Todavía hay heridas abiertas y no se van a cerrar solas. Seguimos muy lejos de lograr una verdadera reconciliación (otra vez esta palabrita muchas veces mal usada), y prueba de ello es la facilidad con la que se menciona el terrorismo con fines políticos o para atacar a otros sin sentido, por ejemplo en el Congreso, como pasó con el fiscal José Domingo Pérez.

Esto no ayuda a las víctimas del conflicto, al contrario. En Ayacucho,  donde estoy viviendo los últimos meses entre el campo y la ciudad, los recuerdos del periodo de violencia son sensibles y están muy presentes. Este departamento se llevó la peor parte, en especial la zona rural. Para ellos, no se trata de un tema del pasado, sino que sigue siendo muy actual, incluso para las nuevas generaciones. Algo que puede ser difícil reconocer desde Lima.

El 70% de las víctimas fueron quechua hablantes. Además, muchos otros fueron desplazados de sus comunidades.

Se calcula que el 70% de las víctimas mortales del conflicto fueron quechua hablantes. Además, muchos otros pobladores fueron desplazados de sus comunidades.

Hablar de este periodo de nuestra historia es difícil. Hubo tal variedad de actores y víctimas que genera incluso polémica ponerle un nombre al periodo: conflicto armado interno, época del terrorismo, guerra popular, entre otros. Depende de la persona y sus recuerdos. Sin embargo, lo peor para el país sería, simplemente por temor, dejar de hablar del tema o querer pasar la página. Genera (re)sentimientos que son una fuente potencial de conflicto.

¿Cómo trabajar el tema?: El papel de las memorias

Desde las ciencias sociales, el tema de la “memoria” ha sido bastante trabajado. Todos construimos una memoria en base a las experiencias y la información que recibimos por diversas fuentes. Sin embargo, (pareciese que) existe un enfrentamiento sobre la memoria de esta época de violencia en el Perú. Es natural que esto suceda, pero debemos convencernos de que NO se trata de una lucha entre “buenos” y “malos”, sino de que es el resultado de diferentes experiencias y emociones.

Para la época del conflicto armado interno en el país, creo que es fundamental empezar a reconocer que no existe una única memoria, sino que existen diversas memorias (así en plural), en las cuales cada actor tiene sus propios recuerdos, con sus respectivos juicios de valor. Hay que reconocer esta diversidad de perspectivas y aprender a trabajar con ellas. No cegarnos con una única visión. Hablemos en plural. Esto va para todos los niveles, desde las comunidades más pequeñas, pasando por las familias, y hasta el Congreso.

En Ayacucho, las comunidades campesinas estuvieron en medio  de  un  fuego cruzado y ocurrieron terribles matanzas como la de Lucanamarca realizada por Sendero Luminoso, Putis realizada por los militares, o la de Uchuraccay, que habría sido realizada por la misma comunidad atormentada por la desconfianza. Fue una violencia generalizada y, como se evidencia en estos casos, con víctimas y victimarios diversos, incluso difíciles de distinguir (aunque queda claro que la responsabilidad del inicio del conflicto es sin duda de Sendero Luminoso). Respetar las memorias nunca implica justificar los crímenes ni las violaciones a derechos humanos, pero sí permite reconocer las situaciones límites en las cuales estuvieron implicados los diversos actores. Para que no se repita.

Santuario de La Hoyada, muy cerca al cuartel Los Cabitos, es un recuerdo vivo de los desaparecidos

El Santuario “La Hoyada”, muy cerca al cuartel Los Cabitos, es un recuerdo vivo de los desaparecidos.

De las memorias a la reconciliación

Cuando se observan comentarios muy reduccionistas sobre el periodo de violencia, queda evidente que todavía se requiere un trabajo importante por hacer. Un mal trabajo sobre la memoria, sin reconocer la pluralidad, genera resentimientos, los cuales se transmiten de generación a generación alimentándose por prejuicios. Además, si la justicia es nula o incompleta, entonces estamos frente a un caldo de cultivo para nuevos conflictos. Se requiere trabajar el perdón y la reconciliación: pero que sea de verdad, respetando los tiempos y espacios. Nunca forzando.

Mantengámonos atentos, informémonos y vayamos más allá de nuestra burbuja. Cuando te hablen de memoria, responde agregando una “s” al final de la palabra.

Un agradecimiento al Centro Loyola Ayacucho por la labor que viene realizando para reconocer la complejidad y diversidad de actores que participaron del periodo de violencia, así como su contribución para sanar las heridas y construir una sociedad de paz. Su trabajo y sus proyectos alimentaron el presente artículo.