A raíz de los últimos acontecimientos este artículo pretende desligarse de lo político y enfocarse en uno de los temas que más ha estado presente en nuestro vocabulario en estos días: el suicidio. Presencia que me lleva a preguntarme, ¿cuánto realmente conocemos sobre él?

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En primer lugar, debemos reconocer que el suicidio es un problema muy presente en nuestra realidad. Según la Organización Mundial de la Salud, una persona muere por suicidio cada 40 segundos. Uruguay, por un lado, es el país latinoamericano con la tasa más alta de suicidio:cifras de la misma organización indican que, en el 2016, 638 personas decidieron quitarse la vida en este país.En Lima, por otro lado, según el Instituto Nacional de Salud Mental, cada 22 minutos una persona intenta quitarse la vida. Asimismo, en el 2018, se autoeliminaron 385 peruanos. Es por estas cifras,por la ignorancia e indiferencia ante el tema, entre otras razones, por las que el suicidio debe dejar de ser un tema tabú en nuestra comunidad y de tratarse como algo ajeno o inexistente. Mantener estas conductas no va a hacer que estas cifras cambien.

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En segundo lugar, debemos ser conscientes de que el suicidio puede tener distintas causas. Existe esta creencia de que el suicidio es solamente realizado por personas con depresión; si bien cierto que esta enfermedad es la causa principal, hay otros factores de riesgo. Diversas enfermedades mentales, los trastornos por consumo de alcohol, el abuso de sustancias, la violencia, las barreras para obtener atención de salud, las sensaciones de pérdida y diversos entornos culturales y sociales (como territorios en conflicto armado o en crisis económica), son influyentes en esta toma de decisión. Sí, debemos informarnos sobre la depresión y  también debe dejar de ser un tema tabú:un dato como el que un millón 700 mil personas sufren de depresión y que solo un 25% acude a recibir atención a un centro de salud no debe pasar desapercidido. Sin embargo, tampoco podemos ignorar las otras aristas del tema.

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En tercer lugar, debemos cuidar nuestra manera de abordar el suicidio debido a que influye en cómo se construye la percepción de este en nuestra comunidad. Por ejemplo, el morbo en los medios de comunicación masivos no ayuda en la forma en la que nuestros pares entienden el suicidio. Si le otorgamos calificativos a este tema que lo encasillen y lo alejen de su realidad multicausal, terminaremos excluyendo a una gran parte de nuestra población que ha pensado o  piensa en tomar esta decisión y no habla al respecto por temor, entre otras cosas, a ser juzgada.

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La prevención del suicidio es tarea de cada uno de nosotros. Si bien es cierto se deben planificar (y ejecutar) más políticas públicas que sean parte de una importante campaña de prevención o que atiendan psicológicamente a las personas que previamente han intentado suicidarse, entre otras medidas; esto no va a llegar lejos si es que nosotros no empezamos a reflexionar al respecto. Si es que no escuchamos a quienes nos piden ayuda, si es que seguimos creyendo que la depresión no va más allá de estar triste, si es que encasillamos al suicidio en un caso específico, no contribuiremos a que las cifras anteriormente mencionadas cambien.

Editado por Renato Hurtado

Las imágenes colocadas en este artículo fueron parte de la campaña #HablaDelSuicidio de la Confederación de Salud Mental de España con motivo de la conmemoración del Día Mundial para la Prevención del Suicidio.