Estaba sentada, sollozaba intensamente… No recuerdo el porqué, solo quise acercarme y tratar de consolarla. ¿Qué sucede? – pregunté. Me miró con desconfianza. Al parecer era un mal día para ella. Sus ojeras y cabello despeinado eran signos de que no había dormido bien. Es doloroso – respondió – siempre es lo mismo: minimiza sus errores, me usa como un instrumento, por momentos es tan tranquilo y por momentos, tan volátil e impredecible… Se me hizo un nudo en la garganta. Sabía de lo que hablaba, también me había sucedido. Así fue como empezó nuestra historia de amor (?)

Tranquila, todo va a estar bien (a lo Rímac). Te comprendo, no es nada sencillo afrontar el proceso para hallar la relación óptima – atiné a decir. Es difícil – afirmó – no siempre buscas minimizar tus errores, debes aceptarlos e intentar corregirlos de algún modo. Su afirmación no me sorprendió. Tenía un problema con la heterocedasticidad. Buscaba corregir la distribución de sus errores. Generar eficiencia en la relación que había hallado. Si bien es imposible no tener errores, corregir cómo se distribuyen era una excelente idea.
Lo malo es que no puedes corregir hasta el punto que ya no tengas error – afirmé.
Tienes razón – comentó – a veces debes aprender a seguir con ellos. Son obstáculos que están frente a ti y debes buscar la forma más eficiente de superarlos más allá de sólo eliminarlos.
Modelarlos – pensé. No era una mala idea, es lo que suele hacer cuando se tiene ese tipo de problemas con su distribución. Cuéntame un poco de dichos errores – le dije.
Su comportamiento – empezó – en determinados momentos era pacífico, perseverante y sencillo de entender. No tenía problemas con ello, era lindo. Pero siempre habían momentos en los que se volvía muy impredecible, mostraba demasiada volatilidad que no podía entender. Ese comportamiento lo volvía difícil de predecir. No sabía qué era lo que seguía ni cómo actuar en el momento.
Si tuviera que dibujar lo volátil que eres (?)

Si tuviera que dibujar lo volátil que eres (?)

Pensé por un momento. Era algo complicado pero ya conocido. Los errores que mencionaba no se comportaban como ruidos blancos. En dicho caso mi pensamiento inicial no estaba mal. Debía modelarlos de algún modo. Los procesos autorregresivos de heterocedasticidad condicional (ARCH) eran los más adecuados, o su versión generalizada en todo caso. #GarchPapiGaaaarch!
 
La volatilidad es algo muy difícil de controlar – afirmé. Siempre se convierte un gran problema ya que no permite generar la predicción del comportamiento. Lo más fácil en estos casos es trabajar con esta, tratar de modelarla de algún modo y tomarla en cuenta siempre ya que nunca sabes cuándo es que se presentará.
Me miró fijamente, su rostro de sorpresa hacía que me sienta más seguro de mis afirmaciones. Probablemente ella desconocía dicha información. Yo siempre ignoraba ese problema – finalmente dijo – siempre creí que eran cosas del momento y las dejaba pasar. Pero tienes razón, debí trabajar en y con dicha volatilidad. ¡Gracias!
Pero eso no es lo peor – siguió – que me haya tratado como un instrumento es algo imperdonable.
Esto era más complejo de lo que imaginaba. Su relación estaba sesgada, no era óptima. El modelo que ella seguía tenía un problema de endogeneidad que ella misma debía corregir siendo un instrumento. Pero… ¿qué modelo era el que seguía? ¿cómo una persona puede ser usada como instrumento en una relación? Pensé rápidamente en algunos papers, tal vez por su fecha de nacimiento o quizás tenía una hermana gemela. Los gemelos son instrumentos muy utilizados en investigaciones económicas sobre la oferta laboral femenina.
Hubo una pequeña pausa. ¿Crees que fuiste relevante en dicha relación? – pregunté. Vaciló un poco antes de responder – creo que no lo suficiente, tal vez fue por eso que me desechó – dijo. Y volvió a sollozar.

Empecé a entender. Ella no hablaba de un instrumento econométrico. La relación de la que ella hablaba no era de causalidad. Los errores de los que hablaba no eran aleatorios. El comportamiento del cual hablaba no era el de una serie de tiempo. Su relación no tenía que ver con correlaciones ni desviaciones estándar, sino con algo imposible de medir, imposible de observar, imposible de estimar, imposible de modelar… el amor. ¿Había sido utilizada como un instrumento? ¿es acaso eso posible en una relación amorosa? En este caso no se refería a que era la gemela que mejoraba el modelo; sino a alguien que fue tratada como un objeto y no como una persona.#NiUnaMenos.
 
No me contuve y la abracé. No es tu culpa – le dije – a veces nos topamos con relaciones espúreas que sesgan nuestra intuición. Nos hacen creer que hay una buena relación cuando en realidad no es así. Siéntete bien contigo misma, son problemas que muchos afrontamos. No eres la primera, ni la última.
Se limpió las lágrimas. Sus labios formaron una pequeña sonrisa que parecía muy fingida. Al parecer se estaba esforzando demasiado en formarla.
Hablas raro, pero tienes mucha razón – me dijo. Sonreí, por un momento me sentí bien. Estaba ayudando a una chica en plena crisis amorosa con lo que había aprendido en mis cursos de Econometría.
Hay cosas que no van a cambiar – afirmó mirando el cielo. Tenía razón, hay cosas que no varían a lo largo del tiempo. Los efectos fijos están siempre presentes a lo largo del tiempo: el nombre del distrito en el que vivimos, el sexo con el cual nacemos (asumiendo que no cambia), etc. Pero ahora no tenía claro a qué tipo de efectos fijos se refería. Entender una relación amorosa tan caótica era tan difícil como entender el efecto generado al añadir una observación adicional en una muestra aleatoria.
Problemas de faldas(?)

Problemas de faldas(?)

Una relación se mantiene en un determinado horizonte temporal – le dije – Las cosas que permanecen constantes en el tiempo se pueden sustraer ya que, en promedio, siempre serán las mismas y se sustraen.

Soltó una pequeña risa. ¿No sería lo mismo que ignorarlas? – preguntó. No. En este caso tomas en cuenta la existencia de dichos obstáculos y los estás quitando del camino, ¿entiendes? Movió su cabeza como afirmando. ¿Sabes algo? No me arrepiento de haberlo dejado – me dijo. Se secó las pocas lágrimas que aun rondaban por su rostro, me miró y siguió – he aprendido mucho hoy. Espero que en mi próxima relación me vaya mejor. Es hora de volver a casa, ya es tarde.

Necesito un cursito como tú, muy intuitivo y bonito como tú (?)

Necesito un cursito como tú, muy intuitivo y bonito como tú (?)

Sin darnos cuenta, ya habían pasado 3 horas. En media hora iba a empezar mi examen de Econometría. No me incomodé, había repasado bastante fingiendo ser un consejero. Se despidió y se alejó lentamente mientras yo reía pensando en cómo una crisis amorosa otorga el paso al amor por la Econometría.

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