Las promesas sin cumplir de la economía

El crecimiento económico suele ser un tema tradicional de conversación cuando se discute la pregunta natural de cómo mejorar la situación de todos. Sin embargo, se suele poner poco énfasis en el lado ilusorio de esta idea de bienestar: en ocasiones, los economistas se regodean de sus buenas cifras mientras que los resultados no se reflejan en las vidas de las personas. Así, la economía parece fallar en su propósito. El “crecimiento” a veces parece un asunto sagrado e improfanable para algunos economistas. ¿Tenemos buenas razones para apreciarlo tanto? ¿O acaso hemos aceptado de manera dogmática esta tesis y necesitamos un exorcismo? Hoy tendremos una sesión de autocrítica e introspección: compartiremos contigo ideas que puedan funcionar como antídoto y alimentar la comprensión de qué es lo que realmente importa.

El tío Voz Actual cuando alguno de sus amigos le dice que el crecimiento económico “lo es todo”

1. La pobreza y la desigualdad

¿Qué entendemos por crecimiento? Se puede definir como el incremento en la producción del país; así, es como un resumen del bienestar económico. Justo aquí viene una de las grandes críticas: un país puede experimentar crecimiento económico sin que, por ejemplo, la pobreza se reduzca en una proporción semejante. De hecho, existe mérito en gozar de crecimiento, pues otros indicadores sociales suelen mejorar en consecuencia. Sin embargo, si la riqueza que se gana no favorece a quienes más lo necesitan, este mérito puede llegar a disminuir. Por eso, es importante que, además de ver los cambios en el PBI, seguir de cerca la tasa de pobreza de un país a lo largo del tiempo.

¿Cómo se define y se entiende la pobreza? En economía, la tasa de pobreza suele definirse (¡aunque no es la única forma!) en términos monetarios: la institución encargada de su medición define una canasta básica de consumo y su costo asociado. Este costo también es llamado línea de pobreza. Así, las personas que se ubican por debajo de esta línea son considerados pobres y, las personas ubicadas por encima, no pobres.
Para los curiosos, algunas cifras mundiales:  Pobreza | Data (bancomundial.org)

Asimismo, un país puede parecer próspero si solamente nos concentramos en estudiar el PBI, pero no debemos dejarnos engañar. Algo que ignora el PBI es la desigualdad: esta se produce cuando la riqueza se concentra en las manos de algunos pocos. Es decir, pocos tienen mucho y muchos tienen poco. ¿Es tan mala? El detalle versa en que la desigualdad suele acompañarse de escasa movilidad social: la incapacidad de una persona de moverse hacia un sector socioeconómico más favorable por mucho que se esfuerce.

¿Cómo se define y se entiende la desigualdad? Nos existe una métrica única, pero puede aproximarse mediante indicadores. Un indicador que nos permite aproximar el nivel de desigualdad que prevalece en un país se obtiene a través del coeficiente de Gini y mide la desigualdad de los ingresos entre los diferentes grupos socioeconómicos.
Para los curiosos, algunas cifras mundiales: Índice de Gini | Data (bancomundial.org)

En verdad, a los economistas nos encanta sentirnos como estrategas cuando se trata de mejorar el bienestar

2. La calidad del medio ambiente

El primer argumento defendió algo relativo a nosotros; nuestro segundo argumento va en otra dirección: hacia la naturaleza. Para desarrollarlo centrémonos en una economía en particular. Por ejemplo, mucho se dice sobre el milagroso modelo chino y el crecimiento del que ha gozado en las últimas décadas. Hablar de crecimiento y progreso siempre coloca a China en una posición ejemplar. No obstante, las cosas no son siempre color de rosa: China tiene algunas de las ciudades más contaminadas de Asia. De esta manera, la competitividad de la que tanto se jactan fue parcialmente ganada a costa del medio ambiente y sin que las empresas se hagan responsables por la contaminación que generan (Fuente: The New York Times – Casi 14.000 empresas en China violan las normas de contaminación). Esto tiene graves consecuencias tanto para la naturaleza como para su población.

En China, mucho antes del 2020, ya era normal el uso de mascarillas por la alta contaminación que existía en el aire.

Epílogo: las piezas faltantes en el rompecabezas

Entonces, ¿qué es lo que en verdad importa? La lista podría extenderse casi indefinidamente: esperanza de vida, alfabetismo, acceso a servicios básicos y hasta el uso de internet. Que la lista sea larga no es algo malo, podemos permitirnos pensar que todas estas cosas importan porque tienen que ver con nuestro bienestar y de quienes nos rodean. El crecimiento económico no equivale al desarrollo económico: el primero solamente contempla dígitos de transacciones que suceden en la economía; mientras que el segundo intenta ver más allá, la mejora del bienestar de las personas. Este artículo es solo un pequeño paseo que nos permite demostrar que el crecimiento suele ser una condición necesaria pero no suficiente en cuestión de mejorar la calidad de vida y este es un paso importante para poner a la economía al servicio de todos.

Los economistas antes de entender que crecimiento no era lo mismo que desarrollo

Edición: Cristóbal Contreras