildado de “hueco” y “superficial” por muchos de sus lectores. Sin embargo, lo que más ha llamado la atención es el hecho de que una de las premisas utilizadas para la elaboración de la lista sea el talento de los involucrados. La verdad es que una vez que se empieza a leer el artículo, solo se encuentran breves reseñas (?) de los seleccionados y en esas tres escasas líneas difícilmente se puede encontrar un ápice de talento. No porque no lo tengan, sino porque eso no resalta la nota. Más allá de mencionar eventualmente una profesión, el lector podría llegar a la conclusión de que el talento de un peruano es vivir en el extranjero o ser hijo de millonarios. ¿O qué opinas del siguiente caso?

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En el segundo, un video viral logró visibilizar uno de los cientos de casos de discriminación y violencia que se viven en nuestro país. Elena Viza Choquecondo, una humilde vigía, estaba cumpliendo su trabajo cuando le indicó a Zuleika del Rosario Alatrista Andía que no podía pasar con su auto porque estaban en plena construcción y no era un vehículo autorizado. En ese momento Alatrista decidió avanzar y, a pesar de que intentó alejarse, el pie de Viza fue aplastado por la llanta del carro. Por el dolor, Viza golpeó con su paleta al carro para que pare, siendo ignorada por la conductora. Después de esto, Alatrista se detuvo y golpeó a Viza con un madero para después insultarla y agredirla verbalmente. Al revisar las frases empleadas, el porqué de la indignación es claro:

Chola de mierda
Tú no eres nadie
Porquería
Qué has hecho, salvaje

El contraste entre estos dos casos nos permite afirmar que en el Perú cómo te perciben te tratan.

En declaraciones a El Comercio, Viza denunció: “Ella vino y me empezó a golpear con un madero en la espalda. Fueron varios golpes y luego comenzó a insultarme. Esa primera parte nadie lo grabó. Después, felizmente ya graban todo lo que me dijo. Si no hubiera este video, quizá yo estaría en la cárcel”.

¿Cuánto de verdad tiene lo dicho? La realidad nos dice que mucho. Imaginemos que unos de los solteros codiciados mencionados por Cosas hubiese sido el agresor de Viza. Imaginemos que no hubiese video. Si un policía tuviese en frente a una mujer humilde, vigía y de rasgos andinos, y a su costado a un hombre con plata, blanco y que vive en el extranjero, ¿a quién le creería?

Nuestra diversidad de población debería ser motivo de orgullo, y no de discriminación

Nuestra diversidad de población debería ser motivo de orgullo… ¡No de discriminación!

¿Qué hay detrás? Sobre racismo y privilegios

Estos dos casos son tan solo un pequeño reflejo de un problema estructural. En la mente de muchos peruanos, la población sigue dividida de acuerdo a su origen, imagen y poder económico. Esto no es novedad, pero sorprende lo poco que se ha avanzado al respecto.

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¿Buscas más ejemplos? Estas fotos de un grupo del Club Regatas ilustran bien el problema. “Las nanas… no tienen derechos” … “Sus patronas”

Hablar de racismo puede resultar un tema tabú. Sabemos que existe, pero lo vemos siempre como algo externo o lejano. Sin embargo, como afirma Marco Aviles -un reconocido estudioso del tema- lo que sucede es que mucha gente (¿incluyéndonos?) todavía cree que el racismo es solo el insulto. Lo otro es esa imposibilidad o incapacidad de la gente privilegiada de reconocer su propio privilegio (La República, 2018). Es decir, cuando no se reconoce que hay factores como vínculos familiares o apariencia física que dan ventajas, entonces también estamos alimentando el racismo.

Allí también se esconde el problema: viviendo en burbujas y creyendo en una falsa meritocracia. Para enfrentar el problema, el primer paso es reconocer que existe. Uno de los mitos en el país es que para escapar de la pobreza y ser exitoso todo depende de uno mismo. En muchos casos sucede así, pero no se puede generalizar. Si eres blanco y capitalino con seguridad gozarás de mejores oportunidades que si tienes rasgos andinos y eres de una provincia alejada. Si no eres blanco, no te tratarán igual, te mirarán desde arriba, y no tendrás las mismas oportunidades. De hecho, Yamada, Galarza y Zelada presentaron un interesante estudio evidenciando la discriminación en el acceso al mercado laboral profesional en Lima.

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¿Buscas más evidencia? En el Censo Nacional 2017, al cruzar la pregunta sobre autoidentificación con educación se encuentran datos interesantes: si tienes más de 25 años y te autoidentificas como blanco, tienes casi el doble de probabilidad de haber terminado educación superior universitaria (o posgrado) comparado con alguien que se considere quechua o aymara. ¿Cómo explicarlo? En simple: no gozamos de las mismas oportunidades. Nuestra probabilidad de éxito depende del lugar donde nacimos.

Este artículo no tiene un afán reivindicativo, pero sí expone una realidad preocupante. Recuerda que el racismo no es solo el insulto, sino también el silencio y la indiferencia. Estar atrapados en burbujas (como el artículo de Cosas) alimenta sigilosamente el racismo, que termina explotando como en el caso de la vigía. Para salir de las burbujas, el primer paso es reconocer nuestros privilegios.

Editado por Renato Hurtado y Daniela Cáceres