Creo que queda claro a los estudiantes universitarios que hay una clara correlación entre el ciclo en el que te encuentras y el nivel de estrés que sientes eternamente en cada segundo con frecuencia. Al respecto, en los últimos años, periodistas, académicos y observadores de la política universitaria han mostrado preocupación el potencial impacto de las condiciones en la universidad sobre los problemas de salud mental. En este artículo nos dedicaremos al eslabón más alto del quehacer de la investigación: los estudiantes de doctorado (PhD). Aquel grado al cual todos los estudiantes de ciencias en la actualidad estamos cuasi obligados a obtener.

Hace dos años, la revista Nature realizó su encuesta bienal acerca de la situación de los PhD, la cual abarcó a más de 6000 graduados. Casi el 30% de ellos consideraron que un área de preocupación es su salud mental. Dos años después, en una encuesta a 6300, 36% de los investigadores aceptaron que han buscado ayuda para problemas de ansiedad y depresión. Junto a esta tendencia al alza, el 71% de los encuestados declaró sentirse satisfecho con su actividad de investigación. ¿Es posible sentirse satisfecho con la labor académica, pero al mismo tiempo no sentirse bien?

Siempre hay que escoger, o lo uno o lo otro

Siempre hay que escoger, o lo uno o lo otro

Es algo conocido que en la mayoría de países el número de candidatos a doctor crece anualmente. La mayoría de estas personas están en constante competencia en función a un fin particular: publicar. Para ello es necesario ganar becas, financiamientos; enviar tus artículos a distintas revistas, ser rechazados (como ella lo hizo), y volver a hacer todo de nueva. Una vida llena de deadlines. Todos los científicos queremos tener un impacto en la sociedad.

Las reuniones con tu jefe de investigación puede ser verdaderos dramas personales

Las reuniones con tu jefe de investigación puede ser verdaderos dramas personales

Las carreras de ciencias tienen un sentido de libertad en cuanto a descubrir e inventar. Sin embargo, el monitoreo constante de las entidades que financian, de tu propia universidad, y hasta de tu propio jefe de laboratorio, pueden hacer difícil que uno se abra a declarar sus vulnerabilidades.

Es necesario reconocer que a futuro el sistema está ejerciendo demasiada presión en personas jóvenes y de alto impacto para la sociedad. La manera en cómo tomemos medidas respecto a la salud mental en el centro de estudios o de investigación y en la sociedad civil en general, juegan una parte importante en asegurar el bienestar de los investigadores. Sin embargo, esa presión por ser exitoso y dejar huella es algo que difícilmente pueda dejarse de lado por estas mentes que buscan conocer. El propio hecho de tener impacto es uno de los móviles principales para estudiar ciencias. Entonces vale la pregunta: ¿cómo medimos el éxito?