Ya sea  dentro o fuera de la ciudad, en casi todos los parques, podemos ver perros y gatos callejeros sobreviviendo en precarias condiciones. Posiblemente nuestra primera reacción sea  tratar de alimentarlos, pero ¿qué es lo mejor para estos animales? y ¿cómo atacar la raíz del  problema?

Existen algunas acciones e iniciativas que, aunque son de buen corazón y parecen ser útiles, terminan resultando perjudiciales tanto para los animales callejeros, como para nuestras mascotas  y nosotros mismos. Algunos ejemplos de esto son: permitir que vivan en grupos dentro o fuera de parques u organizar comederos, sin ninguna planificación adicional. 

¿Qué efectos negativos traen? No hay que olvidar que en las ciudades existe fauna nativa, a la que no solemos prestar atención. Además, tendemos a olvidar los potenciales riesgos a la salud que pueden llevar los michis o firulais, en sus caquitas, por ejemplo.

Imagen 1. Gatos en el Parque Kennedy pobre parque. Fuente: El Trome.

Empecemos con los perros. Solamente en Lima hay más de 1 millón de perros callejeros y estos animales producen más de 200 toneladas de heces al día, heces que no son recogidas, que se acumulan, secan o se mezclan y luego se pulverizan. En esa caquita podemos encontrar varios patógenos como el parásito Toxocara, Ancylostoma, Giardia, etc., que pueden causar un sinfín de problemas de salud, sobre todo a niños, como ceguera, diarreas, anemia y más. Esto convierte a “la caca” en un problema de salud pública. Y no es chiste.

Imagen 2. Cómo el toxocara puede terminar en la boca de un bebé. Fuente: Ecured.

Ahora, los gatos. Que alguien nos salve. Hablando de heces, en las suyas está el poderoso Toxoplasma gondii que causa la toxoplasmosis, enfermedad con consecuencias graves en embarazadas y personas con el sistema inmunológico débil. Solamente en los EE.UU, cada año, los michis depositan cerca de 1,2 millones de toneladas de heces cargadas de ooquistes de este parásito. Este panorama es igual en todos los países aunque no contemos con cifras oficiales.

Pero los michis tienen otro impacto, más allá de sus caquitas. Nuestros queridos felinos cazan, o mejor dicho, exterminan especies enteras de diferentes animales nativos, especialmente de aves. La evidencia es abrumadora, los gatos atentan contra la diversidad de especies, y no, no son depredadores naturales, son animales invasores. En la naturaleza hay un equilibrio entre las poblaciones de depredadores y presas, pero los michis de la calle y también de casa rompen con este equilibrio. A diferencia de los depredadores salvajes, viven en una misma zona por 15 a 20 años, son alimentados constantemente, y no cazan para sobrevivir.

Imagen 3. Los gatos ocasionan ¾ de las muertes no naturales de las aves. Fuente: National Geographic.

Entonces, ahora que sabemos de estos riesgos e impactos, imaginen a jaurías de 15 a 20 perros andando por barrios periféricos de la ciudad y a más de 20 gatos viviendo en un parque o alrededores. 

Cuando se crean iniciativas de comederos para perros de la calle y no se planifica nada más tenemos que 1) los perros siguen viviendo en la calle, pero ahora están satisfechos y tendrán energía para reproducirse y generar mayor sobrepoblación de perros callejeros, 2) al vivir en malas condiciones pueden contagiar a nuestras mascotas al tener contacto con ellas, 3) si no se mantienen, los comederos atraerán roedores y palomas, y actuarán como transmisores de enfermedades y 4) a veces generan una gran concentración de perros en un mismo lugar y hay jaurías que atacan personas

En el caso de los gatos, darles asilo en un parque es sinónimo de que no nos importan el resto de animales, por más feo que suene. A eso hay que sumarle que la concentración de sus heces son un serio riesgo para la salud. Nuestros michis están bajo nuestra responsabilidad y ello significa, entre muchas cosas, que nunca anden sueltos fuera de casa. 

Imagen 4. Número de especies extintas (rojo) y amenazadas (gris) de pájaros (B), mamíferos (M) y reptiles (R), impactadas negativamente por animales como el gato. Fuente: Invasive predators and global biodiversity loss.

Las mejores opciones para ayudar teniendo en cuenta nuestra salud, la de nuestras mascotas y la biodiversidad nativa son:

  • Adoptar: una de las maneras más efectivas de generar un cambio. Se ayuda a pocos animales pero se les brinda una segunda oportunidad completa.
  • Dar hogar temporal: si no está en nuestras posibilidades adoptar, podemos actuar de intermediarios.
  • Denunciar el maltrato animal: si vemos que un animal es maltratado o corre peligro está en nuestras manos reportar o denunciar el hecho frente a las autoridades.
  • Esterilizar: la herramienta principal para evitar el crecimiento de las poblaciones de animales callejeros. Tanto ellos como nuestras mascotas deben pasar por este proceso.
  • Formar parte de iniciativas responsables: por ejemplo, ser voluntario y donar a albergues o centros de rescate locales, que fomentan los deberes y responsabilidades que todo dueño de mascotas debe tener.

Ahora, el tratar de resolver el problema de michis y firulais callejeros, también debe ser tarea del Estado, cosa que en el Perú, felizmente, ha empezado a implementarse con la promulgación de la Ley 31311, conocida como la “Ley 4 patas”. En dicha norma se incorpora, por ejemplo, el deber del Estado de esterilizar y controlar las poblaciones de gatos y perros callejeros, como parte de la política de salud pública y de nuestro derecho de vivir en un ambiente saludable.

No debemos olvidar que los perros y gatos en general son una extensión de la humanidad, por lo que los problemas que ocasionen al ambiente y salud son de nuestra responsabilidad. Lamentablemente, Latinoamérica carece de una cultura y educación sobre la tenencia responsable de animales, lo que nos demuestra que, más que callejeros, son perros y gatos de dueños irresponsables, los mismos que abandonan, que los reproducen sin control y que los dejan andar libremente.

Edición: Kelly Pérez.