“La paranoia y el miedo no son ni serán el modo. De esta, saldremos juntos poniendo codo con codo” así dice el estribillo de la última canción del cantautor uruguayo Jorge Drexler. No hay duda de que la música es un lenguaje universal que traspasa fronteras y nos vuelve a un compartir genuino; claro, en ocasiones en tono de protesta, y en estos tiempos de crisis mundial sanitaria tiende puentes de fraternidad.

En medio de una coyuntura de distanciamiento social, han sido múltiples las voces alzadas en estas últimas semanas para acobijar el sentir comunitario. De hecho, durante el pasado fin de semana se realizó el evento musical convocado por la OMS “One World: Together At Home” en el cual un gran número de artistas realizaron un performance desde casa para una campaña benéfica que llegó a reunir 50 millones de dólares para la pandemia del COVID- 19. Más allá de dicho evento, sin ganas de desmerecer lo que fue un gran pronunciamiento solidario protagonizado por íconos de la industria musical, me vuelco a la canción como elemento y medio de expresión vital en un momento en el que la interacción social se ve truncada.

Como definición se puede decir que la canción es una composición musical breve que involucra la voz como elemento primordial y otros instrumentos como acompañamiento. Consta de melodía (que contempla por lo general la letra), ritmo y armonía. De hecho, el término canción proviene del latín cantio, que quiere decir todo aquello que se puede cantar. Y el canto, tal como diría Toni Giménez Fajardo (músico y doctor en pedagogía), “surge como una necesidad humana de la vida cotidiana”. No como algo anecdótico o añadido, sino más bien como un hecho espontáneo que evoca al mundo emocional. Por tanto, al ser parte de la inherente musicalidad del ser humano, se puede considerar también como un medio de conocimiento en la medida en que puede producir y proponer visiones de la realidad.

Si nos remontamos al inicio de la historia de la estilización del mundo (comprendido por las llamadas sociedades primitivas), podremos apreciar que las formas artísticas estaban tan íntimamente relacionadas a la organización social y religiosa que eran indiferenciables. De esta forma, desde la mirada de Gilles Lipovestky, el arte no tenía existencia por sí misma, sino que cumplía un rol informativo y práctico que se evidenciaban en danzas matrimoniales, ritos de nacimiento, muerte, entre otros. Con el pasar de los siglos, se incorpora dentro del mundo abstracto el concepto de belleza en el arte, pero por ahora la idea es detenerse a pensar en la relación íntima entre la concepción del mundo y las expresiones artísticas, específicamente el aporte de la canción la belleza es otra historia.

Entonces, la canción, al ser una producción estética individual, que pasa al plano colectivo una vez compartida, se convierte en el medio de expresión del acontecer social tanto de autores como oyentes. El artista plasma su realidad histórica y cultura, que se encuentra presente en las relaciones de las estructuras sociales y las representaciones colectivas a través de dicha pieza. Y ahora, regresando al mes de abril del año 2020, me atrevo a decir que comprende y quizás rellene en cierta medida la carencia de afecto físico que se daba con naturalidad en las interacciones diarias.

Desde iniciativas icónicas como el “One world together at home”, producciones locales como “Sé un SuperHéroe” (canción que surgió en base a la unión de diez jóvenes artistas peruanos), conciertos por live streaming, nuevas composiciones como la Drexler, hasta los cantos en los balcones se pone en evidencia un latente y añorado clima de unión que se fortalece mediante la canción.

A puertas de una transición entre el periodo de aislamiento y una normalidad incierta, la canción nos contiene y exorciza en medio de la incertidumbre, las dificultades y retos que estamos afrontando. Se convierte en el espejo en el que nos reflejamos y nos identificamos. Sin más que agregar, adjunto un abrazo virtual en forma de canción: “Codo con codo” por Jorge Drexlerhttps://www.youtube.com/watch?v=_fYKg-ssHt0.

Edición: Kelly Pérez V.