“El gobierno que con una mano exige aumento de impuestos debe con la otra procurar el aumento de la riqueza”

José Cecilio del Valle, filósofo y político

Al pensar en Dubái, seguro se nos vienen a la mente sus edificaciones más famosas o quizás el estilo de vida de lujo que frecuentemente se observa en redes sociales y, algunos de nosotros, más familiarizados con la economía, podríamos recordar que también forma parte de Emiratos Árabes Unidos, uno de los productores de petróleo más importantes en el ámbito mundial. Sin embargo, Dubái tiene un aspecto en particular que resulta enigmático a primera vista: la completa ausencia de algunos impuestos junto con su extraña y resiliente prosperidad económica. ¿Es tan raro como parece? Y, más importante aún: ¿qué consecuencias tiene? Spoiler alert: tiene que ver con crear uno de los mejores ambientes de negocios en el mundo.

Dubái alberga algunas de las obras arquitectónicas más importantes del mundo moderno, entre ellas, el hotel más famoso del mundo (Burj Al Arab) y la edificación más alta alguna vez construida (Burj Khalifa).

Primero, un par de definiciones

Los impuestos se definen como pagos obligatorios y no correspondidos a las administraciones públicas (OCDE, 1996). Los impuestos son no correspondidos en el sentido de que los beneficios proporcionados por el gobierno a los contribuyentes (por ejemplo, bienes públicos como defensa nacional) normalmente no son proporcionales a sus pagos. Naturalmente, existe una amplia variedad de impuestos y cada uno de ellos responde a diferentes objetivos: algunos buscan desincentivar el consumo de bienes que pueden ser dañinos, mientras que otros buscan ser una fuente de redistribución de riqueza y dar a las personas justas oportunidades. Sin embargo, hoy queremos concentrarnos solo en los impuestos más llamativos de Dubái.

El caso de Dubái

Entonces hablemos de los principales tributos en la zona árabe. En cuanto a los impuestos al valor agregado (IVA), estos fueron introducidos recientemente en 2018 y a una tasa del 5% (bajo en comparación al 18% al que estamos acostumbrados en Perú). Pero esto no es lo más sorprendente, sino su impuesto a la renta (IR). En el caso corporativo, que fue introducido hace poco, este alcanza el 9% que nuevamente contrasta con el impuesto a la renta de 30% que conocemos en Perú. Sin embargo, lo más impresionante es el impuesto sobre la renta personal: 0%.

ImpuestoDubáiPerú
IVA o IGV5%18%
IR Corporativo9%10%-29,5%
IR Personal0%8%-30%

La receta secreta

¿Qué significa esto? Significa que el gobierno no toca los ingresos de la población. Reformulándolo, el aparato estatal no toma del esfuerzo y premio merecido de sus ciudadanos. Esto puede resultar atractivo para las personas, considerando que en otros países las tasas sí llegan a ser muy altas. Más allá de todo, esta sinergia entre impuestos crea un ambiente propicio para la inversión y los negocios, pues les permite tener mayor rentabilidad a los negocios, a la vez que atrae multinacionales y talento profesional por la condición de zona franca.

¿Es tan sorprendente como parece?

En economía, el financiamiento debe provenir de algún lado. Es decir, no es posible que una administración sobreviva sin recaudar tributos, pues estos son su fuente primordial de ingresos. Por ello, podríamos esperar que si un gobierno desea efectuar una mejor labor, requerirá de más recursos; así, este podría estar tentado a cobrar más impuestos. De hecho, países admirados por su alta calidad de vida como los de la zona nórdica (Noruega, Finlandia, Dinamarca, etcétera) precisamente cuentan con altas tasas impositivas. Este aspecto vuelve contraintuitiva la idea de que en Dubái no se cobren impuestos.

Imágenes satelitales de Dubái: hace algunas décadas, no era más que un desierto. Su rápida y sostenida expansión parece indicarnos que hay algunas cosas que están haciendo bien en materia económica.

No todo es color de rosa

Como vimos, el gobierno tiene necesidades y ahora descubriremos cómo las satisfacen. La clave para Dubái está en identificar dos de sus industrias más importantes: el petróleo y los servicios financieros. Los negocios relacionados al oro negro enfrentan una tasa impositiva de 55% (¡Más de la mitad de sus ganancias!). Asimismo, los bancos extranjeros que operan en el país tributan a una tasa del 20%. Dada la gran dimensión de estos sectores  – como productores de petróleo y centro financiero internacional –, el gobierno dubaití puede aprovechar y conseguir suficiente recaudación a partir de estas dos industrias.

Epílogo: ¿por qué cuestionar los impuestos?

Evidentemente hay mucho más que solo bajos impuestos detrás del progreso de Dubái: su apertura al comercio internacional, el flujo turístico y, desde luego, el jugoso petróleo. Esta no es una receta que se puede copiar y pegar. Sin embargo, hemos visto cómo los bajos impuestos aplicados han traído más inversión al país, lo cual a coadyuvado a su desarrollo. Así, nuestra finalidad hoy fue proponer un discurso alternativo: cobrar pocos impuestos también es algo que puede funcionar para los países y nos recuerda que los altos impuestos que pagamos deberían asociarse a mejoras del país en un magnitud similar (en línea con nuestra frase de apertura), si no ¿para qué se cobran?