Otro día más en casa. Enciendo el televisor, las noticias de siempre, aunque con otros protagonistas: medidas gubernamentales, delitos, deportes, farándula. Cansado, reviso el celular: memes, fake news, shitposting. Para acabar el día, leo un correo curioso acerca de una recomendación de Netflix sobre una serie que deseaba ver hace tiempo, pero no recordaba el nombre. #Comolosupo ¿Acaso estoy siendo observado?, ¿soy solo yo?, ¿somos controlados para cumplir cierta rutina y ni siquiera somos conscientes de ello? Si eso fuera cierto, ¿cómo lo hacen?

En búsqueda de respuestas, recurrí a la vieja confiable literatura. Así, dos distopías opuestas llamaron fuertemente mi atención: la visión de Orwell planteada en 1984 y la de Aldous Huxley en Un mundo feliz. La primera narra la historia de un futuro Londres bajo el gobierno totalitario del Gran Hermano, y la segunda nos relata la historia de un mundo donde el hombre es artificialmente feliz gracias al Estado Mundial. ¿Cuáles son las diferencias entre ambas visiones? ¿Qué tienen que ver con nuestro presente?

Cultura y control

Por un lado, Orwell pensaba que nos convertiríamos en una cultura cautiva donde la población sería controlada a través del miedo. Aunque no hemos vivido algo tan extremo como lo sucedido en el libro, –al menos si vives en la parte occidental del mundo– eso no quita que la política use el miedo como un factor de control significativo. Atentados terroristas, crisis económicas y sanitarias, desastres naturales; todos estos eventos son aprovechados por el sistema para llevar a cabo políticas cuestionables excusándose en que “no teníamos otra opción”. A esto, la periodista y escritora Naomi Klein lo denominó “doctrina del shock”. Ahora bien, el miedo no solo se utiliza a nivel nacional para que los gobernantes de un país consigan llevar a cabo políticas económicas o sociales, sino que también se aplica a escala global para la creación de un sistema de bloques (centro y periferia u Occidente y el resto), donde se considera al grupo propio como “los buenos” y al otro como “los malos”. Ejemplo de ello es Estados Unidos y los países a los que acusó de terrorismo como Libia o Siria.

Por otro lado, Huxley pensaba que seríamos una cultura banal donde se controla a la población mediante el placer. En ese sentido, los seres humanos tenemos esa necesidad de escapar por un momento del mundo real y relajarnos con alguna afición o pasatiempo; sin embargo, el problema es que hoy en día no nos distraemos un rato, sino que vivimos distraídos. Y lo peor es que lo sabemos. Y nos gusta.

Es mucho más cómodo estar sentado en el sofá viendo la televisión que mirar por la ventana, intentar comprender cómo funciona el mundo y pensar en cómo se pueden cambiar las cosas. A veces, incluso, algunos llegan a extremos, como los hikikomori 1. A pesar de hacer lo que les gusta, muchas veces su “felicidad” obtenida es vacía ya que no hay realización ni un sentido concreto; simplemente es el efecto del soma-la droga de la felicidad de Un mundo feliz– de nuestro tiempo.

Acceso a la información y la verdad

Orwell temía que la verdad se nos ocultara a través de la privación o manipulación de la información y la censura a los libros (única fuente de información en su época). No obstante, ahora la clave ya no estaría en las amenazas ni la violencia, sino en la educación limitada, la propaganda que influya en el inconsciente, el control del pensamiento y la degeneración sistemática de la realidad. En ese sentido, la prensa desempeñaría una función importante, ya que, al tener la libertad de manipular la información, podría convertirse en un eco de los intereses del poder económico y político, y ocultar datos importantes o darles relevancia a temas inútiles. Esto solo perpetúa el lema del partido del Gran Hermano: “la ignorancia es la fuerza”.

En contraste, Huxley temía que la verdad fuera ahogada en un mar de irrelevancia, donde la sobreinformación inútil nos convierta en seres pasivos y ensimismados; un mundo donde no fuera necesario censurar los libros porque nadie se interesaría en leerlos. ¿Suena familiar?

El poder de atracción de elementos como los videojuegos, la televisión, las redes sociales o la vida íntima de los famosos es mucho mayor que el interés por saber la verdad sobre el mundo en el que vivimos.  Así, hipnotizados por nuestros gustos y el consumismo, perdemos el horizonte. Estamos conectados, pero a la vez cada vez más desligados de nosotros mismos y de aquellas cosas que históricamente le dieron sentido al hombre: la búsqueda de la verdad y la belleza.

En síntesis, Orwell pensaba que lo que nos da miedo acabaría arruinándonos mientras que Huxley consideraba que lo que propiciaría nuestro fin será lo que más nos gusta. Curiosamente, el libro de Huxley se publicó en 1932 y el de Orwell en 1949. Si tras más de setenta años sus ideas siguen vigentes, ¿cuál de las dos crees que prevalece?

1. Se refiere tanto a la condición como a quienes la padecen, este concepto se define como una combinación de aislamiento físico y social al que se suma sufrimiento psicológico que puede durar seis o más meses.

Edición: Paolo Pró