Todos los ciclos, siempre están los cuatro típicos pasos a la hora de comprar tu entrada a finales UP. Primero, “la voy a comprar la primera semana para no pagar tanto y fácil encuentro a alguien con Tunki”. Se acaban en tres días. Segundo, “ya no importa lo de Tunki, la compro esta semana antes de que se acaben. Solo doy mi PC4 y voy al stand”. En dos días, ya no hay. Tercero, “la última semana está demasiado cara, ya no la hago. Caeré a una reu por ahí nomás” (pero todos sabemos que todos tus amigos están yendo a la juerga, no existe tal reu). Cuarto, “¿¿¿¿alguien que venda entrada a finales???? ¡¡¡Pago capricho!!!” (publicado en Con qué profes UP dos horas antes de la fiesta).

En estas épocas del ciclo, solo hay tres cosas en nuestras cabezas: pasar el ciclo invictos o de la mejor manera posible, estudiar un día antes para todos los exámenes de la próxima semana #PerdónPorTanPoco y la tan esperada fiesta de finales (también es una opción incluir a la persona que esperas que caiga ese día en esta última categoría #ConFe). Las expectativas son altas para esta última gran juerga y, a pesar de que algunas opiniones digan que los precios son un poco altos, las entradas ya están casi sold out (si es que ya no lo están) #TocaReventaNomás. Una teoría para explicar este acontecimiento, es decir, quejarnos y pagar al final de todas maneras, es llamada la paradoja del valor o la paradoja del agua y del diamante.

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Esta se basa en la idea de que uno está dispuesto a pagar un precio alto, pues valoramos bastante un bien que, en realidad, no nos dará un beneficio duradero; mientras que algunos bienes más necesarios para el día a día tienen un menor precio, pues no tienen tanto valor en nuestras cabezas. Este dilema existe desde el principio de la economía y Adam Smith fue el primero en planteárselo. ¿Por qué una persona está siempre más dispuesta a pagar mucho dinero por un bien no necesario (el diamante) mientras que el bien que daría mas utilidad es relegado a un precio relativamente bajo (el agua)? #PorGiles(?) El padre de la economía no logró resolver esta paradoja y se quedó con la duda; sin embargo, otros economistas siguieron haciéndose la pregunta. Por un tiempo, creyó que el motivo era la dificultad para conseguir los diamantes, pero esta idea no tomó fuerza pues, en muchos casos, el esfuerzo para conseguir agua es igual de grande. Tuvo que ser Alfred Marshall quien describiese el problema desde otro punto de vista: la valoración de los bienes es relativa a la situación en la que estemos.

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Aquí entra entonces la idea de la utilidad marginal decreciente y, para explicarlo, seguiremos con el caso de la fiesta de finales. Si comparamos un bien totalmente necesario con uno no tan útil, las copias y lecturas (sobre todo en estas semanas) para ese curso que no lograste cerrar podrían ser tu agua; mientras que la entrada a la super juerga que se viene, una fiesta a la que podrías faltar y no jalar el ciclo, son tus diamantes #Prioridades. A pesar de que la necesidad es claramente diferente entre ambos bienes, nuestra percepción dice otra cosa. Las lecturas están por todos lados y los resúmenes se consiguen en Wabu #TeExtrañaremos, por lo que no hay motivos para pagar más por este bien. En cambio, las entradas cada vez son más demandadas y hay un stock limitado que siempre logra acabarse, por lo que hace que todos las quieran. Además del valor real que tengan, llamado el valor de uso del bien, se le agrega una prima al precio por ser tan demandado, este extra es denominado como el valor de intercambio. Finalmente, la paradoja y el hecho que compres una entrada a un precio, por el cual te quejas, se resume en tres conceptos que aprendes en el primer ciclo (o hasta antes): oferta, demanda y utilidad.

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Pero, no hay que estar molestos no mucho. Esto pasa en todos lados. No es algo exclusivo de los organizadores de nuestras fiestas. Por ejemplo, el boleto al concierto de Juanes, podrías vivir sin él; las zapatillas exclusivas que nadie más tiene, caminas igual con ellas que con otras; y la entrada a la final de la Libertadores, solo la compraste porque ahora el partido será aquí. Entonces, ya que todos conocemos la ley de oferta y demanda; sabemos que los organizadores son conscientes de que el bien no necesario, pero exclusivo, podrá pedir un precio bastante alto. No hay mucho que se pueda hacer con respecto a estos eventos grandes.

Aunque, tal vez, a pesar de que suene loco, en la universidad podríamos vencer este sistema. Ahora que podemos reconocer que el bien no es necesario (a menos que sufras un problema que te obligue a juerguear todos los fines de semana #OjaláMePasase), somos capaces de dejar de agregarle valor de intercambio a las entradas. El objetivo es que los organizadores se vean obligados a preciarlas con su verdadero valor de uso. Si no demandamos tan desesperadamente como lo hacemos nos hacemos los difíciles, podríamos eliminar el exceso de precio que nosotros mismos generamos y lograríamos pagar lo que antes se pagaba por estos bienes. Al final, no es tan fácil ponernos de acuerdo, ¿o sí? Y ni debería dar esta idea tan rara, total, yo ya compré mi entrada.

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Editado por Claudia Barraza