Junio es el mes del orgullo LGBTQ+. Se celebra la libertad de ser uno mismo y se conmemora la lucha contra la violencia y discriminación hacia las personas LGBTQ+. La comunidad científica no es ajena. A lo largo de la historia muchos científicos queer cambiaron el rumbo de la humanidad con su arduo trabajo e investigación. Pero no todo es celebración. Muchos de ellos, a pesar de sus grandes contribuciones a la ciencia, fueron discriminados y maltratados por su orientación sexual y su expresión e identidad de género. Aún hoy, en pleno siglo XXI, hay muchos obstáculos que los científicos queer deben superar para lograr desarrollarse plenamente en sus respectivos campos.

Uno de los científicos que merece ser recordado y celebrado en junio (y siempre) es Alan Turing, una de las mentes brillantes del siglo XX. Reconocido por muchos como uno de los padres de la informática y de la inteligencia artificial, Turing fue un científico de la computación, matemático, y criptógrafo que sentó muchas de las bases de la informática moderna. En los años cuarenta ayudó a derrotar al Eje en la Segunda Guerra Mundial al desarrollar una tecnología capaz de descifrar los mensajes encriptados de las fuerzas armadas alemanas. Turing, además, era gay, y a pesar de sus enormes contribuciones a la ciencia y al Reino Unido, en 1952 fue procesado y condenado a una castración química por haber cometido “actos de indecencia grave”, en otras palabras, por ser homosexual y vivir con su pareja. Murió en 1954 por envenenamiento con cianuro y algunos de sus biógrafos creen que se suicidó por las consecuencias que trajo su sentencia.

Turing (al frente) junto a un amigo y dos judíos a los que ayudó después de que escaparan de Alemania. 1939. Fuente de la imagen: The New York Times.

Alan L. Hart fue otro científico admirable. Hart fue médico, investigador y escritor y dedicó su vida a la investigación de la tuberculosis. Fue uno de los pioneros en el uso de los rayos x para la detección de esta infección y luchó para acabar con el estigma que trae consigo esa enfermedad. Hart, además, era un hombre trans, motivo por el cual se vio forzado a mudarse y cambiar de trabajo muchas veces en la década de 1920.

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Las condiciones de vida y de trabajo para los científicos queer han mejorado, pero aún falta mucho por lograr. Un estudio publicado en Science Advances en enero del 2021 concluyó que hay desigualdades sistémicas para los profesionales LGBTQ+ en STEM. El estudio explica que las personas LGBTQ+ sufren mucha más marginación y acoso en sus lugares de trabajo en comparación con las personas no LGBTQ+, y que su opinión profesional suele ser menospreciada por sus colegas. Además, en Estados Unidos, despedir a un empleado por su orientación sexual era legal en 28 estados hasta junio del 2020. No es coincidencia que el 43% de científicos mantenga su identidad LGBTQ+ escondida de la mayoría de sus colegas, según reportan los resultados de una encuesta hecha en 2013 a 1427 científicos.

En Perú la situación no es mejor, cosa que retrata muy bien el relato de Mateo Prochazka en un artículo del diario Gestión. Mateo es un epidemiólogo peruano gay que vive en Londres y trabaja para la sanidad pública de Inglaterra. Hace poco, además, trabajó como asesor del gobierno peruano apoyando en el esclarecimiento y la actualización del número real de peruanos fallecidos por COVID-19. Tener su talento en Perú sería un golazo. Un golazo que no se dará, porque como bien explica él en su artículo “Ser un hombre gay en Perú es agotador.” Así como Mateo, muchos otros profesionales queer emigran a países en los que sí tienen acceso a los derechos que merecen y en donde pueden vivir tranquilos y sin miedo. Según un cuestionario realizado por Más Igualdad Perú, junto al congresista Alberto de Belaunde, en el que participaron 761 peruanos LGBTQ+ que migraron al extranjero, el 81% de los migrantes considera que la falta de derechos LGBTQ+ influyó de forma importante en su decisión de dejar el país, y el 76% no piensa volver.

“Sabía que para tener la vida que quiero vivir y acceso a los derechos que creo que merezco por ser gay tenía que salir fuera, lejos de la estructura de estigma tan fuerte que tiene la sociedad peruana” Mateo Prochazka. Fuente de la imagen: Caretas.

¿Qué tanto más se habría descubierto y qué tanto más hubiese progresado la ciencia si los científicos queer hubiesen podido trabajar cómodos y tranquilos, sin ser perseguidos y maltratados? Por eso el mes del orgullo es tan importante, y no solo para la ciencia. Aún hoy hay países en los que un hombre gay o una mujer trans correrían la misma suerte que Alan Turing hace más de 60 años. Aún hoy, hasta en los países más progresistas, los profesionales tienen que esconder su identidad LGBTQ+ para poder alcanzar sus metas laborales. Aún hoy en Perú las personas LGBTQ+ no pueden vivir tranquilas y amparadas en leyes que las protejan. Y aunque van a ser cinco años particularmente difíciles para la población LGBTQ+ en Perú, es importante que sigamos luchando para acabar con la discriminación y para obtener esos derechos que tanta falta hacen. Nunca dejemos de celebrar la diversidad y la libertad de ser nosotros mismos.

Edición: Kelly Pérez.