El sentimiento de derrota se siente. Y no solamente porque Maduro ganó nuevamente las elecciones en Venezuela, sino porque la población ya no tiene esperanzas de que la situación vaya a mejorar. Esto se refleja en la participación electoral más baja de la historia del país petrolero: 46%.

Nadie le da un sol (o un petro, porque ni el Bolívar vale algo) a Venezuela. O, en otras palabras, ni un venezolano confía en las elecciones de su país. Y esto no sucede por una falta de responsabilidad política, sino porque no existe un reconocimiento legítimo hacia este ejercicio democrático (que de democrático no tiene nada).

El 20 de mayo demuestra cómo Nicolas Maduro y el Chavismo no gobiernan Venezuela. Nuevamente, este tipejo político será presidente por un periodo de 6 años más. Es decir, el Chavismo estará en el poder por más de 20 años. 20 años que representan una pérdida de valor no solo en términos económicos, sino sociales. Estimado lector, repita conmigo las cifras devastadoras de la economía venezolana: Inflación de 14,000 %, caída del PBI en 15%, sueldo mínimo de 3.6 dólares, etc.

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Los medios logran reproducir estos datos con la mayor certeza posible ante un país que maquilla sus cifras oficiales para no parecer que están tan mal. Pero la falta de sensibilidad desde afuera hace que decirlo sea como reproducir una canción repetidas veces: después de escucharla una y otra vez, ya no le das bola. #Pitbull

Con el 67.7% de los votos, Nicolás Maduro será nuevamente el presidente de Venezuela. Una victoria que supera por más de 40 puntos porcentuales a lo obtenido por su rival más cercano, Henri Falcón (21.2%).  Esta es la quinta vez que sale esta canción en su emisora. En el 2013, Maduro venció a Henrique Capriles por más de 200 mil votos.

Tanto lo hemos escuchado, que ya nadie le presta atención. Al igual que lo hizo Capriles en su momento, Falcón denuncia irregularidades en estas elecciones que no le permite reconocer los resultados. En esta ocasión, según Falcón, el Estado había ofrecido pagos y bonos sorpresa por votos a través del “carné de la patria” (#TaperNaranja).

Sin embargo, no solamente los indicios de fraude quiebran la legitimidad de estas elecciones, sino un factor que no se ha observado anteriormente: la abstención.

El domingo solo hubo una participación del 46%, la más baja en la historia de este país. En las 3 elecciones presidenciales anteriores, en promedio participó el 79%. Esto no le da una victoria a Maduro, sino a la abstención. Detrás de esto se encuentra la campaña “No lo llames elección”, propuesta por la coalición de casi 20 partidos de oposición en la Mesa de Unidad Democrática.

Esto también se debe a la inhabilitación de Leopoldo López y Henrique Capriles: líderes de oposición con mayor favoritismo (recuerde que en el 2013 Capriles casi le gana a Maduro).

Pero el resultado de esta elección es menos esperanzador al que se obtuvo en el 2013. En ese año, el casi empate de Capriles daba señales de que existía aún esperanza en sacar del gobierno al chavismo. Inclusive, la oposición logró ganar la gobernación de 8 provincias clave en Venezuela, lo cual les daba mayor participación en las regiones.

En este caso, la esperanza viene por el resultado de la campaña de la oposición. Asimismo, no solo la oposición no ha votado, sino que los simpatizantes de Maduro también abstuvieron. Así, la desconfianza a Maduro por su nefasto manejo de la economía ha provocado que también desconfíen de él como líder político.

Inmediatamente después de conocerse los resultados oficiales, Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y varios países latinoamericanos reforzaron su postura de no reconocer las elecciones pactadas ayer (Wou). ¿Ok y qué más?

La estrategia viene por el lado internacional que aún queda débil. Estados Unidos intenta cerrarle el caño imponiendo sanciones y los acreedores de PDVSA ya se han reunido para actual en el caso esta compañía deje de pagar la deuda o entre en default. Asimismo, Panamá ha sido el único país latinoamericano en aplicar sanciones como la suspensión de relaciones comerciales y económicas con 46 empresas panameñas.

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No obstante, aún es corto. La OEA ha fracasado en su intento de presionar a Venezuela y aún existen líderes latinoamericanos aceptan este régimen (Evo Gemidos Morales).

Queda un reto duro no para Venezuela, sino para los venezolanos. Maduro ha ganado, pero no por mayoría. El 67% de los votantes representan el 29% del censo. O sea, casi nadie quiere a Maduro. Sin embargo, esta jugada de la oposición les puede costar caro: 6 años más de Maduro en el poder lo puede asentar más.

Aunado a esto la fuga de venezolanos deja sola a Venezuela. Solamente en 2 años, 900 mil venezolanos escaparon de este régimen (un crecimiento de más de 900%).

Ante esto y la limitada ayuda internacional solo queda preguntarse si de verdad Venezuela está sola o solo la estamos aislando.