Día a día -sea por el medio de comunicación que sea- somos testigos de la poca valoración que se le da a la vida humana. Muestra de ello son los altos índices de violencia a los cuales se encuentran sometidos las mujeres y niñas. La semana pasada resonó el caso de Solsiret Rodríguez, joven desaparecida cuyos restos fueron encontrados tras más de tres años de desaparición. Este caso trae a discusión las múltiples desapariciones de mujeres y niñas, quienes mientras permanecen con paradero desconocido están expuestas a ser violentadas -físicamente y sexualmente- y asesinadas.

En el presente artículo, VA hará un recuento acerca de los casos de Solsiret y Jimenita, niña asesinada por el monstruo de la bicicleta. Asimismo, se hará énfasis en las medidas que pudieron haber adoptado las autoridades para evitar el fatídico desenlace de ambos casos.

Solsiret

Solsiret Rodríguez era una joven madre de 23 años, quien desapareció el 23 de agosto del año 2016. Los padres de la activista denunciaron que desde un primer instante la policía no tuvo ni la más mínima intención de iniciar la búsqueda de su hija. Frases como “seguro se fue con otro”, “está con la cabeza caliente” o “todavía no transcurren 24 horas” suelen ser el tipo de respuestas que las autoridades policiales le brindan a aquellos familiares que desean reportar la desaparición de mujeres como Solsiret.

Fuente: RPP

Tal como se mencionó en las primeras líneas, en el Perú las mujeres se encuentran en constante riesgo. Por lo que ante una desaparición se necesitan tomar medidas lo antes posible. La Policía Nacional del Perú (PNP), a través de la señal de Radio Nacional (casi fijo que no sabías de su existencia), desmintió en el año 2017 la necesidad de esperar 24 horas tras la desaparición de una persona para poder reportarla como desaparecida. Asimismo, recalcó que apenas se da el registro se activa un protocolo de seguridad que pone en alerta a las autoridades policiales de todo el país.

No obstante, del dicho al hecho hay un gran trecho. Las múltiples denuncias no atendidas por hacer caso omiso a dicha ordenanza y el hallazgo de mujeres fallecidas producto de la ineficaz acción por parte de los policías, dan a entender a la población que lo dicho por la PNP es letra muerta.

Jimenita

El caso de esta niña es uno de los más escalofriantes de los últimos años. Esta pequeña desapareció el 1 de febrero del 2018, tras asistir a una de sus clases de vacaciones útiles en la comisaría de Canto Rey en San Juan de Lurigancho. A Jimenita la secuestraron, violaron, asesinaron y quemaron. Era una NIÑA DE TAN SOLO ONCE AÑOS.

Fuente: Peru21

Según El Comercio, los policías de la comisaría de Canto Rey registraron la denuncia realizada por el padre de Jimena. No obstante, fue emitida con fecha de extravío de 28 de enero, esto se dio con la finalidad de no tener inconvenientes con la “regla de las 24 horas”.

Si bien la acción tomada por los policías fue un acto “de buena fe” esto no hubiera sido necesario de haberse aplicado el protocolo de la ley Brunito (y haber tenido la certeza que este se activaría). La ley Brunito establece medidas especiales ante la desaparición de niñas, niños y personas con discapacidad. Esta ley busca que la PNP emita la Nota de Alerta, por todo el país, las fronteras y coordine con otras entidades que le permitan ahondar en la búsqueda.

Este es uno de los pocos casos en los cuales la policía actuó de manera “rápida”, sin embargo, también quedó demostrado los altos índices de violencia a los cuales las niñas y mujeres se encuentran completamente expuestas. Ante una desaparición cada minuto es crucial.

Solsiret y Jimenita nunca se conocieron; empero, ambas primero desaparecieron y después fueron encontradas sin vida. Walter Gutiérrez, defensor del pueblo, señaló que de los 166 feminicidios perpetrados durante el 2019, el 10% corresponde a mujeres desaparecidas. Asimismo, en otra entrevista, recalcó que en lo que va del año se han presentado 90 casos de mujeres desaparecidas.

Es realmente triste reconocer que no solo hay una Solsiret, son muchos los casos como el de ella que año tras año añoran una respuesta. Muchas pequeñas, como Jimenita, desaparecen sin dejar rastro y sus familiares solo esperan encontrarlas. La búsqueda es dura, la angustia matadora. Solo queda esperar que este proceso sea cada vez menos engorroso y se valore la vida de cada mujer desaparecida.

Editado por Isabela García.