Sin duda alguna, la Navidad es una de las fechas más especiales del año. Las familias se reúnen, los amigos se reencuentran, los tíos se pelean por los terrenos y se siente, por todos lados, el espíritu navideño. Probablemente, un elemento que no falta en ninguna reunión es la preparación de una comida especial. En los intercambios de regalos y en las reuniones tanto de fin de año como las familiares, nunca falta el trago la comida navideña, lo cual hace feliz a cualquiera #SiempreChancho. Sin embargo, el problema surge cuando llega enero. La gente empieza a irse a la playa y descubres que el festín navideño te pasó factura. Afortunadamente, hoy VA te enseñará a controlar la inflación navideña o “engorde navideño” al mismo estilo del BCRP.

Como sucede en la economía, la inflación navideña también está determinada por dos componentes: subyacente y no subyacente. Esta última recoge las variaciones de corto plazo que no pueden ser controladas por la política monetaria, pues se vincula a las condiciones de la oferta y no a las presiones de la demanda. En el caso de la inflación navideña, las condiciones de la oferta podrían estar representadas por la comida que ofrecen en las reuniones a las que asistes. La carne es débil y, al observar una mesa llena de todo tipo de platillos, simplemente decides probar uno y empezar la tragación no parar hasta estar repleto.

Afortunadamente, como sucede en la vida real, dichas presiones de la oferta suelen ser de corto plazo #QuisieraVivirComiendo. De este modo, mientras que, en la economía real, dichas presiones se manifiestan como fluctuaciones en el precio de los combustibles o de algunos alimentos; la inflación navideña se muestra en las ofertas temporales del comercio de ciertos alimentos, como el 2×1 en panetones, el 30% de descuento en Riccadonna o en el vale por un pavo que te entregan en el trabajo.

Por otro lado, la inflación subyacente se refiere a un componente más persistente asociado con el incremento generalizado de precios. Dado que es el componente tendencial, este es útil para que el Banco Central establezca sus medidas de política monetaria. En particular, existen cuatro determinantes comunes en la literatura para este tipo de inflación: el componente inercial, los excesos de demanda, la inflación importada y otros factores. El primero se refiere al promedio entre la inflación pasada y las expectativas de inflación. En el caso de la inflación navideña, podría implicar un promedio entre los kilos ganados la navidad pasada y los que se espera ganar en esta. De este modo, si este año recibiste un vale por comida navideña, probablemente tus expectativas de “inflación” sean superiores y empieces a comprar ropa de dos tallas más.

En la inflación por exceso de demanda, es probable que influyan nuestros espíritus animales #MarxLoPredijo. En la economía, este exceso de demanda suele reflejarse en la brecha de producto, es decir, la diferencia entre el producto potencial y el observado. En el caso de la inflación navideña, el producto potencial se refleja en una “alimentación potencial”; es decir, utilizas todos los recursos disponibles (alimentos disponibles) y capacidad ociosa (no te matas de hambre), pero sin generar presiones inflacionarias. Lamentablemente, como sucede en la economía, la gente se emociona y utiliza recursos en exceso; por ejemplo, sigues comiendo aunque este lleno porque no estarás en paz contigo mismo hasta dejar ese plato vacío.

Por último, la inflación importada para el BCRP se refiere a aquella que deriva de los precios de bienes (inflación directa) o insumos importados (inflación indirecta). En el caso de la inflación navideña, la inflación directa se puede manifestar en los complementos que traen tus familiares para el banquete navideño. Por ejemplo, una caja de galletas navideñas altas en grasa, azúcares, colesterol y muerte cardiaca. Mientras tanto, la inflación indirecta podría derivar de los insumos que se utilizan para preparar la cena navideña, ya que no es lo mismo endulzar tu chocolatada con azúcar que con Stevia #NoNoNoSonIguales.

Hasta este punto, hemos visto cómo la inflación navideña de nuestros cuerpos es similar a la inflación de la economía, pero ¿cómo podemos evitarla?

Es poco probable que decidas mantener un régimen de alimentación estricto en esta época del año; sin embargo, al igual que los instrumentos de política monetaria del BCRP, puede aplicar ciertas medidas preventivas y correctivas. Primero, así como el BCRP tiene un rango meta de inflación (entre 1 y 3 por ciento), tú también puedes tener uno de inflación navideña. Es decir, puedes proyectarte cuántos kilos estas dispuesto a subir, considerando tu bienestar físico, pero sin sacrificar la posibilidad de disfrutar los alimentos navideños.

Segundo, así como el BCRP ejecuta medidas preventivas para mantener la estabilidad financiera, tú puedes emplear las tuyas. Por ejemplo, el BCRP utiliza instrumentos como el encaje en moneda nacional o extranjera para evitar excesos o restricciones en la evolución del crédito. Del mismo modo, unas semanas antes de Navidad, podrías establecer “mayores encajes” y ser un poco más estricto con tu dieta; por ejemplo, comer ensalada en lugar de arroz y generar una especie de “colchón” para fin de año. Como resultado, no deberás preocuparte por ganar kilos de más en esas fechas festivas porque ya los perdiste unas semanas antes #JuegoSumaCero.

En conclusión, como sucede en la economía, la inflación navideña es inevitable y no necesariamente perjudicial. Claramente, subir cinco kilos en una semana no es saludable, pero, tal vez, un par es un efecto colateral de pasar un buen momento con la familia o con amigos. Afortunadamente, así como la economía peruana tiene al BCRP, tú tienes fuerza de voluntad y, además, puedes aplicar algunos símiles de los instrumentos de política monetaria que utiliza la mencionada entidad, como los que te presentamos líneas atrás.

Editado por Claudia Barraza