¿Alguna vez has subido a tus historias en redes una foto del menú de inicio de Netflix solicitando recomendaciones a tus contactos para no tener que hacerlo tú? ¿En alguna ocasión decidiste pedir lo mismo que un amigo o familiar, al momento de ordenar la comida, porque confías en sus gustos? ¿Te ha pasado que, para evitar “gastarte” pensando en algún regalo para un familiar, le regalas cada año lo mismo?

Todas estas decisiones rápidas que muchas veces tomamos en el día a día obedecen a que nos gusta tomar atajos: hacerla simple. Con frecuencia, esto nos resulta muy útil para salir de apuros y ahorrar tiempo; sin embargo, existen ocasiones en donde la decisión rápida no necesariamente es la más racional.

Toma de atajos en Mario Kart.
Fuente: Atomix

Un poco alejados del homo economicus

A raíz del premio Nobel de Economía otorgado a Richard Thaler en 2017, la economía conductual ha ido ganando protagonismo entre los economistas (y los que no lo son). La economía conductual, también llamada economía del comportamiento, es un campo de la economía que estudia cómo ciertos factores psicológicos, sociales o cognitivos afectan las decisiones económicas de los individuos. Está enfocada en explicar por qué las personas muchas veces se comportan de manera distinta a cómo lo haría un agente racional, alejándose de uno de los supuestos fundamentales de la economía clásica.

Entre las cuestiones abordadas por la economía conductual, aquella que está centrada en los atajos en la toma de decisiones, y que discutiremos en esta ocasión, recibe el nombre de heurística. La heurística son las reglas de toma de decisiones rápidas que usamos para simplificar nuestras elecciones diarias y que a menudo funcionan bien, pero que en ocasiones crean sesgos cognitivos o errores inconscientes.

Fuente: AllBehavioural

Taxonomía de las reglas heurísticas

Para analizar mejor las implicancias de la heurística en el día a día, recurramos al artículo desarrollado por los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky en 1974 titulado Judgment under Uncertainty: Heuristics and Biases. En él, los autores identifican tres categorías de reglas heurísticas: heurística de disponibilidad, heurística de representatividad y heurística de anclaje y ajuste.

Heurística de representatividad

Se refiere a juicios por analogía. Juzgamos la probabilidad de diferentes resultados según la similitud que presentan respecto a cosas que ya sabemos.

Pensemos en Juan, un estudiante universitario a quien le apasiona leer. ¿Qué te parece más probable: que estudie Química o Derecho? La mayoría de las personas tiende a decir que seguramente se trata de un estudiante de Derecho porque su descripción encaja con cierto estereotipo, pero esto no necesariamente tiene por qué ser cierto y, nuevamente, podemos caer en un sesgo.

Heurística de disponibilidad

Consiste en usar información de fácil acceso, ya sean acontecimientos recientes, primeros momentos o sucesos emocionalmente vívidos o convincentes.

Para ejemplificar esto, te invito a que pienses en quién es el jugador de fútbol con más goles en 2017. Quizás pienses en nombres como Cristiano Ronaldo, Messi o Lewandowski. Sin embargo, si crees que se trata de alguno de ellos, déjame decirte que has cometido un sesgo, pues el máximo goleador en 2017 fue Harry Kane del Tottenham.

A falta de información fiable y contrastada, evaluamos las posibilidades de algo preguntándonos con qué facilidad nos vienen a la mente ejemplos sobre ello.

Heurística de anclaje y ajuste

Tomamos decisiones de acuerdo con un punto de referencia: “el ancla”.

Una situación común se da en los días de grandes ofertas, como Black Friday. Aquí, algunas de las tiendas ponen un “precio de anclaje” cuando dicen que las ofertas de ese día corresponden al 50% de ese precio, de modo que muchas personas creen que se trata de una ‘ganga’. Sin embargo, muchas veces la verdad es que nos están ofreciendo el mismo precio de siempre, solo que lo disfrazan de oferta.

Fuente: IAE Business School

¿Y ahora qué? Reflexión

Ahora que conoces las consecuencias de las tomas de decisiones heurísticas o apresuradas, sería bueno pensárselo dos veces antes de actuar rápidamente por disponibilidad, representatividad o ajuste, ¿no?

La toma de atajos sí nos soluciona la vida muchas veces, sobre todo en decisiones de muy corto plazo o triviales, como decidir qué comer hoy o qué película ver con tu pareja (o solo), ya que no nos genera mucho perjuicio. Sin embargo, en otros escenarios, nuestras decisiones o pensamientos rápidos pueden no ser racionales y, por tanto, crear una diversidad de sesgos o errores: no es lo óptimo. Es por eso que resulta sumamente importante desarrollar un pensamiento mucho más crítico a la hora de elegir o actuar. En especial, se debe aplicar esto en decisiones con efectos a mediano/largo plazo como decisiones de inversión o compras grandes.

Como seres racionales que se supone que somos, debemos recopilar toda la información de la que no disponemos, meditar bien la situación, evitar caer en estereotipos, comparar distintas alternativas y debatir para tomar las mejores decisiones de consumo.

A veces es necesario ser un poco como Patricio:

Pensar es la mejor decisión
Fuente: Nickelodeon

Editado por: Paolo Pró.