Los periódicos se imprimieron meses atrás y los libros de historia ya se comienzan a redactar. Lo hecho, hecho está: Reino Unido (RU) dejó la Unión Europea (UE) el último día de enero tras un dramático período de búsqueda de consensos y peleas de pareja. En un primer momento, parecía que las aguas europeas y ya no tan europeas se estaban calmando. Ahora, el nuevo coronavirus llegó cual tsunami para ahogar la tranquilidad una vez más. De todas maneras, es un buen momento para tratar de entender un poco mejor todo este embrollo. ¿Qué fallaba en la relación? ¿Se extrañarán los momentos felices? ¿Afectará la pandemia los pasos finales de este divorcio?

Como uno se puede imaginar, siempre el espinoso asunto del dinero se hace presente. Tal como está establecido, cada miembro de la UE contribuye al presupuesto de la comunidad en proporción a su ingreso nacional bruto. Así, a RU, al ser una de las economías más grandes del mundo, le tocaba una contribución monetaria de gran magnitud con relación al resto. Anualmente, desembolsaba alrededor de 7.5 mil millones de euros y era el segundo país que más aportaba, detrás de Alemania en años recientes. Pero aún queda la duda: ¿por qué el presupuesto se arma así?

Boris Johnson, actual primer ministro británico

Como probablemente nos diría el economista Robert Solow, puede ser más fácil para un país de menores ingresos per cápita crecer aceleradamente que para un país rico en situaciones típicas #CatchUpEffect. Además, el capital o presupuesto que se asigna a cada país tiene un rendimiento cada vez menor. Sin duda, se quiere que, en algún punto del tiempo, los países europeos converjan a un nivel de vida incluso más similar. Esto explica la manera en qué se establece la contribución monetaria para la UE. De esta forma, se ha establecido un sistema que permite que los países con mayores recursos financien a los de menores ingresos. Ciertamente, esto resultaba sumamente costoso para RU: tal vez, ya demasiado.

Ahora, toquemos otro punto. Es sumamente extensa casi infinita la información sobre el efecto del Brexit en las grandes cuentas macro de RU; sin embargo, es verdad que un ciudadano de a pie no suele conocer con gran detalle estos datos. Lo más interesante es entender el comportamiento de los amigos británicos y cómo un jueves de junio de hace casi cuatro años decidieron marcar leave en el referéndum nacional, y abandonar el barco en el que habían navegado por casi 45 años #NoRegrets(?). Ciertamente, el margen fue bastante estrecho, pero los números nunca mienten a diferencia de ella. ¿Qué dirías si te dicen que tu país paga 350 millones de euros semanales para pertenecer a una comunidad? Naturalmente, al escuchar semejante cifra, lo primero que muchos pensarían es que nos están robando es un monto exorbitante para un club no tan exclusivo. Y, de hecho, números de ese tipo se usaban en la campaña para persuadir a los votantes. Lo negativo de esto es que muchas veces se empleaba información falsa o inflada #FullFloro, pero, igualmente, se lograba el objetivo de sesgar el voto.

Pero no todo es dinero en esta vida ¿o sí? Hablemos de migración. Este es otro tema que influyó en la votación, pues había un creciente sentimiento nacionalista #GodSaveTheQueen y euroescepticista (rechazo a la UE). Es posible que muchos británicos hayan considerado que les iría mejor si se cortaba la entrada de tantos migrantes. No obstante, está decisión, una vez más, puede estar sesgada por las concepciones negativas que se tienen de ellos. Es cierto que muchos provienen de países de Europa del Este que tienen índices de pobreza mayores y cuentan con menores ingresos. No obstante, también, es cierto que estos ciudadanos sí contribuyen. De hecho, un estudio reciente muestra que el aumento en los migrantes que trabajan en el Reino Unido entre 1997 y 2007 ha elevado la productividad del trabajo en aproximadamente 0.3% (Rolfe, 2013).

Sin embargo, todo este enredo tiene una arista más. Aunque RU oficialmente ya no es parte de la UE, el país se encuentra en una fase transitoria hasta el 31 de diciembre de 2020 en la que se deben definir acuerdos de la nueva relación, tal como está establecido. En este contexto, el gobierno británico afronta una nueva decisión: aplazar o no esta fase a raíz del coronavirus. Se escucha, con frecuencia, que la buena salud no tiene precio. Aunque dicho enunciado parezca algo exagerado, lo cierto es que este componente tiene una demanda inelástica, pues es poco sensible a lo que se cobre por ella y es ampliamente valorada. No se puede negar que aplazar la salida provocará, también, la postergación del shock de desinformación e incertidumbre en una economía que ya tiene aires recesivos en el radar. Ahora que los contagiados en RU se cuentan en decenas de miles y el mismo primer ministro Boris Johnson vivió en carne propia la severidad de la enfermedad, parece muy posible que las negociaciones del nuevo tratado comercial y demás acuerdos se desaceleren.

Es evidente que esta es una historia que aún no culmina en realidad. Asimismo, no se puede afirmar con certeza que el Brexit haya sido la decisión más acertada. El debate sigue abierto. ¿Qué será del periodo de transición o de los nuevos acuerdos? Solo el tiempo lo decidirá. Quién sabe si, en algún punto, por un pequeño momento, algún amigo británico extrañe la UE y piense en aquella lejana idea de regresar.

Edición: Claudia Barraza

Fuentes:

Crafts, N. (2016). The Growth Effects of EU Membership for the UK: Review of the evidence. Global Perspectives Series. 3-15. Recuperado de http://www.smf.co.uk/wp-content/uploads/2016/04/SMF-CAGE-The-Growth-Effects-of-EU-Membership-for-the-UK-a-Review-of-the-Evidence-.pdf

Rolfe, H. (2013). Migration and productivity: employers’ practices, public attitudes and statistical evidence. National Institute of Economic and Social Research. Recuperado de https://www.niesr.ac.uk/sites/default/files/publications/Migration%20productivity%20final.pdf

HM Treasury. (2018). European Union Finances 2017: statement on the 2017 EU Budget and measures to counter fraud and financial mismanagement. Recuperado de https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/691017/EU_finances_2017_Cm9576_web.pdf

Booth S., Howarth C., Persson M., Ruparel R., & Swidlicki, P. (2015). The Consequences, challenges & opportunities facing Britain outside EU. Open Europe. Recuperado de http://europas-krisen.zdf.de/media/downloads/Brexit/150507-Open-Europe-What-If-Report-Final-Digital-Copy.pdf