La mañana del 13 de enero los vecinos de San Juan de Lurigancho despertaron sometidos ante una inundación de aguas residuales. ¿La causa? Un colapso de una red troncal de desagüe. ¿Los responsables? El esclarecimiento aún está en proceso. Sin embargo, dos principales actores han salido a la luz: Sedapal y Consorcio Tren Eléctrico (Odebrecht y Graña y Montero). ¿Y qué hay de los principales perjudicados? Los pobladores del distrito más populoso de Lima se han visto obligados a enfrentar largas colas en los puntos de abastecimiento por unos cuantos baldes de agua.

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El malestar y la indignación no faltaron.

Ha pasado más de una semana desde lo acontecido. Y en Voz Actual no escribimos en su momento sobre esto no porque no reaccionamos a la coyuntura, sino porque sabíamos que el tema tendría para rato. No nos equivocamos. Este percance desató un centenar de opiniones enfocadas en la capacidad de Sedapal de gestionar el servicio de agua potable y alcantarillado, y la importancia de la inversión en operación y mantenimiento. A continuación, les presentamos un breve análisis de lo expuesto.

Caiga quien caiga

Hace falta una investigación profunda para determinar el origen de la tubería dañada. Por ello, se ha formado una comisión investigadora con el fin de determinar a los responsables directos de este hecho. Por ahora, se cuenta con una hipótesis oportuna en cuanto al punto de partida del aniego. Esta involucra nada más y nada menos al siempre escandaloso Metro de Lima, que trae consigo al flamante Consorcio Tren Eléctrico.

Para la construcción del tramo 2 de la línea 1 del Metro de Lima, era indispensable desviar una tubería de desagüe para ubicar los pilotes de la estación Pirámide del Sol en San Juan de Lurigancho. El 22 de junio de 2012, Sedapal expresó su conformidad dio su bendición para la ejecución de esta obra. Con ello, 11 meses después, se entregó la obra en la cual Sedapal “no expresa reclamo alguno ni detecta obligación exigible respecto a la obra”. En otras palabras: Sedapal dio conformidad sin observaciones a un tubo que habría colapsado porque “está malo el material o ha sido mal colocado”, extracto dicho por el ministro de Vivienda.

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Esto último no hace más que poner en tela de juicio la capacidad de esta empresa estatal de gestionar el servicio.

Por su parte, Odebrecht no se queda atrás, ya que el colapso de la tubería se encuentra ligado también al expediente técnico del proyecto. Resulta extraño que no se hayan percatado de la presencia de una tubería justo debajo de donde se pensaba poner los cimientos de una estación del Metro de Lima. Lo último es respaldado por la Contraloría General de la República, la cual determinó que el expediente técnico había sido realizado de forma deficiente y apresurada por posibles presiones de Odebrecht y el gobierno de AG.

Operar y mantener: ¿podrán hacerlo?

Siempre hablamos de Odebrecht y Graña y Montero ¿no? Y no nos equivocamos; sin embargo, en este caso es necesario señalar a más de dos culpables: Sedapal también podría tener su propia novela. Por ahora, nos ubicaremos en el episodio “Reiterada falta de mantenimiento”.

Tal como se mencionó previamente, el colapso de la tubería podría haberse desencadenado porque “el material estaba malo”. Con una simple matemática, podemos determinar que la obra lleva construida alrededor de 5 años y 7 meses, desde la fecha que fue entregada. Es decir que su uso ha generado un desgaste a lo largo del tiempo. Ahora, nada nos asegura que efectivamente esta obra recibió el correcto mantenimiento, por lo que el material hoy en día está expuesto a fallas.

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Los costos de operación y mantenimiento no pueden seguir siendo dejados de lado.

Según las proyecciones del reporte del Fondo Nacional de Financiamiento de la Actividad Empresarial del Estado (Fonafe), Sedapal no habría logrado la meta de inversión en el 2018. Así, habría ejecutado 72% de la meta prevista. Esta deficiente capacidad de gasto cuestiona nuevamente la capacidad de Sedapal, especialmente en la inversión de obras preventivas y correctivas de las redes de agua y desagüe. En el último par de años, solo en Lima, los distritos de La Victoria, Ventanilla, San Martín de Porres, Surco, el Rímac, entre otros, también han enfrentado roturas en la tubería de desagües.

Aprendamos de las tragedias. Las inversiones no están siendo bien gestionadas y es preocupante, dado que comprometen la vida cotidiana de la población. La gestión de Sedapal es confusa, compleja y cuestionable. Y de manera más general, es necesario fortalecer las capacidades de las Empresas Prestadoras de Servicios de Saneamiento, de modo que permita asegurar la provisión de un servicio de calidad orientado al ciudadano.

Fuentes: