Hace poco se estrenó Avengers: Endgame, una de las películas más esperadas del año, y por qué no tal vez de la década. Mientras miraba la película no pude evitar notar que ciertos encuadres me parecían familiares, y que el tono de la película ya lo había visto en alguna otra producción de Marvel.  Fue ahí cuando recordé que los directores de Avengers: Endgame eran los hermanos Russo, directores de Capitan America: The Winter Soldier y Avengers: Infinity War. He ahí la razón por la que encontré similitudes con dichas películas, por el estilo único de estos directores. Por más sencillo que parezca; esto es algo muy curioso para los nerds del cine como yo, pues es una muestra de que el cine de superhéroes también puede ser cine de autor, En este artículo no solo les explicaré qué es el cine de autor, sino también cómo está presente en las cintas de superhéroes y qué significa para el futuro de las mismas.

Comencemos explicando qué es el cine de autor. El cine de autor es aquel donde el director quien tiene un estilo muy propio, busca reflejarlo en la película. Busca plasmar su manera de entender el lenguaje cinematográfico y el mundo que lo rodea. El termino es derivativo de la teoría “Camera Stylo”, mencionado por primera vez por el crítico de cine Alexandre Astruc en su ensayo “Nacimiento de una nueva vanguardia: la camera Stylo”. De manera muy sencilla esta teoría indica que un director de cine puede usar su camera de la misma manera que un pintor usa su pincel. Así, el cine puede entenderse también como un arte expresivo, tal como lo son la literatura o la música.

Ahora bien, ¿recuerdan cuando mencioné que los hermano Russo tenían un estilo muy identificable? Esto es la teoría de la Camera Stylo aplicada al cine de superhéroes, pues al ver Avengers: Endgame reconocemos que estamos viendo una película de los hermanos Russo. Esta identificación de autores en el cine de superhéroes es una tendencia que poco a poco se ha estado haciendo más notoria en los últimos años, un caso muy concreto es la película Thor: Ragnarok dirigida por Taika Waititi.

En mi opinión, las dos primeras películas de Thor si bien tuvieron una buena recaudación financiera, no lograron enganchar con la audiencia como lo hicieron otras películas de Marvel. En paralelo, se encontraba Taika Waititi, quien había logrado cierta fama de director cómico con su obra What we do in the shadows, una comedia grabada en forma de falso documental donde un grupo de vampiros viven diferentes desventuras al no poder integrarse al siglo XXI. Cuando Waititi supo que dirigiría la tercera entrega de Thor, entendió que tenía que aplicar su propio estilo a la franquicia del dios del trueno. Y es por eso que Thor: Ragnarok difiere mucho de sus predecesoras, pues vemos cómo Waititi reimagina a Thor y a Loki como personajes tragicómicos, pues se le presentan situaciones trágicas como la muerte de su padre (¡Ups! spoiler); pero también se ven envueltos en situaciones dignas de los tres chiflados. Este uso de la comedia exagerada con personajes fantásticos le permitió a Waititi dejar su marca propia en el universo cinematográfico de Marvel, sin contar con el hecho de que en la dirección de arte se emplearon varios colores brillantes, poderosos y alegres que eran inconcebibles en las anteriores películas de la saga (¡muy probablemente eran parte del sello de Waititi!).

Ejemplos como estos existen en varias películas de superhéroes, desde la visión realista del Caballero de la Noche por parte de Christopher Nolan, hasta el elocuente mundo de Guardians of the galaxy creado por James Gunn. Pero más que mostrar varios ejemplos, deberíamos pensar en qué significan estas películas para el futuro del cine de superhéroes. Estas nos han mostrado que historias de superhumanos salvando el día no son excusa para que los directores no impregnen su propia marca en sus películas, por lo que las posibilidades de nuevos enfoques, de reimaiginar los personajes, son infinitas. Solo imaginen cómo sería una película de Marvel donde las estructuras temporales se rompan y se presenten de manera desordenada tal como lo hizo Tarantino en Pulp Fiction, o una película muy al estilo Taxi Driver de Martin Scorsese, ¡pero ambientada en Ciudad Gótica! Por último, por qué no hacer una película de superhéroes sin usar actores profesionales tal como proponían los directores del neorrealismo italiano. Las ideas sobran, solo es necesario que algún productor se arriesgue por ellas.

En conclusión, el cine de superhéroes también puede ser cine de autor y, a pesar de que estas cintas califican como blockbusters, creo que ahora los fanáticos no se contentan con solo ver a sus héroes en películas sencillas con guiones flojos. Ellos buscan experiencias únicas y diferentes que solo serán posibles si los ejecutivos de los grandes estudios dejan que los directores jueguen a su gusto con los personajes de Marvel o DC. El buen cine no depende de grandes explosiones o batallas colosales, sino del ingenio de un director que se atreve a ser auteur de su propia obra.

Edición: Daniela Cáceres