Escuchaste bien, estimado lector. Y no es solo que Voz Actual cambia los paradigmas de nuestra sociedad, sino que estamos a punto de discutir algo de gravedad. Así que ya puedes ir buscando el número de tu profe de física del cole, para que quemen juntos tus cuadernos flipen los dos juntos. A ver, toda la vida nos han enseñado que Newton descubrió la gravedad, una fuerza que manda a toda aquella cosa con masa hacia abajo. Esa misma que no te permite saltar más de unos centímetros del piso. Todos conocemos la gravedad y la clásica manzanita. Lo que no muchos conocemos es que este fenómeno es mucho más que una simple fuerza, sino que refleja, por sí misma, la curvatura del espacio-tiempo.

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Para comprender todo este rollo debemos dejarnos llevar un poco por nuestra imaginación y entender el Principio de Equivalencia. Si revisas un poco tu física de cole, recordarás que hay dos condiciones indistinguibles en un cuerpo con masa: estar procrastinando en reposo o moviéndose a velocidad constante en línea recta. Esta condición es lo que conocemos como la Primera Ley de Newton (¡kudos, Galileo!). Podemos frasear esta ley como “todo cuerpo permanece en su estado de movimiento uniforme en una línea recta a menos que una fuerza actúe sobre él”. Y un movimiento uniforme en línea recta significa velocidad constante (o bien, velocidad cero = reposo). Entonces, la velocidad de un objeto será constante a menos que se le aplique una fuerza. Es decir -imagínate que estás en un cuarto blanco infinito- da lo mismo estar sentado en una silla o estar flotando en línea recta en esa misma silla: lo percibirías igual, como si no te movieras.

Esto ha sido demostrado por los físicos más de mil veces. Pero Einstein dio con otra condición que también producía el mismo efecto: un objeto cayendo bajo las condiciones adecuadas. Y dirás: venga, que si yo dejo caer una pelota, sí la veo moverse. Pero… ¿Y si tú estuvieses cayendo junto a ella sin poder discernir que estás cayendo? La gravedad hace que dos objetos, por muy distinta que sea su masa, caigan a la misma velocidad, siempre que no haya otras fuerzas involucradas (como la resistencia del aire).

Este mismo efecto haría que si tú caes a la par con tu perrito en un sistema de vacío (como en el espacio) no lo notes, sino que creas que estás en reposo. Pero ahora la pregunta es… ¿cómo que caer en el espacio? Podrás pensar que en el espacio no puedes caer, justamente porque hay vacío, así que no hay nada que te impulse a “caer” hacia ninguna parte. Jaque mate, Voz Actual, ¡así yo también quiero escribir para ustedes! Pues casi casi, pero no. Sucede que igual estarás influenciado por la gravedad. Es bien sabido que la gravedad atrae a dos cuerpos con masa entre sí, y como tú tienes masa, te vas a acercar hacia otra cosa con masa, como la luna. Digamos, entonces, que “caes” hacia la luna. Lo explicaré con altísimo nivel de edición en Paint.

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En [A] podemos ver que la gravedad te atraerá hacia la luna hasta que, eventualmente, impacten (siente el choque) y mueras. Pero si te damos un empujoncito horizontal [B] justo cuando te soltamos en el espacio, tu trayectoria hacia la luna se curvará. Puede que no sea tan fuerte como para evitar que impactes [B, C], pero si te damos un tremendo empujón y logras pasar justo por el lado de la luna [D], empezarás a orbitar. ¿Por qué? Porque la luna te seguirá atrayendo por gravedad, pero tú tendrás cierto impulso intrínseco que te aleja de ella. Orbitar, entonces, no es otra cosa que caer y fallar en el intento como cuando te le declaraste y te dijo que no. ¿Ya lo tienes? Esta es la tercera condición de equivalencia (formalmente, Principio de Equivalencia Fuerte): orbitar es indistinguible de estar en reposo, flotando en el espacio.

Y ahora viene lo genial: ¿por qué? Porque en cierto sentido, al orbitar no estás describiendo una trayectoria curva como lo muestran las imágenes, sino que estás avanzando en línea recta con velocidad constante… Solo que en un espacio-tiempo curvo. Si te levantas de tu silla y caminas hacia un punto fijo que esté al frente de ti, tendrás la percepción de avanzar en línea recta (seguramente con velocidad constante también). Si alguien te ve haciéndolo, tendrá la misma percepción. Pero en realidad estarás avanzando en curvas temporales y espaciales, tan grandes (o pequeñas) que son imperceptibles por cualquiera de nosotros (¡felizmente sí que se pueden explicar con mate!). Y ojo, curvas temporales también. Si no me hiciste caso vago del mal y sigues desparramado en tu silla (en reposo), igual te estás moviendo a lo largo del tiempo. Y si el espacio-tiempo es curvo, quieras o no, se generará cierto desplazamiento a lo largo de esa curva, tomando como referencia tu punto inicial. Interesante, ¿no?

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Eso sí: no malinterpretes las palabras de Einstein al entender mejor el mundo que te rodea. Que te muevas en el espacio-tiempo no significa que estás haciendo ejercicio tirado en tu sofá.

Edición: Daniela Cáceres.