En el artículo pasado mencioné cómo las Áreas Protegidas son la medida más asequible y de fácil transición para la conservación y cómo los gobiernos y los habitantes debemos fomentar su formación, desarrollo y preservación. Sin embargo, dejé de lado un actor muy importante. Tan importante que merece otro artículo: el sector industrial.

Constantemente vemos el lado oscuro de las regiones con muchos recursos y alta vulnerabilidad: la minería ilegal en la selva, la tala de algarrobos protegidos en el bosque seco y la pesca informal de especies amenazadas. Sin embargo, el sector industrial es la otra cara de la explotación de recursos en estas regiones. Pero claro, esta es una cara mucho más amigable, te lleva de la mano a comer una rica hamburguesa proveniente de una vaca en terreno amazónico deforestado.

La industria, legal o ilegal, suele explotar los recursos naturales.

La industria, legal o ilegal, suele explotar los recursos naturales.

Las industrias extractivas pueden ser vistas desde diferentes perspectivas: pueden ser el gran proveedor de materia que nos permite vivir de la manera a la cual estamos acostumbrados, o puede ser una máquina explotadora ambiental. No resulta muy útil tomar una posición rígida si no permite observar el panorama completo.

En primer lugar, la industria suele ser una carga muy pesada para el medio ambiente: extrae grandes cantidades de materia (madera, peces, petróleo) y degrada hábitats o produce desechos que pueden degenerar el ambiente (suelo infértil, corales destruidos, derrames). Esto puede, y suele, ser evitado. Debido al gran poder y escala que manejan estas industrias, se encuentran altamente supervisadas. Sin embargo, hay terrenos que no pueden alcanzar a vigilarse tan fácilmente.

En el caso de la pesca, las grandes pesqueras suelen utilizar redes de arrastre, las cuales pueden ser muy útiles para atrapar enormes masas de peces en poco tiempo, pero también pueden destruir arrecifes enteros que son los grandes almacenes de biodiversidad marina. También existe un grave problema con la agricultura intensiva. Se suelen deforestar vastas áreas de bosque primario (“virgen”) para sembrar las cosas ricas que nos gustan, como el rico aceite de palma que usamos en jabones y en comida, o criar vacas para ese filetón parrillero de fin de semana.

 

La deforestación para ganadería y monocultivos de aceite de palma tiene una gran carga ambiental sobre los bosques.

La deforestación para ganadería y monocultivos de aceite de palma tiene una gran carga ambiental sobre los bosques.

Para una industria masiva, la generación de productos homogéneos y en gran cantidad es prácticamente un requisito. Aun así, pueden hacerse esfuerzos por evitar este tipo de explotación, por ejemplo: restringir el uso de redes de arrastre a zonas sin arrecifes o sembrar palmas aceiteras en zonas ya explotadas, pero no en bosque primario.

Con las tendencias globales hacia un mundo más sostenible, el sector industrial tiene la oportunidad de ir más allá y no solo dejar ambientes sanos y disponibles para convertirlos en Áreas Protegidas, sino que también puede nacer una industria sostenible dentro de ellas. Con esto último me refiero a un enfoque basado en la heterogeneidad de productos, que sean elaborados a pequeña escala, pero distribuidos masivamente: una industria que ofrezca telares de diferentes comunidades, diferentes frutas de una misma Área Protegida, varias opciones de paquetes turísticos, entre otros.

Suelo terminar mis artículos dejando en claro que la mayor fuerza motriz para los grandes cambios somos todos nosotros: los gobernantes, los jefes de grandes industrias y los consumidores, porque estos últimos son la fuente de la demanda. Fomentemos la formación y conservación de Áreas Protegidas visitándolas, pidiéndolas a nuestros gobiernos y dirigiendo a la industria hacia un mundo más sostenible.

Edición: Daniela Cáceres