Cuando pase el temblor…

La pandemia nos ha mandado a la baja a muchos de nosotros en varios campos, desde el emocional hasta el social #RIPFloripa #RIPCasona. Esto también le afectó a cierto actor en la economía mundial, el siempre voluble barril de petróleo. Digamos que ha llegado a un bajón histórico (algo así como cuando llamaste a tu ex esa noche de juerga). Veamos una gráfica que nos ayudará a entender el contexto.

Es decir, ¡justamente ayer el petróleo WTI (West Texas Intermediate, el benchmark de Estados Unidos) llegó a cotizar en negativo! Cabe mencionar que este precio es el precio del contrato futuro para entrega del petróleo en mayo, el cual llegó a transarse a un mínimo histórico de -USD 40.32 por barril. Dado que el precio del barril de petróleo en el mundo se establece en “precios futuros”, esto significa que los ofertantes de petróleo en lo que queda del mundo le están pagando a sus compradores para que se lleven sus existencias ASAP. Tanto es así que están dispuestos a firmar futuros, forwards y opciones que favorezcan al comprador, a fin de no tener un barril que les genera más pérdidas que ganancias por sus altos costos de almacenamiento.

¿A qué se debe esto?

El pasado 6 de marzo Rusia se reunió con los demás miembros del OPEC y anunció que su producción de petróleo no se detendría durante la crisis el COVID-19. Ante esto, tanto Arabia Saudita como Emiratos Árabes respondieron que iban a seguir ofertando casi hasta llevar al extremo el precio del commodity. El problema en principio es que, dado que estamos viviendo una cuarentena global, la demanda por movilización (terrestre y aérea, principalmente) y actividad empresarial (dependiente del petróleo) ha decaído tanto en todo el mundo – a razón de 20 millones de barriles al día – que hasta elementos como las mascarillas, pruebas de COVID-19 y el gel antibacteriano pueden llegar a ser más relevantes que un galón de gasolina hoy en día. Asimismo, la sobreoferta que se avecina en el mercado mundial solo puede mandar a la baja el valor del barril en el corto plazo. A esto sumémosle que Estados Unidos venía estimulando su industria petrolera con el fin de competir con otros países productores.

¿Qué pasará después?

Como van las cosas, esto parece que no va a cambiar en el corto plazo. Entonces, ¿es esa suficiente razón como para que te den una bolsita de kerosene en vez de tu vuelto en la bodeguita? No, lo que sucede es que ni los países ni las grandes transnacionales están dispuestos a apostar por un commodity que no verá un levantamiento en su demanda hasta el tercer trimestre del 2020. Aunado a esto, se prevé que la baja en el precio del petróleo causará una recesión en los países más importantes para la economía global, salvo tal vez China.

Como ejemplo tenemos al inversionista extranjero que buscará un mejor destino para sus inversiones, lo que nos lleva a un bajón en el valor de las empresas petroleras más grandes del mundo (algunas de las más endeudadas también). Eventualmente tendrán que recortar sus gastos lo más que puedan y, tal como tu cine favorito, no habrá conmiseración con la gran mayoría de los trabajadores en la industria, la cual venía creciendo tanto en Rusia como en Estados Unidos.

Solo el tiempo dirá si es que el barril de petróleo podrá salvarse de esta o si tendrás que prender tu carro con pilas AA. A partir de ahora, todo es posible, razón por la cual bien podríamos darle una oportunidad (al fin) a las energías renovables, aunque esa es una

Edición: María Gracia García