Desde que somos pequeños, somos bombardeados con los derechos y deberes que tenemos: decoramos pancartas, llenamos fichas y, en alguna esquina del salón, podemos encontrar el clásico papelógrafo con los diez derechos de los niños enumerados. Además de estos, existen los derechos humanos comunes, los cuales nos acompañan desde que nacemos y, según la ONU, son inherentes a todos los seres humanos sin discriminación alguna; estos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles. Además, los Estados deben asumir los deberes u obligaciones que sean necesarios para proteger sus ciudadanos.


En papel todo suena muy bien; sin embargo, en la vida real, ¿realmente sirve de algo funciona? Pues no: en 2018 el Estado se comprometió, a través de 177 medidas legislativas, a cumplir con las recomendaciones de la ONU, y podemos evidenciar, en el día a día, que esto aún no se ve reflejado en nuestra sociedad. Es en este marco en el que el MINJUSDH lanzó el pasado 10 de diciembre una campaña conformada por tres videos que evidencian la discriminación hacia la comunidad LGTBIQ+, el machismo y el racismo. No tardaron en viralizarse en redes sociales, no solo por las impactantes escenas representadas, sino porque también culminaban con una revelación importante… eran frases de sketches del programa Los Cómicos Ambulantes transmitidas a nivel nacional durante la época de los 90. Entonces, ¿de qué demonios nos reímos los peruanos y qué verdades escondemos detrás de cada chiste?

Tan conocido es nuestro macho peruano que se respeta que hasta película tiene

Para entender esto, primero podemos partir de los tres temas tratados en la campaña: machismo, racismo y transfobia. Según Butler (1993), tenemos dos maneras de formar nuestra identidad de género: actuación y repudio. En otras palabras, copiando lo que vemos como normas sociales – las mujeres usan vestido o los hombres juegan fútbol – o alejándonos de lo que no debemos hacer – los hombres no lloran o las mujeres no toman – así ambos se complementan. En ese sentido la actuación nos brinda los patrones que reproducimos y el repudio los límites de nuestra identidad. Y… ¿qué ¡#@/^%*$ tiene que ver esto con el humor? Pues mucho, nos ayuda a entender cómo se comienzan a construir roles dentro de la sociedad que luego serán representados en sketches.

Para Fuller (1997), la masculinidad en el Perú tiene como rasgo central que se basa en la autoridad que nos brinda el resto; es decir, seguimos un conjunto de prácticas ¨masculinas¨ que el resto interpreta con autoridad, sea para ser impuesta sobre las mujeres u otras personas que salgan de ese molde de macho. Con el pasar del tiempo, el estereotipo de macho pasó a esconderse detrás de una máscara ideológica. Zizek (1992) interpreta dicha máscara como una realidad paralela a la cual el hombre que ha seguido este patrón narcisista durante mucho tiempo se empeñará en convertir en cierto Ok Boomer. Esta masculinidad es bastante frágil en nuestra sociedad, lo cual nos lleva al segundo tema: la transfobia.

Tal como recuenta Vich en su libro El discurso de la calle: los cómicos ambulantes y las tensiones de la modernidad en el Perú durante el tiempo que asistió a las plazas donde se solían presentar los cómicos ambulantes, era común que la gente se riera de la homosexualidad que él interpreta como la presencia de un tabú o realidad escondida que sale a flote con las bromas. Dentro de este marco, la figura estrella es la del travesti, con comediantes disfrazados de mujeres representando estereotipos, y que contrasta con la imagen de achorados que dan constantemente en el resto de sus sketches. La figura del travesti amenaza la frágil masculinidad de los peruanos quienes constantemente necesitan probar su hombría. Esto lleva a una cierta obsesión con el afeminamiento; no cabe duda de que este personaje crea confusión y amenaza las normas sociales definidas.

En cuanto al racismo, ninguno logra escapar de la caricaturización. Las personas andinas, afrodescendientes, asiáticas o caucásicas son ejes de faltas de respeto camufladas en bromas. No nos debe sorprender, pues suele ser la forma más básica de hacer reír al resto junto con golpes o caídas; las bromas más complejas probablemente no lograrían la misma respuesta. Esto no solo pone en evidencia el pobre sentido del humor que tenemos como peruanos sino que lo poco que ha variado a lo largo de los años, solo basta con prender nuestra televisión los sábados en la noche para ver que se siguen repitiendo las mismas bromas, sketches y recursos que hace 40 años.

El humor peruano nace en medio de una fuerte migración desde las provincias del país a Lima, sea buscando oportunidades o forzados a escapar del conflicto armado. Esto se tradujo en un grupo de personas incapaces de conseguir trabajos formales. Como una de las alternativas informales y relativamente rápidas de conseguir dinero, nace este grupo de comediantes que tiene un importante lugar en la formación de la cultura chicha peruana. Entonces… ¿por qué en la mayoría de sketches se burlan de migrantes? En un país donde es ley cholear al resto, el humor representa lo que los mismos interpretadores han vivido; como explica Freud (1927), es una respuesta a una realidad poco placentera y una manera de crear un imaginario en donde pasamos de ser víctimas de racismo a perpetuarlo. Es decir, ya no me cholean, ahora yo choleo al resto. Esta manera de ganar autoridad o percepción de superioridad es simplemente absurda y caemos en un ciclo difícil de romper en el que mantenemos como norma social que discriminar te da ¨status¨ BUT WHY?!.

El mismo personaje en programas con 15 años de diferencia

Pues como vimos, esta campaña tiene detrás potentes rasgos de la cultura popular inherentes al común de los peruanos. Si bien el Estado es el responsable de velar por los derechos de todos nosotros, ¿con qué cara podemos criticarlo cuando desde la escena más inocente como es el humor somos responsables de la discriminación y violencia hacia ciertos grupos de la sociedad? Reírnos de lo que pasa en nuestra vida no es malo, nos ayuda a enfrentar problemas, a empatizar con otras personas, etc.; pero hacerlo a expensas del maltrato hacia el resto nunca será una opción. Sería cínico de mi parte no aceptar que en algún momento me he reído con estas absurdas bromas, probablemente tú también, pero nunca es tarde para buscar humor sin ofender al resto y corregir lo que #AprendimosMal.

Edición: Paolo Pró

Bibliografía:

Asamblea General de la ONU. (1948). Declaración Universal de los Derechos Humanos (217 [III] A). Paris.

Barreto, Celinda (2017). TV, vulgaridad y racismo. El Peruano.

Butler, Judith (1993). Bodies that Matter: On Discursive Limits of Sex. New
York: Routledge.

Freud, Sigmund (1927). “El humor”. En Obras completas. Vol. 17. Buenos
Aires: Hypamerica.

Fuller, Norma (1997). Identidades masculinas. Varones de clase media en el
Perú. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.

Herrera, Jaime (2015). ¿De qué se ríen los peruanos y por qué?. Diario Gestión.

Vich, V. (2010). El discurso de la calle: los cómicos ambulantes y las tensiones de la modernidad en el Perú. Lima: Universidad del Pacífico.

Zizek, Slavoj (1992). El sublime objeto de la ideología. México D.F.: Siglo XXI.