Tras las protestas en Hong Kong por defender su independencia de China y el autoritarismo develado de este país, se ha vuelto a prestar atención a uno de los aspectos más surreales de la realidad china: el sistema de crédito social. Este sistema, al mismo estilo de la serie Black Mirror, permite que el gobierno de China pueda vigilar todas las acciones de sus habitantes y calificar su comportamiento, asignándoles un puntaje. En realidad, Voz Actual ya había hecho un artículo al respecto hace tres años, pero este ha avanzado mucho desde entonces y, por lo tanto, creo que sería interesante actualizarnos un poco respecto de qué ha sucedido.

En el año 2015 se delegó a ocho compañías el inicio de una fase de prueba para sistemas que permitieran medir cuán “buen ciudadano” eres. El más popular fue el del Crédito Sésamo, propiedad de Tencent, dueño de los equivalentes chinos de eBay (Alibaba), Uber (Didi Chuxing) y Tinder (Baihe). Este último ha empezado a vincularse al puntaje de crédito social de sus usuarios con la finalidad de hacer más populares ciertos perfiles con buenos puntajes. ¿Te imaginas que Tinder pueda poner en tu perfil la última película porno de Winnie Pooh que viste?

No es broma. La película de Cristopher Robin fue prohibida en China.

No es broma. La película de Cristopher Robin fue prohibida en China porque Winnie Pooh se parece al presidente Xi Jinping.

Desde entonces la ejecución del sistema del crédito social se ha ido expandiendo a distintos niveles, hasta el punto de que en un pueblo pequeño llegaron a publicar cerca del municipio los puntajes de todos los habitantes. Pero los mecanismos más importantes no son necesariamente los de iniciativa gubernamental. En realidad, muchas personas voluntariamente descargan apps que te indican tu puntaje y es un orgullo tener el puntaje más alto de tu lista de amigos. Como cuando tenías once años y todos competían por mejorar sus granjas en FarmVille.

Por poner otro ejemplo con un videojuego moderno, hablemos del (F)ortnite. No había ninguna clase de contenido funcional por el que tuvieras que pagar; pero, si querías presumir a todos tus amigos el último atuendo de tu personaje, tendrías que pagar para poder utilizarlo. Aun así, los skins desbloqueables se quedan cortos frente a lo que están haciendo las compañías de celulares en China. Si tu puntaje es muy bajo, te pueden castigar con un ringtone que haga que, cada vez que te llamen, todos tus amigos sepan que has comprado muchos productos estadounidenses. Pero, si has sido un buen ciudadano, puedes desbloquear el último ringtone premium.

Finalmente llegaron las noticias: el gobierno anunció que el próximo año todos los más de mil millones de ciudadanos se encontrarán en una base de datos nacional donde se almacenarán sus puntajes. Hasta ahora ya ha habido casos en los que, por su crédito social, se le ha podido negar a ciudadanos la entrada a metros, a hoteles, e incluso a universidades. Dentro de poco, podremos ver los mismos casos a una escala masiva. Además, en esta situación, si reportas las faltas de tus amigos, tendrás la oportunidad de elevar tu puntaje, lo cual todo el mundo quiere.

Es fácil ser duros con el autoritarismo del gobierno chino, pero creo que es importante observar nuestra sociedad antes de ver la paja en el ojo ajeno. ¿Es esto muy distinto de cómo hemos tratado a nuestros políticos? Para mí, no hay mucha diferencia entre considerar si tú ves películas extranjeras o si comes chicharrón para determinar tu valor como persona. La democracia, después de todo, no es más que la otra cara de la moneda. En el totalitarismo, la balanza está inclinada hacia el gobierno, el cual se presta a violar derechos como la libertad de expresión en aras de aumentar la eficiencia. En la democracia, la representatividad impide que se elija el gobierno más eficiente, pues la política es reducida a un concurso de popularidad. Así, los políticos se preocupan más en mejorar su granja de FarmVille, sobre la base de la cual serán reelectos, que en la gestión gubernamental, la cual ha demostrado no ser un factor muy relevante para evaluar quién ganará unas elecciones.

Edición: María Gracia García