Era una noche de fiesta donde todos disfrutaban, Luis Alonso se encontraba en un estado de ebriedad y sabía que, si seguía, ya no iba a poder sostenerse a sí mismo; por lo que, decide retirarse del lugar. En la calle se le acerca Pedro y le pide que le regale unos “porros”, pero Luis le contesta que solo le queda uno para él. Pedro insiste, y sin que Luis dijera algo inapropiado, de forma repentina, le propina una patada en el lado derecho de su cabeza. Es así que, Luis cae de espaldas en la acera, sin poder evitar el impacto y es rematado por golpes -cobardes- de Pedro. Minutos después Pedro se retira, sin ningún remordimiento.

Tomás, que pasaba por la calle de los hechos, ve a Luis herido y a pesar de evidenciar que este último se está desangrando, decide continuar su camino por temor a meterse en un problema. ¿Más detalles? Una fuente gráfica -perdón por el dibujo-:

Fuente: 123RF

Casos de esta índole pasan en numerosas ocasiones, por el desinterés o el miedo que tienen terceras personas a prestar socorro, aun sabiendo que las víctimas se encuentran en grave peligro. “Prefiero evitarme problemas” o “no son mis asuntos”, pueden ser los típicos comentarios.

Si no prestamos auxilio/socorro ante un hecho como el ejemplificado, ¿estamos cometiendo un delito? -por más que moralmente sea una discusión de si es correcto o no- #NoSeasIndolente la respuesta es SÍ. Nuestro Código Penal en su Capítulo IV tipifica distintas conductas delictivas relacionadas a la exposición al peligro o abandono de personas en peligro. Incluyendo un supuesto como el caso ejemplificado. 

Así, a pesar de que dentro del Código Penal se plantean distintas conductas que pueden constituir delitos de omisión, una situación que puede ser muy común es, justamente, aquella en la que se omite prestar auxilio a una persona que requiere de él. Por más que vivamos en un país que puede amar la informalidad, éticamente ¿no tendríamos una cierta responsabilidad? –¿El Congreso tendrá ética? Jeje– De experiencias propias, he conocido personas que usualmente se justifican en distintas razones que no tienen validez, pese a que tenían el deber y podían socorrer a la persona.

Fuente: AprendEmergencias

Ojo, es claro que nadie desearía encontrarse en este tipo de situaciones. Empero, el tratar de evitar realizar una acción de auxilio a la víctima (herida o incapacitada) que necesita ayuda, conlleva a que, esta tercera persona incurra en este delito de omisión a prestar auxilio. Se puede presuponer que, la sanción del Código Penal se debe a que pudo haberlo ayudado, pero no lo hizo.

¡Pero, si yo no fui quien lo dejó en ese estado!… El no haber sido autor de una determinada acción que pone en peligro a una persona, no significa que cuando el responsable del peligro huya, la tercera persona también tenga que pasar por alto la situación en la que se encuentra la víctima y abandonarlo a sabiendas de que está herida o incapacitada. Por ende, el prestar ayuda a la víctima no es cuestión de querer hacerlo o no, se trata de un deber que toda persona tiene que cumplir, siempre y cuando no se ponga en peligro a sí mismo; de lo contrario, comete un delito.

Fuente: Fundación iO

Regresando al caso ejemplificado, Tomás era consciente de que podría haber hecho algo para ayudar a Luis o mínimo llamar a la policía, acciones que no lo pondrían en peligro; sin embargo, prefirió tomar su propio camino, aun viendo el grave estado en el que se encontraba Luis. Por lo tanto, este hecho constituye un delito de omisión a prestar ayuda por parte de Tomás y se sanciona con pena privativa de libertad.

En resumen, querido lector, si uno está en la posibilidad de prestar auxilio, sin ponerse en riesgo a sí mismo, debe hacerlo en función al cumplimiento de una obligación. Esto debido a que, no se puede abstener o negar a realizar una acción cuando es un deber y no sólo una cuestión de ética. Pues, de no hacerlo, tengamos presente que se estará cometiendo una acción delictiva.


Edición: Camilla Chirinos