El cuento “Cenicienta en Chueca” de María Felicitas presenta al personaje principal, cuyo nombre se desconoce, como una “Cenicienta”. Este término se debe a que dicho personaje migró de Lima a Chueca (Madrid) con el fin de obtener un mejor empleo como enfermera. Sin embargo, no lo consigue y se ve obligada a trabajar para doña Carmen, quien abusa de ella por su condición social y racial. Más adelante, la protagonista se enamora de la nieta de doña Carmen, Charo, a quien la protagonista no se atreve a hablarle. Finalmente, Charo sigue a la protagonista hacia una fiesta, donde le pregunta si quiere salir de aquella casa que la aprisiona e irse a vivir con ella. La protagonista acepta la propuesta y mantiene un romance con Charo. Me interesa proponer a la Cenicienta de este cuento como una rebelde y descentrada de la heteronormatividad que; en consecuencia, distancia al cuento del canon literario.

A partir del significado del nombre “Cenicienta”, que se refiere a una persona o cosa injustamente despreciada (RAE). Su jefa doña Carmen la trata mal como una madrastra, y se refiere a la cenicienta y a los latinoamericanos como “sucios”, quienes deben ser higienizados. Asimismo, doña Carmen representa la visión de una sociedad conservadora que controla a aquellos cuerpos considerados como débiles; es decir, la autora la propone como una manifestación biopolítica. Foucault señala “biopolítica” como el control de los cuerpos y de la vida mediante la sexualidad, la cual funciona como instrumento de poder para eliminar aquellos cuerpos que amenazan un orden predeterminado (80). Por ende, Carmen ejerce un control sobre el cuerpo, vida e incluso el deseo de la protagonista: “… sus días libres no coincidían con las noches movidas y, además, la orden de doña Carmen era insoslayable: a las doce de la noche en casa y la vieja no se dormía hasta que la escuchaba llegar” (184).

Por otro lado, la deshumanización de la protagonista como sugiere el significado del nombre “Cenicienta”, la convierte en una herramienta de trabajo que la priva de sus deseos sexuales cuando está en Chueca (zona residencial gay). El lugar es una clara referencia a una parodia de un primer mundo, donde la visión conservadora persiste y convierte el lugar como algo deseado, pero que está prohibido para la protagonista. No obstante, esto no impide la agencia que la protagonista tiene para salir de “cacería” por placer sexual en las fiestas, que son lugares en constante movimiento por las noches. Los personajes actúan de noche como un modo de “performance”, que, según Judith Butler, es una “práctica reiterativa y referencial mediante la cual el discurso produce los efectos que nombra” (18). Por tanto, la cenicienta romperá con los parámetros performativos respecto a su género. Mientras que en el día se comporta como una mujer, en las noches adquiere la agencia activa de un hombre.

El título del cuento contradice a la agencia de los personajes convencionales. La cenicienta tradicional es pasiva, ya que espera que llegue el amor verdadero que reencarna en un tipo de masculinidad heteronormativa. Sin embargo, este cuento presenta a una que no solo busca el amor, sino también su placer sexual. En algunos pasajes se la describe como “egoísta” por atender sus necesidades: “Ella tenía tantos orgasmos guardados, que iba de cada uno sin importarle su compañera de cama que, para su suerte todavía jugaba a algo tan estúpido como activa o pasiva…, que su lengua hiciera lo que le diera la gana siempre y cuando fuera a beneficio de su placer” (186). No obstante, la protagonista busca amor en Charo, quien pertenece a una distinta clase social y que representaría a su príncipe azul. Por lo tanto, el título desestabiliza aquello que se cree normal y busca naturalizar el amor entre mujeres. La autora crea un final feliz a las protagonistas, ya que escribe un final alternativo al de la vida de los géneros disidentes que normalmente están predeterminados a la precariedad.

En conclusión, esta narrativa descentra y abre la posibilidad de un espacio para una nueva historia de género que cuestiona las normas heteronormativas. Por lo tanto, este es un cuento que incluso podríamos considerarlo “anticanónico” frente a un clásico como sucede con otros autores latinoamericanos que leemos en nuestras instituciones educativas.

Edición: Regina Ramirez

Bibliografía:

Butler, Judith. “Los cuerpos que importan”. Cuerpos que importan. Sobre los límites

            materiales y discursivos del “sexo”. Buenos Aires, Barcelona y México: Paidós,

            1993.

Felicitas, María. “Cenicienta en Chueca”. Cenicienta en Chueca. Mujeres que aman a

            mujeres. Odisea Editorial, 2003, pp. 177-190.

Foucault, Michel. Historia de la sexualidad I. Traducción de Ulises Guiñazú. Siglo

Veintiuno Editores, 2012.

RAE. “Cenicienta”, 2023.